Revista ECOS UASD, Año XXV, Vol. 1, No. 15 Enero-junio de 2018 • Sitio web: https://revistas.uasd.edu.do/

Arqueología del pensamiento político en la obra El proletariado agrícola: fuerza fundamental de la revolución dominicana

Archeology of Political Thought in the Work The Agricultural Proletariat: Fundamental Force of the Dominican Revolution

DOI: https://doi.org/10.51274/ecos.v25i15.pp227-257

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Es doctor en Historia de la Universidad La Sorbona, París, Francia. Licenciatura y Maestría en Ciencias Sociales y Económicas en la Universidad Católica de París. Bachiller en Osceola High School, Missouri, Estados Unidos y en el Colegio Loyola de Santo Domingo. Actualmente profesor-investigador en la Escuela de Sociología y en la Escuela de Historia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

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Cómo citar:Pérez Vargas, Amaury. 2018. «Arqueología del pensamiento político en la obra el proletariado agrícola: fuerza fundamental de la Revolución Dominicana». Revista ECOS UASD 25 (15):227-257. Doi: https://doi.org/10.51274/ecos.v25i15.pp227-257

Resumen

en la obra El proletariado agrícola, fuerza fundamental de la revolución dominicana , siguiendo lo establecido por el filósofo francés Michel Foucault, quien en su famosa obra publicada en 1969 titulada “L’archéologie du savoir”, nos desarrolla un método analítico a los fines de establecer cómo los sistemas de pensamiento y conocimiento (véase “epistemes” o “formaciones discursivas”) están regidos por reglas que operan sobre la conciencia de los sujetos individuales y definen a la vez un sistema de posibilidades conceptuales que determinan los límites de su pensamiento en un contexto y espacio determinado.


Palabras clave:

movimientos sociales,opresión, filosofía de la historia, República Dominicana

Abstract

In this article we will implement a kind of archeology of the political thought of Raúl Pérez Peña –Bacho– in the work The Agricultural Proletariat, Fundamental Force of the Dominican Revolution, following the established by the French philosopher Michel Foucault, whom in his famous work published in 1969 “L’archéologie du savoir”, develops an analytical method in order to establish how the systems of thought and knowledge (see “epistemes” or “discursive formations”) are governed by rules that operate on the conscience of individual subjects and define at the same time a system of conceptual possibilities that determine the limits of their thinking in a given context and space.


Keywords:

social movements, oppression, philosophy of history, Dominican Republic

A modo de introducción

El proletariado agrícola es un ensayo de teoría política que al igual que el texto del inmenso Amín Abel Hasbún, América Latina de busca su camino, toma como base o punto de partida los principios generales del marxismo-leninismo, pensamiento Mao Tse Tung111. Es evidente que las ideas que aparecen en ambos textos no pueden comprenderse sin adentrarnos en los elementos básicos que desarrollan los cuatro principales exponentes de la teoría política marxista  ni en el contexto político, económico y social de la Republica Dominicana de principios de 1970. 

En ese orden, consideramos necesario empezar señalando que la mayoría de la población dominicana (más del 60%) habitaba todavía en las zonas rurales del país, tal como lo reflejan los datos estadísticos establecidos por la Oficina Nacional de Estadística –ONE– en el Censo de población y vivienda de 1970. Este dato es muy revelador ya que desde el punto de vista sociológico  se nos hace más comprensible las preferencias del autor por los siguientes tres elementos: el proletariado agrícola; el pensamiento de Mao Tse Tung y el método de la guerra de guerrillas.

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Teniendo en cuenta que para finales de 1969  se habían contabilizado cerca de 400 muertos en la lucha contra el gobierno balaguerista, y que las lucha durante la revolución de abril de 1965 y sus etapas anteriores habían costado la vida a cerca de 3,000 personas117, es evidente que la confrontación política por la vía militar todavía tenía alguna importancia en los sectores progresistas y revolucionarios de la sociedad dominicana, quienes a pesar de las circunstancias y obstáculos todavía no la habían descartado por completo.

Se sabe que en el campo de la política la proposición de Carl Von Clausewitz que nos refiere a que “la guerra es la continuación de la política por otros medios ”, fue interpretada de manera distinta por Lenin y por Mao. En efecto, para este último, “la guerra es la política y como tal, un acto político” por lo que “La tarea central y la forma más alta de toda revolución es la toma del poder por medio de la lucha armada, es decir, la solución del problema por medio de la guerra”

En el primero encontramos una radicalización de la visión de Marx, quien señala que “Las instituciones de la sociedad civil son el escenario de la lucha política de clases, el campo en el que las masas deben desarrollar la estrategia de la guerra de posiciones” , las cuales se transforman posteriormente en guerra civil abierta a través de donde se instalaría la dictadura del proletariado. Para Lenin, la legitimidad suprema de este mandato y de la guerra civil revolucionaria se desprende de una sociología de la guerra que reposa sobre un análisis conducido con rigor y método científico sobre una determinada realidad social y económica.

Así pues, según Lenin, en una “situación concreta”  habría que determinar cuál es la clase o fuerza motora que podría caracterizar e impulsar las guerras o luchas revolucionarias en función de su significación para la lucha de clases. En ese sentido, para febrero de 1970, en la República Dominicana Raúl Pérez Peña señalaba como “conclusión categórica” con relativos grados de objetividad (tal como se aprecia en los gráficos sobre los porcentajes de la población dominicana por zona rural o urbana entre 1960 y 1970) que el proletariado agrícola  debía “jugar un papel estratégico fundamental en la revolución dominicana”.

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El pensamiento de Mao Tse Tung en la estrategia  y método de la guerra de guerrillas

La teoría política del gran timonel chino Mao Tse Tung le otorga un lugar central a la lucha armada, pero a diferencia de la visión de Lenin su estrategia política no se enfoca en desarrollar una “insurrección armada”, sino una “guerra popular prolongada”124 (como nos refiere Pérez Peña en su texto) mezclando, como veremos más adelante, los elementos de la guerra tradicional y la guerra de guerrilla. La preferencia por la visión maoísta se explica por un lado, por la asunción del método de la guerra de guerrillas en un entorno rural. Por otro lado, en el esquema que nos presenta la Revolución Rusa con un golpe de Estado en el centro al que le sigue posteriormente una guerra civil en la periferia, no es precisamente lo que nos desarrolla Pérez Peña cuando nos expone que “la revolución dominicana debe tomar el “camino del campo que rodea la ciudad”, con el establecimiento de bases revolucionarias en las zonas rurales que progresivamente socaven el poderío enemigo, momentáneamente fuerte, hasta convertirlo en débil, y desarrollar finalmente la ofensiva que culmine con la toma de poder político por el pueblo”. 

En ese sentido, el pensamiento político del autor se encuentra en continuidad con la toma del poder desarrollada por Mao Tse Tung, quien alcanzó la conquista militar del poder central a partir de la periferia.  El análisis histórico de la experiencia China recobra en Raúl Pérez Peña un valor paradigmático, pues como se sabe, la guerra de guerrilla de los comunistas chinos contra el Kuomintang comienza desde finales de los 

124 La guerra popular prolongada es una estrategia político-militar inventada por Mao Tsé-Tung cuyo plan básico consiste en mantener el apoyo de la población y atraer al enemigo al interior donde la población puede desangrarlos por medio de una mezcla de guerra móvil y guerra de guerrillas. 

años 20, seguida por “la gran marcha”  con el ejército popular de liberación que se implanta en la periferia, mientras que los japoneses y el Kuomintang controlaban las grandes ciudades, las regiones costeras e industriales. 

Además del proceso de desestabilización y de deslegitimadad preconizado por los comunistas en contra de las elites tradicionales chinas, la victoria de Mao Tse Tung en 1949 tiene como uno de sus principales factores explicativos en su capacidad de presentarse como un nacionalista tanto en los sectores intelectuales como en el campesinado más victimizado por las atrocidades japonesas durante la guerra sino-japonesa.  En ese orden, se puede comprender el énfasis que Pérez Peña le adjudica a la injerencia norteamericana en nuestro país cuando nos subraya que “La lucha será principalmente contra el imperialismo yanqui”.

A partir de este criterio, referente a un proceso de lucha con un fondo o carácter nacionalista, se puede entender mejor lo expresado por Raúl Pérez Peña en el siguiente párrafo: “La dominación neo-colonial que ejerce el imperialismo norteamericano sobre la República Dominicana se traduce en un estorbo permanente para el desarrollo económico social y político del país. De aquí que si bien el contenido económico fundamental de la revolución en el presente lo es la lucha contra los remanentes del feudalismo, la lucha democrática, esta no puede verse ni podría librarse al margen de la lucha independentista por la soberanía nacional”. 

No obstante, si bien eso que Raúl Pérez Peña designa como imperialismo mantiene estrecha relación con el famoso texto de Lenin titulado: El imperialismo, fase superior del capitalismo,  es importante destacar que en dicha obra se observa un gran esfuerzo por parte del político ruso en hacer ilegítima las luchas nacionales entre países industrializados por lo que nuevamente se produce una ruptura entre el autor y las concepciones de Lenin, favoreciendo en ese orden las posiciones adoptadas o asumidas por Mao.

De igual forma, aunque sin mencionarlo, pero por hacer referencia a la “violencia revolucionaria”, se puede decir que sobre la mente del autor gravita la famosa fórmula de Mao Tse Tung: “Todos los comunistas tienen que comprender esta verdad: «El Poder nace del fusil.» Nuestro principio es: el Partido manda al fusil y jamás permitiremos que el fusil mande al Partido” . Es evidente que Mao Tse Tung comprende que el fusil es el instrumento para la conquista del poder.

Desde esta perspectiva de análisis, el Estado se concibe como un aparato de violencia que debe ser conquistado por la violencia. De igual modo, nos permite comprender que mezclada a la teorización de la guerra de guerrilla, la doctrina del dirigente chino pudo servir de referencia a importantes exponentes de la izquierda política en la República Dominicana durante los años 60 y 70. Incluso el propio Caamaño (aunque no de forma explícita, citando a Mao) hace alusión a estas ideas en 1965 cuando, durante una de sus alocuciones en el Altar de la Patria nos indicó “que los hombres empezaron con las armas la lucha”.  De allí se quedó tan arraigada en nuestro pueblo la consigna aquella que decía: “el poder nace del fusil, así lo demostró la guerra de abril”. 

En ese orden, la violencia revolucionaria también se explicaba fácilmente en aquel contexto o periodo de los 12 años de Balaguer por la naturaleza de clase del enemigo. Véase la política criminal implementada por el imperialismo yanqui en Santo Domingo y sus aliados locales, justificando así la insurgencia de la guerra de guerrilla la cual –como dijimos anteriormente– mezclaría en sus motivos invocados la guerra de liberación nacional y la guerra social ya que “de las fuerzas del campo, el proletariado agrícola es la que posee las mejores condiciones para el desarrollo de la lucha estratégica contra el imperialismo”. 

El pensamiento de Carlos Marx en la creación  de la conciencia de clases

Para constituir el grupo o vanguardia para la lucha revolucionaria, Raúl Pérez Peña se circunscribe en el análisis marxista tomando como elemento de apoyo la génesis de la conciencia de clase, la cual se alcanza por medio de la lucha de clases. Según nuestro autor “las zonas rurales constituyen el escenario fundamental de la revolución dominicana. Allí es que existen los más profundos antagonismos sociales y, por ende, donde ha de librarse la más enconada lucha de clases: allí se encuentra el grueso de la población dominicana y el conjunto de las fuerzas principales blancos internos de la revolución; allí existen las mejores condiciones geográficas para el desarrollo de la guerra popular prolongada, etc.” 

En efecto, los obreros agrícolas confrontan a los patrones, los cuales son siempre idénticos a pesar de su diversidad nominal. Estos se visualizan idénticos los unos a los otros en tanto que son radicalmente distintos del otro con el que se confrontan. Esta situación permitiría, tanto al proletariado agrícola como al campesinado, encontrarse en una misma posición social por medio de la conciencia de clase pues tal como nos dice Pérez Peña: “El proletario agrícola, por haber surgido precisamente del cascaron del feudalismo, tiene arraigados vínculos con el campesino pobre, conoce a fondo sus problemas y se torna altamente sensible ante su justa lucha contra los terratenientes feudales”. 

Así pues, en el Manifiesto del partido comunista de 1848, Marx nos expone los diferentes estados sucesivos del desarrollo del proletariado, el cual se ve atravesado por procesos de contradicciones sucesivas: Al principio, se producen las luchas de los “obreros aislados; luego, los de una fábrica; luego, los de todas una rama de trabajo, los que se enfrentan, en una localidad, con el burgués que personalmente los explota”.  No se trata todavía de una conciencia de clase, sino más bien de una confrontación inmediata donde el burgués existe como tal, no como miembro de la clase burguesa, pues como nos dicen Marx y Engels, la acción de los obreros es violenta cuando rompen las máquinas, destruyen las mercancías, etc.  En síntesis, de eso se trata la lucha de clases.

En ese orden, Raúl Pérez Peña nos subraya las dificultades que posee el campesinado para desarrollar en su conciencia la lucha de clases, pues en el minifundio observaba: “el encadenamiento forzoso a la tierra del señor feudal, el sojuzgamiento de que es víctima por medio de la usura, el trabajo rutinario utilizando los más atrasados métodos, etc., dejan como secuela en la mente del campesino pobre, toda una red de trabas ideológicas que lo entorpecen mucho en su lucha política, quedándose rezagado en comparación con el proletario agrícola”. 

En ese contexto podemos comprender que los campesinos constituyesen una masa diseminada a través de todo el país y esparcida por la competencia. Al final, en el marco de esta dispersión, parece imposible que se pueda materializar la lucha de clases ya que los campesinos están separados y se hacen la competencia los unos contra los otros.

El cambio, en tanto que existencia de clase, encuentra su punto de partida tal como lo desarrolla la teoría marxista, no en los obreros sino en la burguesía y no según la causalidad de tipo económica, pero sí en una causalidad política. En ese orden, Pérez Peña nos señala que “Los nuevos terratenientes capitalistas, la burguesías monopolista del campo y los comerciantes intermediarios (muchos de éstos operando a cuenta de grandes casas comerciales urbanas) vienen adquiriendo tanto poder en nuestras zonas rurales, que si no son allí las fuerzas predominantes, no falta mucho para que adquieran tal predominio. A este poderío, hay que agregar el poder directo que, en sus respectivas localidades, ejercen las compañías imperialistas y las empresas del estado reaccionario, como el central romana y el consejo estatal de azúcar”. 

la producción; los obreros, sublevados, destruyen las mercancías ajenas que les hacen la competencia, destrozan las máquinas, pegan fuego a las fábricas…”. C. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista, op. cit., Ídem.

La multiplicidad de los obreros agrícolas, o como nos dice el autor, “la masa de antiguos campesinos pobres explotados por el feudalismo, se convierte en una masa de nuevos proletarios agrícolas”  pasando a la unidad de clase en un proceso mediatizado por la burguesía y cuya razón es eminentemente política.

En el párrafo siguiente, después de indicarnos el aumento de la fuerza del proletariado, Raúl Pérez Peña nos explica de forma detallada la reducción de las diferencias entre los proletarios cuando nos indica que “La vida de estos deja de depender del pedacito de tierra para depender en lo fundamental de salario, del dinero. Y es que el desarrollo social los ha llevado a las garras del capitalismo, donde han adquirido la “libertad” de elegir al amo que ha de esclavizarlo con las cadenas del trabajo asalariado”.142

Al mismo tiempo en que se fueran reduciendo las diferencias en las condiciones de los obreros agrícolas, los conflictos entre los obreros y la burguesía, tomaría cada vez más forma de conflicto entre dos clases, pues en la sociología marxista la lucha es bien lo que produce la clase. En ese orden, el proletariado en tanto que clase, no preexiste a la lucha de clases, pero la clase es animada por la lucha. Es por esa razón que el autor instaba a “Combatir pues, en forma conjunta a los terratenientes feudales, rompiendo por la vía de la violencia revolucionaria sus latifundios, y a los señores de gran capital que bajo riquezas, es la línea justa de los marxistas-leninistas en el campo, a diferencia de la de los populistas criollos que solo se proponen combatir a los caciques de la llamadas “zonas atrasadas”. 

Sin embargo, la institución de la clase no se deriva únicamente de una lógica de la lucha entre fuerzas antagónicas: ella es también dependiente de los medios de comunicación creados por la gran industria y que desarrollan la movilidad geográfica de los obreros, tal como nos dice Pérez Peña: “Fíjese que desde La Vega hasta Nagua, desde Santiago hasta Dajabón, el valle de San Juan de la Maguana, las distintas aéreas donde se ubican los centros cañeros, etc., son zonas en las que trabajan obreros agrícolas predominantemente”. 

En la lógica marxista “toda lucha de clase, es una lucha política”.  Es por eso que la lucha que requirió de siglos para la burguesía durante la edad media se ha ido acortando ya que “Las ciudades de la Edad Media, con sus caminos vecinales, necesitaron siglos enteros para unirse con las demás; el proletariado moderno, gracias a los ferrocarriles, ha creado su unión en unos cuantos año”.146 Esto nos lo dice Marx y Engels en el Manifiesto del partido comunista, donde también explica que el proceso de constitución de la clase y de lucha de clases reposa sobre un doble mecanismo, donde los obreros entretienen vínculos entre ellos que se desarrollan desde la competencia y la dispersión hasta la unión, al tiempo que el proletariado adquiere una independencia cada vez mayor con la burguesía.

Así pues, tan solo basta con este vínculo para centralizar en una lucha nacional, una lucha de clases, ya que como nos dice Pérez Peña: “Al trabajar en forma concentrada, a pesar del traslado constante de una finca a otra, se le desarrolla un espíritu y una capacidad organizativa que no se registran en ningún otro sector rural”.147 En ese orden, los obreros empiezan por ser elementos aislados, movilizados por la burguesía, y al final del proceso el proletariado está movilizado contra la burguesía. La conciencia aparece primero como conciencia por el proletariado de su fuerza: la conciencia de clase es fundamentalmente conciencia, no de la clase sino de la conciencia de la lucha de clase por la clase.

Es en este sentido que podemos decir que la consciencia de clase y la clase no son primeras, pero son derivadas: la lucha de los obreros es la que hace nacer la consciencia de clase del proletariado. Así pues, la conciencia que toma el proletariado es primero, mientras que el desarrollo de la industria aumenta el número de los proletarios y su concentración, aquella de su fuerza que aumenta.

En efecto, si la masa dispersa de los obreros agrícolas se vuelve una masa coherente, es porque la “burguesía” debe movilizar el proletariado entero para alcanzar sus fines políticos propios. Así pues, como nos lo explica Marx, la unidad de clase del proletariado sería un resultado de la lucha de clases del proletariado, pero también de la lucha de clases de la burguesía, que es en el fondo una lucha de clase política. 

En ese orden, el autor explica que “el gran capital nativo se desarrolla en base al subdesarrollo capitalista de nuestro país contando con la coparticipación y el apoyo del imperialismo yanqui; y patrocinados por el Estado burgués –terrateniente que les sirve–”.  Por tanto, es la dimensión y la naturaleza de la unidad política donde esta se desarrolla, la que condiciona la existencia de la lucha de las clases, por ende, no existe lucha de clase local, pero solamente a la escala de la nación que es la forma política adecuada de la gran industria.

En síntesis, podríamos resumir algunas proposiciones fundamentales del pensamiento de Marx que se encuentran presentes en la obra Proletariado agrícola… en relación a la creación de la conciencia de clases: a) Los proletarios están comprendidos en una lucha de clase en una unidad en tanto clase; b) La burguesía contribuye a la producción de la lucha de las clases; c) La clase es un producto del desarrollo de los medios de comunicación y de la gran industria; d) El proletariado no preexiste en la conciencia de clase del proletariado, ya que no es el proletariado quien la forma sino la lucha de clase del proletariado.

El pensamiento de Vladimir Lenin en la construcción  del partido proletario

El cambio de los obreros desunidos en la lucha de las clases por la centralización y concentración está designada por Marx como “organización de los proletarios como clase, que tanto vale decir como partido político”.150 No obstante, el sentido que Marx le asignaba en 1848 a la palabra “partido” dista mucho de los agrupamientos que buscan obtener algunos objetivos políticos hoy en día.151

En aquel contexto histórico, el proletariado se organizaba en partido cuando los obreros en su conjunto accedían a la existencia política de una clase separada distinta, y los comunistas se definían como la parte más resuelta de los partidos obreros de todos los países y ellos estiman inevitable el derrocamiento por la violencia de todo el orden social antiguo. No obstante, el Partido Comunista en el pensamiento de Marx no aparece como un Estado mayor de la revolución, ya que este indica la dirección sin pretender dirigirla. 

 

Para este destacado autor alemán, forjador del marxismo científico, los comunistas tienen la ventaja de conocer la naturaleza del proceso histórico, pero esto no les da derecho de actuar sobre los otros obreros. Una concepción totalmente distinta se desarrolla en la doctrina del partido de Lenin, quien caracterizaba los partidos políticos en términos de clase (partido obrero, burgués), pero también según su estrategia (oportunista, revolucionaria) y su modo de organización. 

Para Lenin el partido revolucionario debía ser un partido organizado, siguiendo un modelo centralizado, que se corresponda con la psicología del obrero educado en la fábrica, y cuyo objetivo es instaurar la dictadura del proletariado.  Así pues, Lenin inventó un nuevo tipo de partido y de estructura política que debía conducir al triunfo de la revolución. Esta idea aparece reflejada en la obra de Raúl Pérez Peña cuando nos señala que “el papel dirigente de la revolución le toca al partido marxista leninista”. 

diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto. Prácticamente, los comunistas son, pues, el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás; teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario. El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los demás partidos proletarios: constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burguesa, conquista del poder político por el proletariado”. C. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista, Disponible en: https://www. marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm Edición digitalizada para el Marx-Engels Internet Archive por José F. Polanco en 1998. Retranscrito para el Marxists Internet Archive por Juan R. Fajardo en 1999.

La validez que Raúl Pérez Peña le asigna a la teoría de la organización de Lenin, lo conduce a seguir su mismo esquema, pues el punto de partida del político ruso –figura esencial en la revolución de octubre de 1917– consistió en un análisis de la especificidad rusa al final del siglo XIX y principios del siglo XX, marcado por una contradicción: el carácter irreversible del desarrollo capitalista y la hegemonía social de la autocracia zarista. 

Dicha comprensión se observa en la obra de Pérez Peña cuando nos señala que “los comunistas no pueden olvidar por un instante sus objetivos estratégicos, ni la orientación concreta de clase que deben dar a los distintos tipos de lucha que se libran en el campo, aunque pongan especial énfasis en la lucha de todos los sectores por los objetivos nacional-democráticos, comunes a sus intereses en esta etapa de la revolución”. 

Al igual que Lenin en la Rusia de principios del siglo XX, Raúl Pérez Peña considera en su escrito de 1970 que las estructuras económicas y sociales dominicanas, aunque marcadas por el feudalismo, estaban dominadas por el modo de producción capitalista, la cual debería seguir la vía que va del feudalismo al capitalismo y hacia el socialismo.  Así pues, nos explica que “En el caso del azúcar y del arroz, las relaciones capitalistas son casi absolutas en el proceso de su producción; en los demás productos, sin dudas dichas relaciones juegan un papel fundamental, exceptuando el caso del tabaco, en cuyo proceso de cultivación y semi-elaboración en el campo, se entrelazan en forma interesante y muy equilibrada, las relaciones capitalistas u las reminiscencias feudales, siendo las primeras predominantes a juicio del autor del presente trabajo”. 

La demostración de la penetración del capitalismo en la República Dominicana se obtiene a fortiori de los datos económicos que nos expone, ya que no es solamente la industria que es capitalismo, sino que el mundo rural se encuentra profundamente penetrado por la economía de mercado, pues los principales productos agrícolas que producía el país en aquel entonces se orientaban hacia la exportación. Por eso, el autor nos dice que: “La riquezas de los enormes del gran capital agrario en unos obedece básicamente a la explotación típicamente feudal que por largo tiempo ejercieron, y en otros, a una explotación predominante de tipo capitalismo, pero con la incidencia efectiva de determinadas reminiscencias feudales; estos señores consolidan y hacen crecer su capital en base a un capitalismo deformador y atrasado, en el que tienen fuerte presencia rasgos precedentes del feudalismo, como la usura, el antagonismo. Es sencillamente monstruosa la extorción que sobre los pequeños productores ejercen los señores de gran capital y las grandes compañías con sede en las ciudades que comercian con los productos agrícolas”. 

Si bien para Lenin, la Rusia es un país atrasado ya que el zarismo y la autocracia actuaron como freno para el desarrollo del capitalismo, para Raúl Pérez Peña ese papel que él denomina como “retranca del desarrollo social y aliado básico del imperialismo” lo desempeñaban en nuestro país “el gran capital agrario”, tal como se ve reflejado en el siguiente comentario: “De esta manera, estos señores del gran capital sirven de retranca al desarrollo capitalista, frenan el desarrollo de nuestra economía, especialmente de nuestra producción agrícola, manteniendo el país en la categoría de los dominados países subdesarrollados”. 

Partiendo de la visión leninista, la autocracia zarista dificultó la aparición en Rusia de una burguesía civilizada y civilizadora. 

El diagnóstico formulado en la obra antes mencionada sobre el desarrollo del capitalismo en Rusia en 1899 fue reforzado por la revolución de 1905, cuando la burguesía rusa se mostró dubitativa, contrariamente a lo que ella fue en Francia e Inglaterra.162 Es por esa razón que la burguesía rusa no emprendió nunca su revolución de 1789. De allí que, para Lenin, al proletariado ruso le tocó cumplir con las tareas históricas de la burguesía y las suyas propias. Por tanto, no puede espontáneamente elevarse hasta la conciencia de su misión histórica a la burguesía rusa, pues fue inconsecuente en la lucha contra el despotismo zarista.

Siguiendo el esquema establecido por Marx en el Manifiesto del Partido Comunista, Lenin le asignó al partido la misión que Marx le había consignado a la burguesía como clase que contribuiría a parir la revolución. Para Lenin, la conciencia revolucionaria no puede ser engendrada por la lucha de clases en Rusia, por lo que entiende que esta debe ser importada entre los obreros que se convierten en una clase (ya que conciencia de sí misma) y que llevan desde entonces, no más combates sindicales pero una lucha de clases.

En ese orden, la teorización de la lucha de las clases elaborada por Marx en 1848 es –evidentemente, sin decirlo abiertamente– revertida por Lenin, ya que para este autor el partido precede la clase y es el motor de la historia. En ese orden, para Lenin no es más la lucha de clases, pero el partido es quien hace el productor de la lucha de clases. Por eso Raúl Pérez Peña, sin entrar en la polémica establecida entre Marx y Lenin, sostiene que la “garantía del éxito” de la revolución estaba en la “construcción del partido proletario” cuya idea o anhelo  162 Este análisis se desprende de lo que es la lucha de clases en la visión leninista, tal como se refleja en la compilación de V. Lenin, Obras escogidas, Tomo 1, Edición Progreso, Moscú, 1960, p. 15.

nunca se llegó verdaderamente a materializar en República Dominicana, a pesar de múltiples esfuerzos como fueron los realizados por el Movimiento Popular Dominicano (MPD), el Partido Comunista de los Trabajadores (PCT), o el Partido de los Trabajadores Dominicano, (PTD) marxista-leninista, entre otros proyectos políticos de la izquierda revolucionaria.

Por otra parte, como se puede constatar en el texto El proletariado agrícola, Raúl Pérez Peña le asigna al Partido del proletariado una alta dosis de legitimidad al conferirle la misión de dirección para “desarrollar finalmente la ofensiva que culmine con la toma de poder político por el pueblo, encabezado por la clase obrera a través de su partido clasista”. 

Para Pérez Peña, la República Dominicana contaba, a principios de la década del 70, con una mayoría de proletarios y semi-proletarios agrícolas, lo que desde su punto de vista hacía posible y deseable la revolución en el país. En ese orden, la revolución socialista tendría una predominancia rural que se impondría con la adición de los obreros de la industria y de los pobres en los campos, teniendo en cuenta que “el proletario agrícola es el escenario social ineludible y fundamental para la construcción del partido comunista en las zonas rurales de nuestro país, y el encargado directo de dirigir la lucha de los campesinos pobres, y combatir junto a ellos, contra los terratenientes feudales. Este papel de fuerza dirigente en el campo se lo asigna su condición social de clases no explotadora, que lo convierte a su vez, en un sector social de más conciencia política, y de más sentido de organización y de disciplina, que el campesino pobre, pequeño propietario”. 

y científica, factor básico para la construcción del partido marxistaleninista, del frente unido, y para el desarrollo de la guerra popular prolongada”. En R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit. p. 29.

En ese sentido, “el análisis concreto de la situación concreta” para emplear el vocabulario de Lenin, garantizaba, según Raúl Pérez Peña, la correlación de fuerza en favor del proletariado agrícola cuando nos señala que “estas afirmaciones categóricas podrían ser objetivizadas por los camaradas que con un PUNTO DE VISTA PROLETARIO desarrollan la actividad revolucionaria en las zonas rurales del país”.166

Finalmente, en lo referente a este capítulo, se observa en el texto de Raúl Pérez Peña la visión leninista referente a la unidad de las voluntades en los sectores proletarios y del centralismo político en la organización revolucionaria, pues aunque el proletariado agrícola constituía “el sector social fundamental en nuestras zonas rurales”  este debía jugar “bajo la dirección del proletario urbano, el papel estratégico más importante en la revolución dominicana”. 

El pensamiento de Carlos Marx en la determinación  de la política por la economía

El análisis político de la sociedad dominicana de 1970 que realiza Raúl Pérez Peña se fundamenta sobre las bases del marxismo científico, específicamente en los términos que desarrollan los conceptos de infraestructura y superestructura. En ese sentido, podemos señalar que la infraestructura se identifica con la esfera económica a la que Marx considera como el lugar real de la historia. Por otra parte, la superestructura se visualiza como un reflejo de esta que se puede observar en los diferentes estamentos de la sociedad como el Estado, la ideología, el derecho y la religión.

En efecto, en el capítulo El proletariado agrícola: soporte principal de la economía nacional, Raúl Pérez Peña sigue la reflexiónmarxista sobre la forma en la que se desarrolla la conciencia de clase, la cual, como nos decía Marx, se establece con una lógica simple donde “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”. 

La importancia otorgada por Raúl Pérez Peña al proletariado agrícola, en su esfuerzo militante por inspirar y promover la revolución en el país, obedece fundamentalmente al importante porcentaje cuantitativo que representaba esta franja en el sector productivo nacional, pues se debe tomar en cuenta lo que el autor señalaba cuando nos decía: “que la exportación de azúcar representa un 60 por ciento aproximadamente de la entrada de divisas al país”. 

De igual forma podemos señalar que la confianza que el autor poseía en el proletariado agrícola residía especialmente en el hecho de que como sector social ocupaban “un lugar predominante en las relaciones capitalistas de explotación, lo que quiere decir que su producción descansa fundamentalmente en los hombros del proletariado agrícola”. 

Por esa razón escoge y le otorga una importancia preponderante al proletariado agrícola como agente implicado en posición de dominado-explotado dentro de las relaciones de producción y reproducción, las cuales desarrollan a la vez como relaciones naturales y sociales que constituyen la base material de la sociedad, aquello que Marx calificaba frecuentemente como la “vida”.

Al subrayar la determinación de la económico en lo político cuando nos dice “Como se sabe, el poder político reaccionario descansa en el poder económico de las clases que lo sustentan”,  Raúl Pérez Peña intenta demostrar cómo lo revela Federico Engels en su introducción a la obra Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850  que “los acontecimientos políticos [son el producto] de causas, en última instancia, económicas”.  En ese orden la tesis del autor mantiene una primacía significativa por la práctica social del proletariado agrícola sobre su conciencia afirmando así la importancia capital que posee la economía sobre el conjunto de las otras esferas sociales.

En efecto, al otorgarle la primacía al trabajo como espacio decisivo de la lucha del pueblo para su liberación, Raúl Pérez Peña se inscribe en continuidad del pensamiento de Marx expuestos en su obra Miseria de la filosofía cuando, al enunciar su tesis sobre la determinación de las estructuras políticas y sociales por los dispositivos técnicos, explica que “Las relaciones sociales están íntimamente vinculadas a las fuerzas productivas, [por lo que] los hombres cambian de modo de producción, y al cambiar de modo de producción, la manera de ganarse la vida, cambian todas sus relaciones sociales”. 

Desarrollando un verdadero enfoque antropológico del trabajo agrícola, Raúl Pérez Peña nos señala que: “En resumen los obreros agrícolas son la fuerza más importante de la producción en el campo, y en consecuencia de la economía nacional. Son los máximos productores de divisas, las cuales son consumidas en grandes ciudades, especialmente en la capital. Ellos producen para que la oligarquía pueda ingerir whiskey tener carros lujosos, viajar al exterior con dólares, usar las prendas deslumbrantes, vestir al último grito de la moda, quemar la enorme cantidad de gasolina que consumen, y en fin llevar la vida de derroche que les caracteriza. Mientras esto ocurre, el obrero rural no recibe ni una parte insignificante de las divisas que produce los alimentos que consumen son estrictamente de subsistencia, la ropa de vestir escasamente llega a “una remúa” para los domingos y los pantalones rotos del trabajo diario. Esas masas de hombres son los que cortan la caña, siembran el arroz, recogen el cacao, el café y el tabaco. Sin ellos no hay finca que prospere. Además evitan la salida de divisas, porque son los que laboran en siembra, recolección y transformación de algunos productos del campo actualmente industrializándose, como el tomate, el coco, la leche y diversas frutas.

“Unos trabajan por días, otros prefieren trabajar por ajustes pero en cualquier forma son explotados inmisericordemente. Pasan el día con batata asada o yuca sancochada, y en la tardecita es que concina arroz, acompañándolo (cuando aparecen unos chelitos) con cazabe, y arenque, o “pica-pica” espagueti sin salsa, o salchichón.

“El agotamiento surte sus efectos y al llegar las siete de la noche comienza a acostarse sin tener a su alcance ningún medio de diversión sana que no sea hacer cuentos y jugar domino. La desnutrición unida al exceso de trabajo los aventaja prematuramente cayendo entonces en la peor situación: se les rechaza por poco rendimiento; es que los señores del gran capital están totalmente deshumanizados. Antes se acostumbraba a darles la comida a los trabajadores, pero hoy todo ha cambiado, ahora se exige más rendimiento aun cuando no tengan que comer. Los grandes propietarios tienen sus capataces, y no existe ningún trato con el proletario del campo, lo consideran un ser inferior”. 

Es así como estos planteamientos que hace el autor se encuentran basados en la concepción que Marx desarrollara sobre la sociedad, ya que para este último la economía constituye el fundamento de todas las otras instancias, tal como nos explica en el prólogo de la obra Critica de la economía política, publicada en Berlín en 1859, cuando dice: “en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes…”. 

A modo de conclusión

En el análisis marxista que se desprende de la obra El proletariado agrícola, se puede interpretar que cuando las fuerzas productivas entraran en contradicción con las relaciones de producción, una nueva era de revolución social se iniciaría en el país ya que “solo por ese camino podrá nuestro pueblo darse un gobierno revolucionario, con el sello de la democracia de nuevo cuño que a su vez sirva de antesala a la construcción socialista, único camino para alcanzar un verdadero bienestar y progreso constante para todos los dominicanos”. 

Así pues, en la tesis presentada de El proletariado agrícola: fuerza fundamental de la revolución dominicana, Raúl Pérez Peña, siguiendo los esquemas o matrices del marxismo-leninismo pensamiento Mao Tse Tung, defiende en efecto la capacidad transformadora de la sociedad por la acción organizada, indicándonos finalmente la importancia de una investigación más exhaustiva de carácter científico “que determine a fondo el valor que representa [la masa trabajadora del proletariado agrícola] y la explotación que padece; analizarle sus desgracia actual y las causas que la generan, sus función en nuestras relaciones agrarias y el papel decisivo que la historia le ha reservado para el enrumbamiento de la patria hacia un futuro feliz”

Notas

  1. Es doctor en Historia de la Universidad La Sorbona, París, Francia. Licenciatura y Maestría en Ciencias Sociales y Económicas en la Universidad Católica de París. Bachiller en Osceola High School, Missouri, Estados Unidos y en el Colegio Loyola de Santo Domingo. Actualmente profesor-investigador en la Escuela de Sociología y en la Escuela de Historia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
  2. Esta obra –según nos dice su autor– surge como parte de una experiencia investigativa de “observación participante” desarrollada en una finca arrocera en el año de 1969, en el municipio de Villa Vásquez, provincia de Montecristi, prácticamente en el mismo escenario en el que fue apresado y posteriormente desaparecido en julio de ese mismo año, el dirigente del Movimiento Popular Dominicano Henry Segarra Santos. Este último hecho refleja un poco de las difíciles condiciones de trabajo que existían cuando se llevó a cabo esta investigación, ya que había una férrea persecución política por parte del gobierno de Balaguer y a la vez explica el carácter descriptivo y/o antropológico que se refleja la obra en sus párrafos finales.
  3. Nos referimos a Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir I. Lenin y Mao Tse Tung.
  4. El proletariado agrícola: fuerza fundamental de la revolución dominicana fue publicado en febrero de 1970 por Ediciones 1917, en Santo Domingo, República Dominicana. En este mismo año tuvo lugar la conmemoración del “primer centenario del nacimiento del Gran Lenin” 1870-1970 como nos dice el autor en la primera página del material que se ilustra con una foto de Vladimir Lenin.
  5. La invocación a esta disciplina científica obedece a que la misma (siguiendo los planteamientos formulados por Max Weber) nos ayuda a explicar o comprender la racionalidad de la acción o del pensamiento en el individuo a los fines de visualizar el “sentido de la acción social”.
  6. Amín Abel destaca que “entre preparaciones y levantamientos los jóvenes latinoamericanos estudiábamos el marxismo clásico y la historia de la Revolución Rusa, conocidas casi de memoria por los viejos “teóricos” de los partidos comunistas. A partir de 1963 y a raíz del surgimiento a la luz pública de las divergencias chino-soviéticas comienzan además a conocerse la historia de la revolución China y las obras teóricas de Mao Tse Tung. La guerra de guerrillas es ahora guerra popular y tiene sus leyes específicas que pueden resumirse en las tres varitas mágicas de la revolución: el partido, el frente unido y el ejército popular”. In. A. Abel, América Latina busca su camino, op. cit., p. 38. 
  7. Según nos relata el historiador Alejandro Paulino Ramos, en el comunicado del Comité de Madres y esposas publicado en el periódico El Nacional el 25 de noviembre de 1969: “El manifiesto del Comité de familiares registró con nombres y fotografías la lista de los muertos inventariados entre 1966 y 1969, la que se incrementó a partir de 1970. La cifra, que no incluía los miles de dominicanos que guardaban prisión o habían sido heridos por disparos de desconocidos, llegaba a los 366 muertos: 120 muertos por años, 11 muertos por mes. De los más conocidos y sonados casos se destacaban Juan Castro Arias, Luis Parrish, Ramón Emilio Pichirilo Mejía, Miguel A. Fortuna, Henry Segarra, Guido Gil, Geovanny Gutiérrez, Orlando Mazara y el Profesor Eladio Peña de la Rosa”. In A. Paulino, Familiares de los presos, muertos y desaparecidos: 
  8. Esta cita aparece en el libro De la guerra, de Karl Von Clausewitz, cuya influencia sobre la concepción de la guerra no sólo constituyó la base del pensamiento militar alemán, sino que sigue en vigor en la actualidad. Disponible en: http://www.elartedelaestrategia.com/clausewitz.html 
  9. Alejandro Paulino en su artículo “La guerra de abril de 1965: los muertos que nunca se pudieron contar” destaca el comentario que hace Hamlet Hermann en su libro Eslabón Perdido; gobierno provisional 1965-1966, página 89, publicado en el 2009, [donde] reconstruye una parte de las estadísticas de aquellos cinco meses de lucha civil-militar: “Parecía no bastar a los militares que durante los primeros 85 días del reciente conflicto armado, entre el 24 de abril y el 17 de julio de 1965, la Cruz Roja Dominicana comprobara y registrara 2 mil 850 civiles dominicanos muertos”. En: A. PAULINO, La guerra de abril de 1965: los muertos que nunca se pudieron contar. Disponible en: https://acento.com.do/2014/cultura/8139885-la-guerrade-abril-de-1965-los-muertos-que-nunca-se-pudieron-contar/
  10. Escrito en chino y fechado el 6 de noviembre de 1938, Problemas de la guerra y de la estrategia. Es parte de las conclusiones presentadas por Mao Tse-Tung en la VI Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional del Partido Comunista de China. M. Tse-Tung, Obras escogidas, T. 2, ediciones en lenguas extranjeras, Pekín, 1976, p. 225.
  11. J. C. Portantiero, “Los usos de Gramsci”, Cuadernos de Pasado y Presente. México. 1977. p. 57. Disponible en https://kmarx.wordpress. com/2013/05/26/gramsci-estado-y-sociedad-civil/ 
  12. Según nos decía Vladimir I. Lenin en 1920: “Lo que es la esencia misma, el alma viva del Marxismo: el análisis concreto de una situación concreta.”. Cita extraída del sitio web: https://www.ellibrepensador.com/2012/02/29/ las-tesis-de-febrero-un-analisis-concreto-de-una-situacion-concreta/ 
  13. Según nos dice Roberto Cassá “en el medio de la izquierda de los finales de los sesenta los campesinos tomarían bastante mayor importancia que los trabajadores industriales o de ramas modernas, no solo en las organizaciones partidarias, sino en la lucha social activa de la época”. En R. Cassá, Los orígenes del Movimiento 14 de Junio, Santo Domingo: Editora Búho, 2007, p. 67.
  14. R. Pérez, El proletariado agrícola, Santo Domingo: ediciones 1917, 1970, p. 5.
  15. La guerra popular prolongada es una estrategia político-militar inventada por Mao Tsé-Tung cuyo plan básico consiste en mantener el apoyo de la población y atraer al enemigo al interior donde la población puede desangrarlos por medio de una mezcla de guerra móvil y guerra de guerrillas. 
  16. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., p. 7.
  17. Vale destacar lo que señala el historiador Alejandro Paulino Ramos en su artículo “La izquierda y la lucha armada: la guerra del “campo que rodea la ciudad”, 1966, publicado en el medio digital Acento en fecha 26 de mayo 2017 cuando expresa que “terminada la revolución, la decisión de la dirección del 1J4 [organización a la que perteneció Raúl Pérez Peña] fue la de reiniciar la lucha armada, “esta vez desde bases campesinas, construidas pacientemente”. Disponible en: http://acento.com.do/2017/ politica/8460241-la-izquierda-la-lucha-armada-la-guerra-del-camporodea-la-ciudad-1966/
  18. Se conoce como la Gran Marcha, al trayecto que siguieron las tropas del Ejército Rojo en el interior de China, véase las fuerzas armadas del Partido Comunista de China (PCCh), entre los años 1934 y 1935, huyendo del ejército de la República de China. Este proceso de lucha supuso la subida al poder de Mao Tse Tung.
  19. Nos referimos a la segunda guerra sino-japonesa que se libró entre el 7 de julio de 1937 y el 9 de septiembre de 1945, en el marco de la Segunda Guerra Mundial.
  20. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., pp. 9-10.
  21. El imperialismo, fase superior del capitalismo es un libro escrito por Vladímir Lenin en 1916 donde explica, entre otras cosas, que la época del capitalismo de libre cambio estaba llegando a su fin.
  22. Escrito en chino y fechado el 6 de noviembre de 1938, Problemas de la guerra y de la estrategia, es parte de las conclusiones presentadas por Mao Tse-tung en la VI Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional del Partido Comunista de China.La traducción al español está tomada textualmente de «Ediciones en Lenguas Extranjeras», Pekín, 1967. La Red Vasca Roja la ha tomado del libro: Mao Tse-tung: Problemas de la Guerra y la Estrategia, La Revolución China y el P. Comunista de China, Sobre la Nueva Democracia, Buenos 
  23. Aires: Editorial Abraxas, 1972, 115 páginas.\
  24. Fragmento del discurso de Francisco A. Caamaño Deñó en el Parque Independencia el 14 de Junio de 1965. En audiovisual de R. Fortunato, Abril: La trinchera del honor, video-cine Palau, Santo Domingo, 2005.
  25. Esa es parte de la memoria oral del pueblo dominicano.
  26. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., p.10.
  27. Ibíd., pp. 7-8.
  28. Ibíd., p. 15.
  29. C. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista, Disponible en https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm.
  30. En el Manifiesto comunista, Marx y Engels refieren a las acciones de los proletarios cuando señalan que “Sus ataques no van sólo contra el régimen burgués de producción, van también contra los propios instrumentos de 
  31. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., pp.14-15.
  32. Ibíd., p. 19.
  33. Ibíd., pp. 19-20. 
  34. Ibíd., p. 19. 
  35. Ibíd., pp. 20-21.
  36. Así lo explica Federico Engels en Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, capítulo IV (1886) donde dice: “Todas las luchas políticas son luchas de clases y que todas las luchas de emancipación de clases, pese a su inevitable forma política, pues toda lucha de clases es una lucha política, giran, en último término, en torno a la emancipación económica.” In F. Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/feuer/4.htm 
  37. C. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista, Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm Edición digitalizada para el Marx-Engels Internet Archive por José F. Polanco en 1998. Retranscrito para el Marxists Internet Archive por Juan R. Fajardo en 1999.
  38. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., p. 13.
  39. Los siguientes párrafos del Manifiesto comunista, elaborado por Marx y Engels, nos ayudan a entender estos planteamientos: “En esta primera etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el país y desunida por la concurrencia. Las concentraciones de masas de obreros no son todavía fruto de su propia unión, sino fruto de la unión de la burguesía, que para alcanzar sus fines políticos propios tiene que poner en movimiento –cosa que todavía logra– a todo el proletariado. En esta etapa, los proletarios no combaten contra sus enemigos, sino contra los enemigos de sus enemigos, contra los vestigios de la monarquía absoluta, los grandes señores de la tierra, los burgueses no industriales, los pequeños burgueses. La marcha de la historia está toda concentrada en manos de la burguesía, y cada triunfo así alcanzado es un triunfo de la clase burguesa”. “Sin embargo, el desarrollo de la industria no sólo nutre las filas del proletariado, sino que las aprieta y concentra; sus fuerzas crecen, y crece también la conciencia de ellas. Y al paso que la maquinaria va borrando las diferencias y categorías en el trabajo y reduciendo los salarios casi en todas partes a un nivel bajísimo y uniforme, van nivelándose también los intereses y las condiciones de vida dentro del proletariado. La competencia, cada vez más aguda, desatada entre la burguesía, y las crisis comerciales que desencadena, hacen cada vez más inseguro el salario del obrero; los progresos incesantes y cada día más veloces del maquinismo aumentan gradualmente la inseguridad de su existencia; las colisiones entre obreros y burgueses aislados van tomando el carácter, cada vez más señalado, de colisiones entre dos clases. Los obreros empiezan a coaligarse contra los burgueses, se asocian y unen para la defensa de sus salarios. Crean organizaciones permanentes para pertrecharse en previsión de posibles batallas. De vez en cuando estallan revueltas y sublevaciones”. In C. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista, Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/me/1840s/48-manif.htm Edición digitalizada para el Marx-Engels Internet Archive por José F. Polanco en 1998. Retranscrito para el Marxists Internet Archive por Juan R. Fajardo en 1999.
  40. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., p.24. 
  41. C. Marx y F. Engels, Manifiesto comunista. Disponible en: https://www. marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm 
  42. Tal como nos explica F. Caudin en su obra Marx, Engels y la revolución de 1848, No hay que perder de vista toda la ambigüedad que el término «partido» tiene en esa época. Lo mismo designa una organización estructurada de modo estricto [... ] que un conjunto poco conexo de elementos con más o menos afinidades ideológico-políticas [... ] que la tendencia representada por una publicación, que los seguidores de una personalidad, que una clase o fracción de clase, tomada en su comportamiento frente a las otras, etcétera.” Marx y Engels hacen este uso ambiguo del término igual que los demás escritores de su tiempo. In F. Caudín, Marx, Engels y la revolución de 1848, Madrid: ed. Siglo XXI de España, 1975, p. 71.
  43. Estos calificativos se pueden visualizar con mucha claridad y frecuencia en varias obras de Lenin, como en su famoso ensayo de 1902: ¿Qué hacer?, también en Problemas candentes de nuestro movimiento, pero especialmente en Un paso adelante, dos pasos atrás.
  44. Además de visualizarse en las obras ¿Qué hacer? y Un paso adelante, dos pasos atrás, también se observa este objetivo en lo que desarrolla la obra de Lenin Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática.
  45. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., p.28
  46. Ambos elementos constituyen el núcleo central de la crítica de Lenin para promover el cambio político en la sociedad rusa de principios del siglo XX.
  47. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., p.28.
  48. Estas ideas aparecen expuestas en la obra de Vladimir Lenin El desarrollo del capitalismo en Rusia. 
  49. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., p.32.
  50. Ibíd., p. 21.
  51. Ibíd., p. 23.
  52. Fíjese que el autor planteaba la realización de un estudio profundo sobre el proletario agrícola, cuyos resultados producirían “una importante contribución a la lucha por la formulación de una línea política justa 
  53. Ibíd., p. 7.
  54. Ibíd., p. 30.
  55. Ibíd., p. 37.
  56. Ídem.
  57. C. Marx y F. Engels, La ideología Alemana, Crítica de la novísima filosofía alemana en las personas de sus representantes Feuerbach, B. Bauer y Stirner, y Del socialismo alemán en las de sus diferentes profetas. Disponible en: https://
  58. www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/feuerbach/1.htm
  59. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., p. 31.
  60. Ibíd., pp. 31-32.
  61. Ibíd., p. 31.
  62. La «Introducción» a la obra de Marx «Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850» la escribió Engels para una edición aparte del trabajo, publicado en Berlín en 1895.
  63. C. Marx, Las luchas de clase en Francia de 1848 a 1850. Disponible en: https:// www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/francia/francia1.htm#fn0 
  64. C. MARX, La miseria de la filosofía, ed. alemana, Moscú, 1939, p. 71. In M. HARNECKER, Los conceptos elementales del materialismo histórico, Madrid: 
  65. Siglo veintiuno de España editores S.A., 1976, p. 184.
  66. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., pp. 32-36.
  67. C. Marx, Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol. htm Publicado en el libro; Zur Kritik der plitischen Oekonomie von Karl Marx, Erstes Heft, Berlín, 1859.
  68. R. Pérez, El proletariado agrícola, op. cit., p. 39. 
  69. Ibíd., p. 38. 

Referencias

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Audiovisual

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