Sus aportes a la historia dominicana son numerosos y han merecido el reconocimiento de la comunidad académica por su calidad, avalorados además por estar sus estudios generalmente apoyados en evidencias documentales fruto de su propia investigación en distintos repositorios nacionales y extranjeros.
Este libro proporciona nuevos conocimientos en torno al tema de la esclavitud en la historia
* Amadeo Julián, El contrabando de esclavos en Santo Do-
mingo y la fuga de esclavos de la colonia francesa a la colonia española de Santo Domingo (2 volúmenes), Santo Domingo: Archivo General de la Nación, 2023, (v. I; 421 pp.) y (v. II; 247 pp). |
Cubierta del volumen I del libro El contrabando de esclavos en Santo Domingo y la fuga de esclavos de la colonia francesa a la colonia española de Santo Domingo, de Amadeo Julián. |
colonial dominicana del siglo XVIII. El autor no solo se propuso enfocar problemas novedosos, que sitúa en su contexto histórico, como son los casos del contrabando y las fugas de esclavos, que acomete con preguntas y documentación específicas. Si no que, además, avanza planteando tesis atrevidas sobre el carácter y la descomposición de la esclavitud en el periodo tardo-colonial.
Los resultados de sus investigaciones están distribuidos en cuatro estudios o capítulos; estos son, a saber:
a. Negros de mala entrada. El contrabando de esclavos en la colonia española de Santo Domingo en la segunda mitad del siglo XVIII (Tomo I, pp. 19-68).
b. Visitas a las Haciendas existentes en el distri-to de la Ciudad de Santo Domingo en 1779. Número de esclavos y distribución en los diferentes establecimientos de producción (Tomo I, pp. 69-86).
c. La fuga de esclavos de la colonia francesa a la colonia española de Santo Domingo, la fundación de Los Minas y los negros libres (Tomo I, pp. 87-138).
d. Políticas de control social, económico y político sobre los negros libres (Tomo I, pp. 139-172).
El primer estudio, como refiere el propio autor, es una ampliación de la ponencia presentada en el Seminario la Ruta del Esclavo, organizado por la UNESCO, que fue publicada en por la Comisión Nacional Dominicana de la Ruta del Esclavo en 2006; y en él analiza por primera vez los libros donde ser registraron las actuaciones de los oficiales de las Cajas Reales para el cobro de los derechos por concepto del indulto para los esclavos de contrabando concedido por el Rey en 1776. El segundo trabajo es inédito y se refiere a la visita realizada por el alcalde de la Santa Hermandad, Ildefonso Navarro, a las haciendas que ocupan el entorno de Santo Domingo, en 1779. Ambos trabajos resultan complementarios, ya que los libros sobre los esclavos de mala entrada analizados en el primer trabajo, excluyen la jurisdicción de la ciudad de Santo Domingo; aun así, el segundo trabajo solo se refiere a la parte rural de esta última jurisdicción, que era el campo de actuación de dichos alcaldes de la Hermandad
Los dos últimos estudios también están íntimamente relacionados, pues se refiere, el primero, al pueblo de Los Minas desde su fundación en la segunda mitad del siglo XVII y su desarrollo hasta finales del siglo XVIII; este pueblo está situado en las cercanías de Santo Domingo y fue conformado con esclavos fugados que encontraron su libertad y refugio en la colonia española. El segundo versa acerca de las políticas de control socio-económico y político sobre los negros libres, y analiza uno de los dilemas acuciantes de las autoridades coloniales en la segunda mitad del siglo XVIII en torno a la mayor utilidad de los esclavos.
Como se advierte, los cuatro trabajos reunidos en este libro, salvo uno, fueron publicados o dados a conocer en forma de artículo y/o conferencia ofrecidos por su autor en publicaciones y contextos académicos, por lo que recibieron los comentarios críticos y observaciones de colegas historiadores y especialistas en diversos campos. De manera que los desarrollos posteriores, anunciados por su autor en el prefacio del libro, sin dudas incorporan reflexiones que suscitaron en su momento dichos aportes críticos.
El capítulo sobre los negros de mala entrada y el contrabando de esclavos refiere cómo este flujo de esclavos era imprescindible para el sostenimiento de la sociedad esclavista de Santo Domingo, pese a las múltiples cuestiones contradictorias que planteaba la presencia de la colonia francesa al oeste de la isla; por demás, el creciente comercio con dicha colonia fue, desde fines del siglo XVII, la tabla de salvación del comercio de Santo Domingo español. La fundación del pueblo de Los Minas forma parte de los retos y las situaciones, que se dieron de hecho, en respuesta a la corriente inicial de esclavos fugados de la colonia francesa. El autor se detiene en las vicisitudes del sostenimiento de este pueblo de negros fugados, precisando las coyunturas en las que fue planteado su desmantelamiento y las razones por las cuales una y otra
vez esta destrucción fue rechazada. Su comprensión, sin embargo, está en el contexto más amplio de las políticas de control social, económico y político de esta población, como se estudia en el último capítulo del libro. En efecto, se hicieron planes que no pudieron realizarse para elevar la población blanca y europea, introduciendo familias irlandesas, alemanas y de otros lugares, pues su disminución y el consiguiente desequilibrio racial, se consideraba un grave problema para el control social y político de la colonia (p. 166).
Otro problema analizado en paralelo con las fugas de los esclavos franceses hacia la colonia española está dado por el fenómeno de la ocultación de esclavos, que fue un recurso más de los propietarios y colonos de esta colonia que complejizó el panorama de las fugas y su registro, ya que las autoridades españolas decidieron hacerse de la “vista gorda” ante estas situaciones que en distintas ocasiones señalaban los reclamantes franceses. De este modo el cimarrón francés en calidad de “oculto” se acomodaba a las condiciones de la esclavitud en Santo Domingo sin acatar las disposiciones que le obligaban a denunciarlo ante las autoridades españolas.
En conjunto, los trabajos constituyen una contribución clave para comprender la dinámica de las relaciones sociales y raciales en la coyuntura de crecimiento o recuperación de la colonia; y muestran a su vez cómo esa dinámica estaba marcada por la descomposición de las relaciones esclavistas. Por una parte, el estudio viene a ratificar lo que la historiadora doña María Ugarte indicó como la existencia de un clima de agitación e “inquietud social” en la colonia, al estudiar las Ordenanzas de la ciudad de 1786 en sus Estampas coloniales; me ha tocado también apoyar y ampliar esa tesis al estudiar la leva de 1782 y el fenómeno del Comegente de 1790 a 1793. Y el autor añade también las persecuciones de los negros libres en el gobierno de Azlor y otros gobernantes posteriores a este, que llevaron adelante batidas contra los negros libres. Por otra parte, el libro abona la tesis de la emergencia de un campesinado libre anterior al siglo XIX, planteado por Bosch, Machín y otros, fruto de la descomposición de las relaciones esclavistas. En tal sentido, el autor reflexiona:
“Una sociedad en la cual la estancia individual para producir alimentos con bajo nivel de empleo de trabajo esclavo, al igual que el hato, sean las formas de producción dominantes, será desde el punto de vista formal una sociedad con presencia de esclavos, pero no podrá ser considerada una formación económica y social esclavista, sobre todo, si en ésta predominan otras formas de producción basadas en el trabajo libre. Esto fue, lo que sucedió históricamente en la colonia española de Santo Domingo, en la medida en que se dificultó la importación de esclavos, y el contrabando de éstos y se produjo la casi disolución del régimen de producción esclavista…” (p. 73)
Esta tesis supone no solamente una dinámica social que rebasa la estructura esclavista de la social colonial; más aún, anuncia la quiebra de las relaciones esclavistas en la colonia por una vía que cabría llamar insólita, pues se trataba de la esclavitud jornalera y las posibilidades de manumisión que tenían los esclavos. Los gobernadores coloniales como Azlor, Solano, el oidor decano de la Audiencia, Pedro Catani, y García, estuvieron conscientes de la situación.
Al igual que los principales hacendados de la colonia, las autoridades captaron el difícil momento que atraviesa la esclavitud y buscaron alternativas de salvamento o, al menos, de ponerle coto. Una pieza clave de esta política lo fue el Código Negro Español o Código Negro Carolino de 1784, que como se sabe nunca fue puesto en ejecución, por lo que fue necesario desarrollar otros instrumentos locales como las Ordenanzas del Cabildo de Santo Domingo, entre otras medidas. El endurecimiento de las medidas contra los negros libres y los esclavos jornaleros al final del siglo XVIII, se estudia en el capítulo sobre las políticas de control social, económico y político, así como los límites que ella encontró en la sociedad colonial dominicana de la época.
En efecto, ese conjunto de políticas definía el reformismo esclavista borbónico, que como indica la presente investigación, buscaba un
recrudecimiento de las relaciones esclavistas, el cual ya resultaba anacrónico en el contexto de una sociedad que había montado un tinglado que proporcionaba a los esclavos varias salidas hacia formas de existencia libre, como eran los diversos grupos campesinos.
Todo esto se argumenta y se apoya en evidencia basada en una documentación novedosa e inédita, en parte desconocida y, en general, escasamente trabajada por investigadores del país y por los dominicanistas del exterior. Esto es válido incluso para el caso de la visita del alcalde de la Hermandad, Ildefonso Navarro, que cuenta con al menos dos estudios: uno muy breve debido a la pluma de Javier Malagón Barceló, incluido en la recopilación de sus artículos que hiciera para el AGN Constancio Cassá, Javier Malagón Barceló, el Derecho Indiano y su exilio en la República Dominicana (2010); además, el más reciente del profesor canario Manuel Vicente Hernández González, en su libro El sur dominicano (1680-1795). Cambios sociales y transformaciones económicas, publicado por el AGN en 2008. Además, el autor pone a disposición del lector la rica documentación que ha trabajado, esto es, las tablas elaboradas por él para el análisis que realiza en su estudio y las transcripciones de los libros originales.
Cabe subrayar, asimismo, su generoso aporte de estas fuentes de difícil acceso y su transcripción, con lo que acerca a muchas personas investigadoras, jóvenes y no tan jóvenes, a nuevas fuentes documentales, procedentes de repositorios españoles como el Archivo Histórico Nacional (Madrid), el Archivo General de Indias (Sevilla) y el Archivo General de Simancas (Valladolid), que contribuyen a la renovación y ampliación de la historia colonial en aspectos menos conocidos de la historia de las clases dominadas, como es el caso de las personas esclavizadas y exesclavos que vivieron en la antigua colonia de Santo Domingo. En particular, hay que señalar entre estas fuentes los dos libros sobre negros de mala entrada, conservados en el Archivo Histórico Nacional, copiados por el profesor Amadeo Julián al modo benedictino, por el estado extremadamente delicado en que los dejó la polilla, como recordara Ildefonso Navarro, encargado del departamento de investigaciones del AGN, en la puesta en circulación.
Sobra decir que esta nueva contribución del autor resulta oportuna y valiosa para el conocimiento de la historia de la esclavitud en Santo Domingo y el Caribe. Oportuna, porque los estudios sobre la esclavitud en el Caribe se encuentran en una coyuntura de crecimiento en la actualidad. Y lo valioso porque en este momento precisamente la obra está llamada a provocar nuevas investigaciones y debates sobre temas cruciales tratados en ella para comprender a profundidad el desarrollo de la sociedad dominicana hacia el final del periodo colonial o, si se quiere, lo que el conjunto de estos estudios indica en relación a la decadencia de las relaciones esclavistas y la formación de los sectores sociales campesinos.