En la actualidad existe un amplio consenso sobre el destacado papel que la región del Caribe ha tenido en la generación del mundo moderno y en el desarrollo del capitalismo. En este sentido, diferentes especialistas han visto en esta región un marco excepcional para el estudio de los procesos de globalización temprana, a través de la circulación en la misma de personas, mercancías e ideas entre los siglos XVI y XVIII. Sin duda, el análisis desde la historia global y la historia transnacional está contribuyendo a la ruptura de los moldes de las historias nacionales y a la obtención de dimensiones nuevas de análisis.[1].
Dentro de los estudios realizados con esta perspectiva para el ámbito caribeño, se encuentran algunos trabajos que han sido recientemente publicados en el marco del proyecto europeo Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World, que dirige la Dra. Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y que integra a quince instituciones de Europa, el Caribe y América Latina. El nombre del proyecto destaca precisamente la importancia que el Caribe tuvo en la conformación del mundo moderno, entre otras cosas, por constituir un espacio en el que convergieron actores y procesos que conectaron mundos muy diversos. Entre dichos procesos se encuentra la trata de personas esclavizadas, actividad con la que algunos de los principales puertos de la región actuaron como nexos con otros puntos de las costas de África, Europa y América[2]; también, el cultivo, producción y comercialización del azúcar, de suma importancia “para entender el funcionamiento del sistema esclavista y el papel del Caribe en la configuración del mundo moderno”[3].El destacado rol de los centros urbanos en la región como motores de la economía, lugares de conectividad y de creatividad, en el contexto del proceso de globalización producido entre las décadas de 1750 y 1870, ha sido puesto de relieve en una publicación reciente titulada Globalización y ciudad en el Caribe (1750-1870). Entre los aspectos tratados en este trabajo, que hemos desarrollado también en el marco del mencionado proyecto, se incluye el relativo a la circulación de ideas y prácticas relacionadas con la ciencia de policía en la región, que a lo largo de los siglos XVIII y gran parte del XIX contribuyó al desarrollo de actuaciones en diferentes centros urbanos de Europa y América, tanto para la mejora de los aspectos materiales de la organización urbana como para tratar de garantizar el orden, la salud pública y el control de sus habitantes[4].
El presente dossier se enmarca precisamente dentro de este marco general de análisis y de esta última cuestión más específica, al reunir un conjunto de trabajos que contribuyen a un mejor conocimiento de la influencia que la policía tuvo en el ámbito caribeño durante el siglo XVIII y gran parte del XIX. Con este propósito se incluyen cinco artículos, uno referido al Caribe en su conjunto, con el fin de contextualizar el marco geográfico, aspecto que su autor, Héctor Luis Martínez, profesor titular de la cátedra de Historia Dominicana de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, realiza mediante el análisis de las denominaciones del Caribe defendidas en diferentes contextos por geógrafos, geólogos, antropólogos, historiadores y analistas internacionales. En dicho artículo, titulado “En torno al Caribe, una aproximación a su definición”, el autor concluye que, si bien las distintas definiciones parten del elemento geográfico, lo que les termina dando sentido es el proceso histórico en la región “a partir de la incidencia de diferentes potencias imperiales”.
Los artículos restantes se refieren uno a la isla de La Española, dos a la de Cuba y uno a la de Puerto Rico. Así, el segundo artículo, realizado por María Eugenia Petit-Breuilh Sepúlveda, profesora Titular del Departamento de Historia de América de la Universidad de Sevilla, titulado “Conflictos sociales en Santo Domingo tras los terremotos de 1751: poder, pleitos y un traslado”, nos traslada a la isla de La Española y temporalmente a fines del año 1751, momento para el que una serie de terremotos propiciaron varios conflictos que requirieron de la intervención de las autoridades para garantizar el orden. Entre ellos estuvo uno de larga data, el producido entre una serie de antiguas familias españolas de la capital, Santo Domingo, con emigrantes canarios asentados desde principios de siglo en la villa de Azua de Compostela.
A continuación, Eduardo Azorín García, investigador del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, dedica un tercer artículo al estudio de la “Policía urbana en La Habana durante el gobierno del marqués de la Torre: hacia la remodelación de la ciudad (1771-1777)”. Para ello se centra en el análisis de las actuaciones de dicho gobernador relativas a la higiene pública y el ordenamiento urbano, viendo cómo influyeron “en el despegue de una fase de transformación de la capital cubana”.
El siguiente artículo también tiene a la isla de Cuba como escenario. En esta ocasión, Esther Atencia Gil, de la Universidad Pablo de Olavide, presenta su trabajo titulado “Entre sequías y huracanes en Cuba. Burriel, un Acueducto para Matanzas (1800-1872)”, en el que analiza tres episodios de sequía más o menos intensos ocurridos en Cuba durante la primera mitad del siglo XIX. Para ello detalla sus efectos concretos en la provincia de Matanzas y las medidas adoptadas, entre las que destaca las tradicionales “rogativas pro pluvia” y los proyectos de canalización de aguas para el abastecimiento de la ciudad que culminaron con la inauguración del Acueducto Burriel en 1872.
Las colaboraciones terminan con el artículo realizado por Gonzalo Ramírez Sánchez, del Departamento de Historia de América de la Universidad de Sevilla, titulado “Orden público en San Juan de Puerto Rico (1809-1820)”, en el que se lleva a cabo un análisis de las diversas políticas de orden público adoptadas durante el gobierno del capitán general Salvador Meléndez en el contexto de las ideas ilustradas. Entre ellas se encuentran las orientadas a evitar desórdenes públicos y a controlar a la población.
Antes de concluir resulta preciso agradecer al equipo de la revista ECOSUSAD, órgano de difusión del Instituto de Historia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y de forma especial a su directora, la Dra. Natalia González, su invitación para que participe como editor invitado en el presente número de esta prestigiosa publicación académica. También a los especialistas que han participado en este dossier, aportando los resultados de las investigaciones que están desarrollado en sus respectivas instituciones de la República Dominicana y España. Asimismo, a los evaluadores por pares ciegos de los artículos, que han sido seleccionados por ser reconocidos especialistas en las materias tratadas, contribuyendo con ello a validar y complementar lo expuesto en cada uno de los trabajos presentados.