Revista ECOS UASD, Año XXVII, Vol. 2, No. 20, julio-diciembre de 2020. ISSN Impreso: 2310-0680. ISSN Electrónico: 2676-0797 • Sitio web: https://revistas.uasd.edu.do/

Frank Moya Pons, Historia del Caribe: Azúcar y plantaciones en el mundo atlántico*

DOI: https://doi.org/10.51274/ecos.v27i20.pp71-80

Politólogo, historiador, doctorando del Centro de Estudios Avanzados del Caribe. Director del Instituto de Estudios Caribeños (INEC).

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Cómo citar: Tejeda, D. 2020. «Frank Moya Pons, Historia del Caribe: azúcar y plantaciones en el mundo atlántico». Revista ECOS UASD, 27(20), 71-80. doi: https://doi.org/10.51274/ecos.v27i20.pp71-80

En esta reseña abordaré críticamente los propósitos, planteamientos y procedimientos narrativos utilizados por el historiador dominicano Frank Moya Pons para elaborar su relato de la historia general de la región del Caribe, la primera publicada en el siglo xxi tanto en inglés como en español. Moya Pons es uno de los principales historiadores no solo dominicanos, sino del Caribe, en ambos idiomas.

El título de la edición original en inglés de la obra de Moya Pons, publicada en 2007, fue: History of the Caribbean plantations, trade, and war in the Atlantic World, editada por Markus Wiener Publishers, Inc., en Princeton, New Jersey, en Estados Unidos, con 402 páginas. Desde entonces, la obra ha tenido varias ediciones y reimpresiones; la edición de 2012 tiene 418 páginas (ISBN 978- 155876-560-3); la edición de 2013 tiene 386 páginas (ISBN: 978-155876-415-6); la edición hardcover de 2015 tiene 402 páginas, igual que la original; otras ediciones tienen 370 páginas. Como se puede observar, con los años, las ediciones en inglés han variado en número de páginas, dependiendo de, si son en pasta dura o en versión rústica, ya que tienen distintos diseños. Estas tienen 20 capítulos, incluyendo un epílogo, especie de conclusiones para cerrar el texto. Al final, se incluyen las notas y la bibliografía de cada capítulo y una general en forma de guía bibliográfica temática, más un index de nombres, lugares y materias. En cambio, la edición en español tiene 19 capítulos y un epílogo. Sin embargo, la primera edición en español, que el autor dio a la estampa en Santo Domingo, en 2008, fue titulada: Historia del Caribe: Azúcar y plantaciones en el mundo atlántico, con 540 páginas; esto se ha mantenido en las siguientes reimpresiones, incluyendo la de 2017, que manejamos para esta reseña.

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Como se puede observar en las portadas interiores, al editarse en español, la obra tuvo un cambio en el subtítulo: en vez de Plantations, Trade, and War in the Atlantic World, el autor prefirió Azúcar y plantaciones en el mundo atlántico; eliminó Trade, and War e introdujo Azúcar, detalle que no deja de ser significativo, ya que este producto es el eje de la narración. Además, el autor varió el orden de prioridad de los conceptos: mientras en inglés Plantations encabeza el subtítulo, en español lo es Azúcar, término que el autor le antepuso a plantaciones (Azúcar y plantaciones). Estos rejuegos del autor tienen que ver con los términos más usuales entre los académicos en ambos idiomas: en español Azúcar tiene una connotación más directa, mientras en inglés lo tiene Plantations. En el mismo sentido, en la edición en español, las notas aparecen al pie de página, y en la edición en inglés al final. Además, en vez de una bibliografía por capítulo y una general, el autor convirtió ambas en una “Bibliografía comentada”, subdivida por capítulos. Esta constituye un notable enriquecimiento de la obra; tanto, que mientras la lista bibliográfica en inglés abarca 26 páginas, en español tiene 85, representando una significativa ampliación; el autor agregó nuevos asientos y valiosos comentarios; se incluyen más de 400 entradas de libros publicados al menos en tres idiomas. Esa “Bibliografía comentada” es, en sí misma, un material que puede publicarse y manejarse de manera independiente, como una guía de recursos para la investigación temática. Pese a las variaciones señaladas, la obra mantiene inalterable su esencia: los temas que trata, las tesis que plantea y los procedimientos utilizados por Moya Pons para construir su propia versión de la historia del Caribe.

Temáticas y tesis de la obra

Como indica su título, el tema general que trata la obra de Moya Pons es la historia del Caribe. Dentro de esta, hay tres tópicos centrales que constituyen las guías conceptuales de la narración: las plantaciones —sobre todo de azúcar, aunque se incluyen las de tabaco, café, jengibre y cacao, también importantes en el mundo agrícola en la región—, el comercio y las guerras; tales conceptos mueven una historia que se desarrolla en un escenario no solo “caribeño”, sino más amplio: el mundo atlántico.

Alrededor de esos tres temas se mueven muchos otros que en la obra tienen un carácter secundario, ya que son derivaciones de aquellos: la ocupación española de las Antillas, el comienzo de la economía atlántica, las masacres contra los indígenas y sus rebeliones; la trata de esclavos, la esclavitud, el cimarronaje, las revueltas de esclavos y el abolicionismo; el comercio triangular, los monopolios coloniales, los corsarios, la piratería, el contrabando y el libre comercio; los circuitos comerciales atlánticos y las tendencias de la producción, las exportaciones y los precios; los cambios tecnológicos que incidieron sobre estas y condujeron al cambio de ingenios a centrales azucareras; el surgimiento de Estados Unidos y de Saint-Domingue; las crisis diplomáticas, las guerras y las revoluciones estadounidense, francesa y haitiana; las luchas por la independencia de Haití, República Dominicana y Cuba; los problemas y conflictos raciales envueltos en las actividades y disputas económicas; la pobreza, las crisis productivas y las migraciones; el surgimiento de los colonos y la burguesía; la formación del campesinado y el proletariado; y otros tópicos relevantes en el relato histórico del Caribe.

El libro de Moya Pons “traza el destino de un grupo de pequeñas islas cuyos recursos naturales los transformaron primero en algunos de los lugares más ricos de la tierra y luego en algunos de los más pobres”1 . La tesis principal del libro es que la plantación azucarera constituye “la fuerza integradora dominante de la historia económica del Caribe”2 . El autor concibe desde esa óptica la importancia de "la evolución de las plantaciones de azúcar” en la región. Estas desataron una “revolución azucarera” que condujo a que economías de tantas islas se volvieran similares, pese a las diferencias lingüísticas, políticas y ecológicas: el sistema de plantación fue “la estructura económica subyacente que hizo a las economías coloniales muy semejantes entre sí”3 . Las “economías azucareras” fueron responsables principales del desarrollo del corso, la piratería y el contrabando; del comercio y las guerras en el mundo atlántico.

El autor sostiene que “si es que existe una corriente que fluye de manera ininterrumpida y produce la unidad histórica de la región esa es la evolución del sistema de plantaciones”4 . Ahora bien, el autor se pregunta a sí mismo: “¿Por qué la plantación de azúcar?”; su respuesta fue redactar la Historia de Caribe. Moya Pons postula que el azúcar fue el eje principal de las plantaciones —aunque esta incluyera otros productos agrícolas, pero nunca de su importancia—, y también el que articuló una “economía atlántica” que desbordó la región, vinculándola con Europa, África y Norteamérica: el mundo atlántico. En este, la trata negrera y la plantación azucarera adquirieron un carácter europeo5 —no sólo español, aunque España la iniciara en el siglo xvi—. Ese enfoque da pie a Moya Pons para otra importante tesis, sosteniendo que “desde una perspectiva mundial el desarrollo del capitalismo no podría entenderse completamente sin el sistema de la plantación azucarera”; así, “las conexiones económicas que unieron al Caribe con África, Europa y Norteamérica, antes y después de la Revolución Industrial, son cruciales para entender el surgimiento del capitalismo como sistema económico mundial”6. En este planteamiento Moya Pons coincide con —y yo diría que retoma— una tesis similar expuesta por Sydney Mintz en “El Caribe como área sociocultural”7 , aunque sus enfoques de la región son bastante distintos. Pero, a diferencia de los aspectos socioculturales señalados por Mintz como característicos del  Caribe, en otra de sus tesis secundarias Moya Pons considera que fue “dentro del marco unificador de las plantaciones azucareras” que “surgieron distintas sociedades criollas que con el tiempo se convirtieron en nuevas naciones”8

Si bien puede entenderse que las luchas de las potencias europeas por el control del comercio atlántico fueron las causas principales de las guerras en esta zona en los siglos xvii, xviii y xix, es de dudar que las revoluciones en el área atlántica tuvieran sus causas en la lucha por los recursos económicos que esta movía. Aunque esto puede aceptarse válidamente para la independencia de Estados Unidos, ni la Revolución Francesa, que tanto incidió en el mundo atlántico, ni la revolución haitiana, que derivó de ella, pueden considerarse estrictamente como revoluciones motivadas enteramente por disputas de recursos, aunque indudablemente estos estuvieron involucrados en ambos procesos, incluso de manera relevante. Más bien, la primera fue una revolución política que implicaba el control de la economía, mientras que la segunda fue una revolución social que adquirió una dimensión política al implicar un proceso de liberación nacional con la creación de un nuevo Estado, no controlado por la burguesía en ascenso en Europa y Norteamérica. En mi opinión, eso significa que no puede sintetizarse la historia del Caribe en “azúcar y plantaciones”, o en “plantaciones, comercio y guerras” imperiales. Una de las virtudes del libro de Moya Pons es revelar la manera en que la demanda europea de productos tropicales llevó a las islas del Caribe al mundo atlántico y al sistema global en Occidente. No obstante, si bien el sistema de plantaciones y las áreas territoriales cubiertas por este fueron una "unidad económica homogénea", incluso más allá de la región (abarcó partes de Brasil, Centroamérica y Suramérica), resulta dudoso que tal homogeneidad pueda extenderse a toda la historia del Caribe.

 La heterogeneidad característica del Caribe deriva de que, aunque durante mucho tiempo el sistema de plantaciones, y el azúcar como su principal producto, fueron el factor económico dominante en la mayora de los territorios caribeños, ni uno ni otro pueden explicar los procesos económicos que ocurrieron paralelamente a las plantaciones, ni los sujetos sociales que se desarrollaron en estas actividades, ni el hecho de que en muchos lugares —sobre todo en las Antillas hispanohablantes— estos fueran los principales protagonistas de los hechos políticos, incluyendo la creación de las naciones y los Estados nacionales.

Los ejemplos al respecto son República Dominicana, Cuba y Puerto Rico, países donde grupos sociales no azucareros —sectores de poder económico como hacendados y burgueses, y capas emergentes como el campesinado— fueron los principales actores de las guerras de independencia o las luchas autonómicas. En Cuba, incluso, mientras los propietarios de ingenios azucareros eran opuestos a la independencia, las personas esclavizadas en las plantaciones participaron en la última guerra independentista subordinadas a las fuerzas protagónicas, y asumieron esa lucha como un medio para lograr su objetivo principal, que era liberarse de la esclavitud. Hasta no asegurarse que con la independencia se les garantizaría la libertad, los esclavizados no se incorporaron masivamente a la causa nacional cubana. Los plantadores azucareros eran los principales adversarios de esa reivindicación. En no pocos lugares, los procesos de formación de las naciones y las culturas locales se produjeron por fuera del sistema de plantaciones y de la industria azucarera. Sería arriesgado subsumir bajo el paraguas de "islas azucareras" los nacientes Estados en las Antillas de los siglos xix y xx. Si ciertamente eran países azucareros (en forma similar que las centroamericanas eran “repúblicas bananeras”), muchas Antillas eran mucho más que eso: en la dinámica y compleja coexistencia de economía azucarera y no-azucarera está la clave para entender los procesos de formación de culturas locales y naciones en las islas principales antes, durante y después de la “revolución azucarera” en el Caribe.

Visión de la historia en Moya Pons

El libro de Moya Pons abarca un largo lapso de alrededor de 450 años, desde el desembarco europeo en La Española, encabezado por Cristóbal Colón en 1492, hasta la Gran Depresión de 1929. Al hacer su recorrido por ese extenso espacio temporal, resulta obvio que para el autor el móvil de la historia del Caribe es la economía; las grandes transformaciones derivan de esta, ya se trate de la "revolución azucarera" o de la “revolución tecnológica” que ayudó a hacerla posible; de la Revolución Francesa, la Independencia de Estados Unidos o de la Revolución Haitiana, que incidieron en la región.

Tal como subraya Moya Pons, esta obra es una historia económica del Caribe: en ella, lo que mueve la historia es la lucha por las riquezas económicas y los recursos naturales en que se apoyan; en ese enfoque, el autor asume la visión materialista de la historia; lo hace sin acercarse a la teoría marxista, que enfatiza las condiciones materiales como determinantes del desarrollo espiritual de las naciones; su relato dista bastante de esta: mientras para el marxismo el motor de la historia es la lucha de clases, para Moya Pons lo que la impulsa son las disputas económicas: la lucha por los recursos es lo que impulsa a los imperios, a las naciones, a las clases sociales y a los grupos raciales; el motivo económico es lo que lleva a la colonización, a las guerras imperiales, a la migración, a las revueltas sociales y raciales. Esa perspectiva de Moya Pons recupera el liberalismo clásico. 

Certeramente, al enfocar la importancia central del azúcar como móvil sustancial de las plantaciones y las disputas imperiales, el autor aborda las políticas de las potencias occidentales y las guerras entre ellas como actos tendientes a aprovechar mejor el pastel de la industria azucarera y su extraordinaria expansión desde el siglo xvi. Para Moya Pons, los actores no importan tanto como sus motivaciones, enfocadas en la economía. Aquí, también, pareciera producirse un acercamiento al “determinismo económico” atribuido  al marxismo, que más bien corresponde al liberalismo: por eso, sin ser marxista, el autor tiene un enfoque económico determinista. No obstante, Norman Girvan, quien dedicó una sopesada reseña crítica a la obra, relativiza ese tópico: “este no es un libro de simple determinismo económico. Las particularidades y variaciones que ocurren por tamaño, topografía, idiosincrasia metropolitana, eventos naturales y resistencia subalterna son ampliamente tratadas. El desarrollo político en las colonias caribeñas forma el telón de fondo —a veces condicionado, otras veces no condicionado— a la evolución de la economía de plantación caribeña, mientras que las formaciones sociales asumen diversas formas”9 . Aunque el determinismo económico de Moya Pons sea complejo, esto solo matiza su enfoque, manteniendo lo sustancial: la motivación económica como base de los conflictos sociales; así, “hasta la década de 1930, las plantaciones trajeron una riqueza sin precedentes a los propietarios del Viejo Mundo y condujeron a guerras sangrientas en ambos lados del Atlántico por el control del lucrativo mercado del azúcar”10.

La obra en su contexto histórico

Los planteamientos de Moya Pons se pueden entender mejor en el contexto histórico en que se publicó Historia del Caribe, en la primera década del siglo xxi. Uno de sus principales rasgos fue la post Guerra Fría, que dejó atrás la polarización este-oeste, centrada en la disputa por la hegemonía global entre Estados Unidos y la Unión Soviética, principales cabezas de los bloques capitalista y socialista, respectivamente; esta lucha se resolvió a favor del primer bloque, poniendo en apogeo el neoliberalismo económico, que centraba la lucha de los seres humanos en el control de los recursos económicos: el homos economicus.

El contexto historiográfico se caracterizaba por un auge previo de las nociones posmodernas; estas, poniendo en jaque las teorías clásicas acerca del Estado, la sociedad y la cultura, cuestionaron fuertemente las más reconocidas filosofías de la Historia; de hecho, a inicios de la década final del siglo xx, se difundió bastante una especie de filosofía posmoderna de la Historia, basada en el pregonado “fin de la historia” que Francis Fukuyama supuso al caer el Muro de Berlín y desintegrarse la Unión Soviética. El postulado del filósofo nipón-estadounidense unió el triunfo del oeste sobre el este con el neoliberalismo y la filosofía posmoderna de la Historia; su apogeo simultáneo, aunque paralelo, hizo tambalear muchas teorías clásicas que habían dominado las Humanidades y las ciencias sociales.

Por tanto, una historia del Caribe en la cual las luchas humanas —se trate de naciones, clases sociales, grupos raciales, de género o generacionales— se centren en disputas económicas, resultó coherente con una visión de la región como hechura del homo economicus que parece derivarse de La riqueza de las naciones, de Adam Smith: un ser cuya conducta interesada en la riqueza —los recursos económicos— se guía por la competencia y no por la reciprocidad, por el sentido del interés y de la propiedad, y no por la cooperación, dando lugar a incesantes conflictos, a menudo crueles. Es la historia que transmite Moya Pons, pero explicadas no por causas circunstanciales, sino estructurales. Este aspecto es uno de los más interesantes de la obra.

La metodología de Historia del Caribe

En sus 540 páginas, la obra se divide en 19 capítulos y un epílogo, más una valiosa bibliografía comentada. El libro combina temas y tiempos: la narración está ordenada en una secuencia temporal según bloques temáticos. Cada capítulo representa un subtema o bloque de asuntos, y a su vez, está subdividido en secciones con tópicos más específicos, de modo que la narración fluye combinando lo general con lo particular. Los subtítulos contribuyen a dinamizar la narración ante la percepción del lector. El estilo del libro es el de una vista panorámica, que provee una gran imagen de la región —sus grandes rasgos—; es decir, se trata de una historia general del Caribe desde 1492 hasta 1929.

La obra está bien escrita: el autor usa el lenguaje con claridad y propiedad, aunque se encuentren repeticiones lingüísticas innecesarias; es de lectura fácil y amena; generalmente, utiliza frases cortas, lo cual simplifica la lectura, pues requiere menos esfuerzo intelectual al tener una construcción verbal y discursiva menos compleja; el libro tiene pocos incidentales (frases entre guiones o entre paréntesis); tratándose de una historia general, el cuerpo del texto tiene pocas notas, y ninguna cita de autor o referencia bibliográfica, lo cual se suple al final con la bibliografía comentada, capítulo por capítulo. Eso facilita la lectura para el lector mediano, al cual se dirige la obra. El autor usa un lenguaje profesional y académico, pero no muy especializado, evitando complicar la lectura a los no especialistas. La obra se dirige a servir para uso didáctico, como libro de texto de historia regional. La historia está narrada siguiendo la estructura clásica de una novela, con principio y fin, y entre ambos polos figuran las tensiones y conflictos que dan vida al relato. Cada capítulo, y cada sección, anticipan lo que sigue. Así, la narración fluye amigablemente para el lector medianamente informado. La plantación azucarera es el hilo conductor a lo largo del libro, el que permite al autor tejer su historia del Caribe —una historia económica—, de la cual derivará lo social, lo demográfica y lo político, apoyada en lo geográfico.

Las técnicas narrativas usadas por el autor son efectivas; en temas que pueden ser complicados, usa ejemplo que permiten comprender mejor lo expuesto. Para dar una idea de lo que significaba un volumen de producción azucarera en el siglo xvi, Moya Pons indica que se necesitaba un acre de tierra para producir una tonelada de azúcar. Para hacer más gráfica y comprensible la historia narrada, el autor expone datos menudos pero significativos, como el precio del azúcar en 1522 o el valor monetario de un esclavo en 1530. Asimismo, se ofrecen detalles de procesos y valiosas descripciones que ayudan a la mejor comprensión de la realidad tratada; por ejemplo, se describe cómo funcionaba un ingenio: “La tierra del ingenio estaba dividida en cuatro partes; una se dedicaba al cultivo de la caña; otra se utilizaba para producir yuca, plátanos y víveres para alimentar a los esclavos; otra parte de bosques servía para producir leña para los hornos; la última se dedicaba al pastoreo de los animales de trabajo y para el ganado de la carne”11.

Veamos cómo se describe la operación de un molino de fabricación de azúcar: “El molino consistía en dos rodillos de madera colocados en posición horizontal y movidos por agua o por fuerza animal. El jugo que se extraía se hervía en grandes calderos de cobre, hasta que se convertía en melaza, la cual se cocía a alta temperatura hasta un punto de evaporación adecuado”12. Hay descripciones que son importantes para entender los procesos económicos relatados: “El azúcar costaba muchísimo más trabajo de producir que el jengibre, pues, además de cortar y transportar la caña de la plantación al ingenio, había que molerla, transformando luego su jugo en un proceso manufacturero que exigía grandes esfuerzos”13. Se describen algunas innovaciones tecnológicas, como el “tren jamaiquino”: “Los ingenios construidos con este sistema tenían todos los calderos donde se servía el jugo de caña colocados en un tren de holganza, alimentados por un fuego único aplicado en el extremo”14.

La obra tiene un adecuado manejo de la narración estadística: no se presentan tablas, ni gráficos, sino que los datos se detallan como parte del texto: “Las series estadísticas disponibles muestran que la producción azucarera en las Antillas en la segunda mitad del siglo xvi se mantuvo estable durante varias décadas en niveles promedios  superiores a las 600 toneladas por año hasta 1584”15. Así, los datos sobre producción, precios y otras variables económicas forman parte del texto mismo, pues “El énfasis está en contar la historia, no en probar un caso”16.

En el estilo adoptado por el autor, considero debilidades del texto algunas repeticiones innecesarias17, el uso frecuente de la palabra “negro” por “esclavo”, diciendo “negros esclavos”, lo que reproduce el estereotipo al respecto, largamente difundido; asimismo, evitando citar fuentes, en numerosos casos el autor se atrapa en imprecisiones evitables. Veamos: (sobre oficiales coloniales en la última década del siglo XVI): “varios de ellos señalaron que al perder el control de las exportaciones…”; “hubo personas en Inglaterra que llegaron a pensar que era posible expulsar totalmente los españoles”; “un documento de esta época dice que…”, “Según escribió un viajero en 1650…”, “Unos estudios modernos cuestionan...”, “estudios modernos muestran que…”, “según un informe preparado por un contralmirante holandés…”, “otro informe contemporáneo preparado por un observador británico…”, “un estimado contemporáneo calculó que…”, “La abolición de la esclavitud, razonaban muchos, significaría la ruina de las colonias”18.

Aportación de la obra

 Entre los aportes que consideramos importantes de la obra se encuentran:

Aspectos críticos de la obra

Moya Pons es consciente de que su Historia del Caribe tiene significativas ausencias y limitaciones: así lo expone al comienzo de la obra al decir que tuvo que restringirse a trabajar variables básicas y debió omitir aspectos sociales y culturales, tales “la forma en que los esclavos vivieron sus vidas, el papel de las familias y las mujeres, muchos eventos políticos, salud y educación, y fenómenos religiosos”28. Dentro del acertado planteamiento de la “uniformidad estructural de las economías caribeñas”, observo que, en contrapartida, es posible proponer que la unidad funcional de las economías de plantación, y a causa de sus continuidades estructurales, este sistema tuvo efectos sociales a la inversa: fomentó la desintegración social y cultural de las poblaciones de la región.

Si bien las islas compartieron la experiencia común de la plantación, por largo tiempo esta mantuvo la segregación de los grupos humanos esclavizados, permaneciendo por siglos su estigmatización, su discriminación y los prejuicios sobre ellos. En ese sentido, echamos de menos que el autor no tratara, aunque sea en un capítulo panorámico, la historia sociocultural del Caribe (exceptuando puntuales referencias relacionadas con aspectos económicos, como las dietas alimenticias29 —relacionadas con la agricultura— y los hábitos de consumo —caso de la implantación del azúcar como producto de consumo masivo—. El propio Moya Pons señala la ausencia de la religiosidad y de los religiosos (no aparecen las luchas de los padres Montesinos y Las Casas por la libertad y los derechos de los indios en el siglo XVI), las diversiones públicas, el pensamiento y la actividad intelectual (por ejemplo, las universidades y la actividad educativa), la urbanización y el significado histórico de la arquitectura —a excepción de las edificaciones militares—; y sobre todo, los temas del colonialismo, la diversidad de culturas, y el proceso de formación de identidades nacionales y de conformación de las naciones.

Entendemos que estos últimos tópicos se derivan del hecho de que al poner el foco en el sistema de plantación, el autor no desarrolla lo suficiente —pese a mencionarlos frecuentemente— los sectores no azucareros30, cuya alta relevancia se puede medir en la formación del campesino por fuera del mismo, y su papel en la constitución de las naciones del Caribe, al menos en las Antillas hispanohablantes. Eso lleva a pensar que en la obra subyace una subestimación tanto de su peso específico en la economía y la sociedad, como de su diversidad.

Conclusión

Creo que Moya Pons logró su propósito principal, consistente en “hacer evidente que ningún otro descubrimiento ha tenido consecuencias tan importantes y duraderas como la invasión europea del Caribe y la conversión de esta región en uno de los pivotes de la economía planetaria”31. La región jugó ese papel insertándose en la economía atlántica a través del sistema de plantaciones —sobre todo de azúcar—, que ha sido central tanto para del Caribe como para el desarrollo del capitalismo.

Por la perspectiva económica determinista con que el autor aborda el tema, para este la historia caribeña no es, en lo fundamental, la de las luchas de clases, o por el poder político, o por ideologías o creencias religiosas, sino la disputa por las riquezas. Esta lleva al comercio y los enfrentamientos sociales, a los conflictos y las guerras. Creo que el mensaje subyacente en Historia del Caribe de Frank Moya Pons es una filosofía de la historia fundamentada en una mirada de la economía como motor de la historia.

Por su envergadura teórica y metodológica en la historiografía regional, Historia del Caribe de Moya Pons pasa a engrosar la corta lista de obras de autores caribeños que pueden considerarse clásicas en la materia, junto a los libros ya consagrados de Juan Bosch, Erick Williams y Germán Arciniegas, que quedan como las grandes historias de la región del Caribe publicadas por autores de esta, en español e inglés, durante el siglo XX, mientras la de Moya Pons inaugura en ambos idiomas las del siglo XXI.

Notas

    * Frank Moya Pons, Historia del Caribe: Azúcar y plantaciones en el mundo atlántico, Santo Domingo: 2008, [3ra ed. en español 2017].Librería La Trinitaria (imp.: Editora Búho), 540 págs. ISBN: 978-99934-39-78-3.
    1 “History of the Caribbean: plantations, trade, and war in the Atlantic world.” In https://searchworks.stanford.edu/ view/7152474 Acceso: 11 de octubre de 2019.
    2 Frank Moya Pons, Historia del Caribe: azúcar y plantaciones en el mundo Atlántico, 2008: 431. Todas las citas corresponden a esta edición, excepto cuando se indique otra cosa.
    3 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 431.
    4 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 431.
    5 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 431.
    6 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 434 y 431
    7 Sydney W. Mintz, “El Caribe como área sociocultural”, en revista del Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de Puerto Rico: 61-99.
    8 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 432.
    9 Norman Girvan, “Frank Moya Pons. 2007. History of the Caribbean: Plantations, Trade, and War in the Atlantic World.” In Caribbean Studies, 41 (1), jan-jun: 225-233
    10 Norman Girvan, “History of the Caribbean: plantations…”, 225-233
    11 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 40.
    12 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 40.
    13 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 48, 40.
    14 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 163.
    15 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 46.
    16 Norman Girvan, “Frank Moya Pons…”.
    17 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 111.
    18 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 73, 91, 122, 122, 160, 161, 205, 206, 207, 219, respectivamente.
    19 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 49.
    20 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 39.
    21 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 59
    22 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 59.
    23 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 155-156.
    24 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, citas de las págs. 50, 158, 52, 51, 38, 155 y 105, respectivamente.
    25 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 106.
    26 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 15.
    27 Olwyn M. Blouet, “History of the Caribbean by Frank Moya Pons”, In New West Indian Guide, 83 (1/2), 2009: 180-182.
    28 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, xi.
    29 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 125.
    30 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 162.
    31 Frank Moya Pons, Historia del Caribe, 434.