Revista ECOS UASD, Año XXV, Vol. 1, No. 15 Enero-junio de 2018 • Sitio web: https://revistas.uasd.edu.do/

Significado e impacto de la Revolución Soviética: en el mundo y en Quisqueya1

Meaning and impact of the soviet revolution: in the world and in Quisqueya

DOI: https://doi.org/10.51274/ecos.v25i15.pp205-214

Narciso Isa Conde. Político y ensayista dominicano. Combatiente contra el tirano Trujillo y los invasores estadounidenses en 1965. Fue miembro del gobierno en armas que presidió Francisco Caamaño Deñó. Fue Secretario General del Partico Comunista Dominicano PCD por varias décadas. Autor de más de una decena libros publicados sobre temas políticos. Actualmente dirige y conduce el periódico Tiro al blanco.

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Cómo citar:Isa Conde, Narciso. 2018. «Significado e impacto de la Revolución Soviética: en el mundo y en Quisqueya». Revista ECOS UASD 25 (15):205-214. Doi: https://doi.org/10.51274/ecos.v25i15.pp205-214

Resumen

El presente escrito trata, de manera sucinta, el impacto de la Revolución Bolchevique a nivel mundial y de manera particular cuando estas ideas germinaron en suelo dominicano. Concluye con una lista de lecciones aprendidas de lo que fue el colapso del modelo soviético para los que mantienen la fe en el socialismo.


Palabras clave:

Revolución, socialismo, Bolchevismo, socialismo real, estatismo.

Abstract

This article succinctly describes the impact of the Bolshevik Revolution on a global level and particularly when these ideas germinated on Dominican soil. It concludes with a list of lessons learned from what the collapse of the Soviet model was for those who maintain faith in socialism.


Keywords:

Revolution, Socialism, Bolshevism, Real Socialism, Statism.

Introducción

Este breve ensayo analiza el significado y el formidable impacto a escala mundial y en la República Dominicana de la primera revolución obrera, campesina y popular de orientación socialista, incluido su inconmensurable aporte a la derrota del fascismo.

La ruptura del dominio absoluto del capitalismo es la primera hazaña de sus protagonistas, para luego coronar su trascendente aporte planetario con su segunda hazaña: la heroica contribución del ejército rojo y el pueblo de la URSS a la victoria de las fuerzas aliadas sobre las huestes nazi-fascistas.

En el valor planetario de ambas hazañas se fundamenta en las energías que el proceso soviético transmitió al desarrollo de las ideas socialistas-comunistas y al impulso de las organizaciones y luchas obreras y populares inspiradas en ellas; en todos los confines del globo terráqueo, incluidas comunidades recónditas de nuestra diminuta República Dominicana.

Pero esta reflexión no se queda ahí, sino que incursiona también en el impacto depresivo del colapso de la URSS y del denominado “socialismo real” que nos obliga a recoger sus enseñanzas y a contribuir a rearmar el proyecto emancipador llamado a ponerle punto final a esta lúgubre fase de la civilización capitalista, ahora en franca descomposición y crónica decadencia.

Porque solo así es posible transformar en nuevas energías, opciones y victorias las vicisitudes y reveses sufridos por las fuerzas llamadas a sepultar definitivamente esta destructiva y anti-humana dominación.

La Revolución Rusa

Hoy, 7 de noviembre del 2017, se cumple medio siglo del inicio de la revolución soviética, la primera revolución obrera, campesina, popular triunfante (incluso con participación de sectores del viejo ejército) de orientación socialista en el planeta tierra.

Al referirse a la insurrección que la catapultó, y a ese formidable momento de ruptura del dominio absoluto del capitalismo a nivel planetario, el brillante sociólogo y escritor estadounidense John Reed lo describió como “Los diez días que estremecieron el mundo”.2  

Diez días de subversión anticapitalista que habrían de proyectarse por décadas. El principio de toda una época de transición revolucionaria y proyección en grande de las ideas socialistas. Toda una hazaña a escala planetaria, nacional y regional.

La impactante y original ruptura del ordenamiento capitalista mundial a cargo del Partido Comunista Ruso (Bolchevique)3 , consumada un 7 de noviembre de 1917 (25 de octubre del viejo calendario ruso), pocos meses después de traicionada por la burguesía liberal, la revolución democrática de febrero, fue ciertamente una admirable y admirada hazaña.

La derrota definitiva de la autocracia zarista en Rusia y sus colonias, y el traspaso de “todo el poder a los consejos o soviets de obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y soldados”4  inauguró una nueva época en la historia de la humanidad. Creó una democracia popular de nuevo tipo. Una revolución armada que hizo añicos el viejo Estado zarista, incluido su viejo ejército, y refundó desde el poder de los/as de abajo las instituciones estatales en Rusia y sus viejas colonias; anunciando poco después la constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS)5  bajo el genial liderazgo de su forjador: Vladimir Ilich Ulianov (Lenin).

Derrotada durante una temprana y desgarradora guerra civil, la feroz resistencia de las fuerzas retardatarias internas junto al intervencionismo inicial de las potencias capitalistas occidentales… y dos décadas después alcanzada la victoria de la revolución soviética frente la devastadora agresión nazi-fascista en su propio territorio y en toda Europa Oriental, la URSS logró consolidar su existencia y emprender su espectacular desarrollo cargado de abundantes logros sociales, científicos y culturales. Sumó, por tanto, dos hazañas más con colosales e inéditos despliegues de heroísmo.

Ese ascenso espectacular –decisivo para contrarrestar los designios imperialistas del capitalismo (con inmensos aportes a la lucha anticolonial y nacional liberadora)– perduró hasta sufrir ese proceso, a consecuencia de un prolongado estancamiento burocrático, el sorpresivo colapso de su poderoso Estado multinacional federativo a finales de los 80 y principios de los 90; a consecuencia de una profunda crisis estructural del modelo de transición que resultó dominante: el denominado “socialismo de Estado” o “estatismo altamente burocratizado”,6  negador del poder de los soviets y de la democracia socialista.

La gravitación de la revolución bolchevique, el auge del pensamiento y la acción transformadora socialista-comunista que estimuló, se hizo sentir a todo lo ancho y largo del planeta, incluida nuestra pequeña isla caribeña.

En Quisqueya

Una cadena de hechos muy significativos, bajo el impacto del “octubre soviético” y sus consecuencias, precedió la formación del primer partido comunista dominicano y las acciones independientes del movimiento obrero dominicano:

 –La formación en los primeros años de la década de 1920 de los primeros núcleos que simpatizaban con la hazaña de los bolcheviques, destacándose la labor proselitista de Karen Kohoz y Biolostoski, ambos de origen ruso y propagandistas de la revolución soviética, y ambos radicados en La Vega, República Dominicana.

–Las crónicas de Pepito García sobre la revolución bolchevique, publicadas en el periódico “El progreso”, de La Vega.

–La labor educativa del maestro y la maestra Pancho Soné y su esposa Elvira García en su escuelita vegana, donde se distribuía un manualito marxista manuscrito y se podía observar desde lejos una bandera roja con la hoz y el martillo.

–El esfuerzo intelectual de Adalberto Chappuseaux, autor de los ensayos “¿El porqué del Bolchevismo?” y “Revolución y Evolución”, escrito en 1924.

–La fundación, el 1 de mayo de 1931, del Partido Obrero Independiente, precedido de la “Unión Obrera Política”, y las diversas actividades y esfuerzos organizativos de la joven generación marxista de la década de 1930, reprimida por el tirano Trujillo mediante la primera ley anticomunista (20 de octubre 1936).

–La presencia, a finales de los años 30, de una inmigración española republicana, con significativa presencia comunista, que impulsó la difusión del marxismo entre intelectuales y estudiantes universitarios de la Capital y Santiago (donde operaban sendos Centros Democráticos bajo su influencia) y entre la ya latente rebeldía de los obreros azucareros y portuarios de La Romana y San Pedro de Macorís; traducida luego en núcleos revolucionarios y fuertes movimientos huelguísticos de 1942 en el Este del país, en los que se destacaron Fernando Henríquez (Nando), Héctor Porfirio Quezada (Negrita) y Julio Aníbal García Dickson, de La Romana, y Mauricio Báez y Justino José del Orbe, de San Pedro de Macorís.

–Las influencias de la URSS y el correspondiente activismo español confluyeron ese mismo año con la venida al país de Pericles Franco Ornes, Luis Emilio Aybar, Francisco Henríquez (Chito), Freddy Valdez y otros jóvenes revolucionarios (los dos primeros procedentes de Chile, donde militaron en la Juventud Comunista; y los dos últimos de Cuba, donde Freddy optó por la militancia comunista en el Partido Comunista Cubano (PSP) cubano, y Chito en otros movimientos revolucionarios de ese país), lo que aceleró el proceso de gestación del primer partido comunista bajo el nombre de Partido Democrático Revolucionario Dominicano (PDRD); formalmente constituido el 27 de febrero de 1944, denominado en 1946 como Partido Socialista Popular (PSP) y que volvió a cambiar su nombre por el del Partido Comunista Dominicano (PCD) en 1965, en plena guerra patria contra el invasor.7 

En el mundo:

Ni hablar del impacto internacional de la revolución soviética y su evolución (que incluye también su deformación y derrumbe).

Primero, en la conformación y el auge del movimiento comunista internacional y muy especialmente en las revoluciones china, vietnamita, camboyana, laosiana, coreana, yugoslava, cubana, argelina, angolana, mozambiqueña, nicaragüense… que influyeron a su vez en forma diversa.

Igual el poderoso Estado Soviético, fruto de la evolución de la revolución soviética, determinó –a través de las sucesivas y heroicas victorias del ejército rojo contra las ocupaciones hitlerianas– el viraje de Europa Oriental hacia el llamado socialismo real.

Siempre las influencias positivas de acontecimientos revolucionarios de impacto mundial se combinan con los reveses y deformaciones de su matriz, cuando estas se producen.

Durante y después de ese estrepitoso e incruento derrumbe, ha tenido lugar una declinación temporal del accidentado ascenso de las luchas anticapitalistas y antiimperialistas, escenificado en un gran trayecto del siglo XX y de paso una fuerte y prolongada depresión subjetiva que ha afectado las posibilidades de nuevas revoluciones; aun en medio de las peores crisis del capitalismo y sus consiguientes cadenas de indignaciones populares e intentos de virajes.

Incluso antes de ese gran revés, la dogmatización y burocratización del proceso soviético y sus correlatos, gravitaron negativamente a escala mundial junto a sus influencias positivas. Y Dominicana, en la medida en que tales fenómenos gravitaron sobre sus sujetos y actores revolucionarios nacionales, no ha sido excepción.

El gran revés de finales del siglo XX ha sido en parte formal y en parte real, con serios impactos dispersantes y depresivos de la conciencia revolucionaria acumulada, de las organizaciones y de la lucha por el ideal socialista.

En parte formal, porque se presenta como derrota total del proyecto socialista, a pesar de representar solamente el agotamiento y la quiebra de modelos que en el tránsito hacia ese ideal resultaron altamente burocratizados y negadores de democracia y valores socialistas.

En parte real, dado que se trató del colapso de regímenes objetivamente enfrentados al capitalismo y al imperialismo, cuyo papel internacional servía, en diferentes grados, de contrapeso a la política imperialista, al colonialismo, al guerrerismo y al neocolonialismo, ahora potenciados.

De todo esto, pasado un siglo, vale extraer y asumir las valiosas enseñanzas de una revolución inconclusa, interrumpida por la combinación de múltiples factores adversos, que de todas maneras abrió en grande las compuertas de las luchas antiimperialistas y anticapitalistas, proyectándola hacia un presente capitalista de peor calaña, que pone en riesgo la vida en el planeta y la existencia de la humanidad.

Las enseñanzas han sido duras, pero hay que interiorizarlas a plenitud.  

Después de lo acontecido, quedó bien claro:

–Que la bandera de la democracia no se puede dejar en manos de los adversarios del socialismo.

–Que jamás debe confundirse estatismo con socialismo.

–Que es preciso optar por el reino de los trabajadores libres y no por el reino de la burocracia.

–Que el nuevo proyecto no debe ser un rígido molde preconcebido, sino portador de una dinámica creativa y autosuperadora.

–Que los cambios revolucionarios hacia una nueva sociedad, que tenga como meta el socialismo y el desarrollo armónico de todos los componentes de la naturaleza, no pueden legitimarse dentro de un sistema de privilegios a favor de cuadros dirigentes y administradores del Estado, ni de la hegemonía de encumbradas minorías burocráticas, ni de la afectación progresiva de la naturaleza a costa de generaciones presentes y futuras.

–Que el proyecto transformador no debe volverse contra las identidades nacionales, contra los valores culturales autóctonos, sino que estos elementos deben ser incorporados a plenitud.

–Que la renovación generacional debe garantizarse con la participación de la juventud en las grandes decisiones.

–Que las concesiones al capitalismo y al liberalismo resultaron un supuesto remedio peor que la enfermedad del burocratismo-estatista.

–Que las fuerzas políticas que conduzcan el Estado no deben fusionarse con éste, sino desarrollar una relación de mutua independencia, preservando su papel de vanguardias transformadoras.

–Que la doble moral en política de género y las nuevas modalidades del machismo le restan grandes fuerzas emancipadoras a la revolución. Igual el racismo y el adulto-centrismo.

Estas lecciones, que vienen siendo apreciadas, son válidas para evitar una descomposición semejante en los países que persisten en transitar hacia el socialismo desde altos niveles de estatización e importantes limitaciones en la participación democrática; y, sobre todo, para evitar la degeneración de nuevos procesos revolucionarios iniciados desde la derrota del predominio del capitalismo privado, de la estrategia neoliberal del capitalismo y de toda su impronta recolonizadora.

Estas lecciones –como también el análisis de las evoluciones del sistema capitalista-imperialista mundial y de las nuevas características y particularidades de las sociedades que engendra– son vitales para reconstruir las nuevas vanguardias revolucionarias, imprescindibles para darle direccionalidad política transformadora a las indignaciones populares, a las rebeldías políticas-sociales y a los cambios en gestación después de la ruptura del viejo régimen.8 

Notas

  1. Obra publicada por John Reed en 1919 que narra los acontecimientos de la Revolución soviética de Octubre casi en clave de reportaje.
  2. Lo de “bolchevique”, palabra comúnmente empleada para denominar el partido dirigente e incluso la propia revolución, significa mayoría y es alusiva la corriente revolucionaria mayoritaria dirigida por V. I. Lenin que logró derrotar las posiciones reformistas al interior del partido, antes de la victoria.
  3. Los Consejos o Soviet se formaron en Rusia, en la revolución de 1905, como órganos de poder popular, experiencia que perduró y se extendió hacia todas sus viejas colonias. En 1917 jugaron un papel relevante en la derrota del zarismo y en sus instancias de poder colonial, tanto en febrero como en octubre, intervalo en que los “bolcheviques” lograron cambiar la correlación de fuerza a su favor.
  4. La suma de la Rusia y las colonias liberadas al momento de emprender el rumbo socialista asumió el nombre de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la articulación de las estructuras de la vanguardia comunista a todo lo largo y ancho del territorio imperial se denominó Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).
  5. El análisis detallado de ese modelo de transición y de las causas de su vulnerabilidad y colapso está contenido en el primer capítulo de mi libro Rearmando la utopía. Del Neoliberalismo Global al Nuevo Socialismo, editado por primera vez en por la Editora Tropical (Santo Domingo RD) en diciembre de 1999 y reeditado dos veces aquí y luego en CaracasVenezuela, en su versión ampliada.
  6. El impacto en nuestro país de la revolución soviética está reseñado con más detalles en el Informe al II Congreso del Partido Comunista Dominicano-PCD, realizado en marzo 1979.
  7. Resumen extraído del sub-capítulo “Para que la democracia y el socialismo tengan futuro” del libro En el siglo XXI: ¿Cuál democracia? ¿Cuál socialismo? / págs. 48-49-50, 51,52 y 53), Santo Domingo: Editora Mediabyte S.A., julio del 2006.
  8. El tema de la necesidad y características de las Nuevas Vanguardias fue esbozado en la misma obra En el siglo XXI: ¿Cuál Democracia?, ¿Cuál Socialismo?, págs. 253 a 269