En el presente número de Ecos 19 se publican seis estudios de diversas áreas, todos de gran valor. Los mismos tienen en común significativos aportes en cada una de las temáticas que abordan. Las áreas tratadas se ubican en la historia aborigen, historia colonial, visión de Hostos sobre la cultura dominica-na, inmigraciones centroamericanas y antillanas hacia Estados Unidos y, por último, la reseña de una obra pionera en la República Dominicana en el área de la antropología forense. Prácticamente todos estos escritos podrían despertar debates dado sus enfoques que, por novedosos, no solo aportan sino que también provocan. Eso, precisamente, es una preferencia de la revista Ecos porque de esa manera se aporta al desarrollo de las ideas y el conocimiento.
El primer artículo, “Encomiendas y etnocidio en el proceso de colonización de La Española: su impacto en la fe cristia-na”, fue escrito por el profesor José Vásquez Romero. En este artículo se describen las pugnas entre las élites que protago-nizaron el proceso de exterminio de los aborígenes mediante el trabajo forzado en las minas auríferas y en las estancias agrícolas. Y, al mismo tiempo, analiza las confrontaciones entre aborígenes y españoles. También incluye los diferentes modelos coloniales y todo el proceso relacionado con las rebe-liones escenificadas desde Caonabo hasta Enriquillo; con las cuales el autor afirma que se llegó al fin del régimen formal de encomiendas. Vásquez Romero concluye su investigación afirmando el carácter multiétnico de la sociedad taína, por lo cual asigna mayor trascendencia al daño ocasionado por la co-lonización, ya que el exterminio no fue a un solo pueblo.
El segundo estudio, “Caribes y taínos: dos etnias aliadas y enemigas”, del antropólogo José G. Guerrero, es una amplia investigación donde el autor afirma que desde un principio los españoles insistieron en que los caribes eran caníbales para po-der esclavizarlos. La construcción del caribe-caníbal propició la esclavitud y desaparición de todos los grupos aborígenes, sin importar sus etnias. Para este avezado investigador es tiempo de que los libros de historia dominicana incluyan la información de que los indios caribes no sólo vivieron en la isla de Santo Domingo y aportaron toponimias y rasgos culturales al conjunto de la sociedad aborigen, sino que también fueron epígonos de la resistencia anticolonial, dieron nombre a nues-tro mar y archipiélago y que sus descendientes aún viven en el continente americano y en las islas antillanas.
El tercer artículo titulado “En la tierra del Agua Dulce” fue escrito por Jorge Estévez e Irka Mateo. Estos investigadores cul-turales se unen para ofrecer un breve estudio sobre los taínos en el cual aseguran que el mito de la extinción total de los in-dios taínos ha hecho un daño inmenso al estudio de la cultura dominicana moderna. Sostienen que actualmente cualquier cos-tumbre dominicana que no sea española, indudablemente, será considerada como africana por defecto ya que, en la historiogra-fía dominicana, se afirma que todos los taínos desaparecieron hacen 18 o 19 generaciones. Pese a esto, algunos dominicanos continúan aferrados a un pasado indígena y esta visión se ha venido fortaleciendo en los últimos años con el hallazgo del ADN taíno en los dominicanos actuales. Afirman que el ADN no miente, y que casi el 100% de los dominicanos tienen algún grado de ADN autosómico taíno/nativo americano. Concluyen planteando que, contrario al mito de la desaparición de los taí-nos, estas pruebas de ADN afirman que todavía había indios puros viviendo en la isla a finales de los 1800. Afirman que la obsesión con el indio no solo está en la mente, sino en la sangre de los dominicanos. He ahí otro aspecto del tema para el debate.
El cuarto trabajo, “La concepción de Eugenio María de Hostos en torno a la historia como ciencia y la sociedad domi-nicana del Siglo XIX”, fue escrito por el profesor Juan De La Cruz. En el mismo se analiza la concepción de Hostos sobre la historia como ciencia al igual que su visión de la sociedad dominicana del siglo XIX. De la Cruz afirma que Hostos reve-la una escasa comprensión de la verdadera identidad étnica y cultural del pueblo dominicano, resultante de una mezcla de los elementos culturales más pronunciados de los troncos ra-ciales más importantes que incidieron en la conformación del ser dominicano. Al mismo tiempo evidencia, según el autor, ciertos prejuicios raciales y biologicistas en Hostos cuando trata al negro de origen africano de etíope y al blanco con la denominación de caucásico, sin que en los hechos esas deno-minaciones se correspondan con la verdadera procedencia o génesis de ambas razas.
El quinto artículo, “Migración centroamericana y caribeña a Chicago, los casos de los países del “Triángulo del Norte” y República Dominicana”, es un escrito de Oscar Alatriste Guzmán, investigador invitado de la UNAM para Ecos. Este investigador mexicano, en base a información demográfi-ca cuantitativa disponible para los últimos años, analiza el crecimiento y composición de la población latina en EE.UU., particularmente en Chicago. Expone las causas de la llegada de los diferentes migrantes de los países del Triángulo del Norte hacia EE. UU. y de los dominicanos. El autor destaca el carác-ter cosmopolita y multiétnico de dicha ciudad y su sólida red de servicios de organizaciones comunitarias. Hoy los latinos rebasan los 2 millones en el área metropolitana de Chicago constituyendo así poco más de la tercera parte de habitantes. La población originaria del Caribe (Puerto Rico, Cuba y República Dominicana) es mayor que la que emigró de los países del Triángulo del Norte.
El sexto y último trabajo es el titulado “El arte del antropó-logo forense, una propuesta de creación de una unidad básica de antropología forense en el INACIF. Se trata de la reseña de un libro del investigador Wilfredo Mora García, elaborada por el Dr. Rafael Bello Díaz. En su ponderación sobre la inves-tigación de Mora García, Bello Díaz resalta que es la primera obra de esa área escrita en la Republica Dominicana y dice que la misma aborda temas de Derechos Humanos en áreas de la investigación criminal, imposible de sortear sin la antropolo-gía científica. Se concluye señalando que el aporte de esta obra del conspicuo profesor Wilfredo Mora, como informe forense, es sumamente positivo para conocer las peculiaridades recogi-das en las breves páginas acerca del mundo de la antropología física y biológica, sus conceptos centrales, así como el estudio prolegómeno del tema forense antropológico, su arte, y su mi-sión en la investigación.
Esperamos que el contenido de este número despierte interés entre nuestros lectores y lectoras y que se animen a hacernos llegar sus artículos y reflexiones sobre la historia dominicana, las reseñas de libros, y los documentos o comentarios. Las nor-mas editoriales de Ecos se encuentran al final de cada revista. Estaremos esperando sus artículos y colaboraciones en [email protected]
Les recordamos a los lectores que Ecos 19, al igual que los números anteriores, está disponible en versión digital en la página web de la UASD. (Ver: https://www.uasd.edu.do/, en la sección Instituto de Historia). O directamente https://uasd.edu.do/index.php/escuelas2/historia-y-antropologia/instituto-de-inv-antropologicas