Revista ECOS UASD, Año XXX1, Vol. 1, No. 27, enero-junio de 2024. ISSN Impreso: 2310-0680. ISSN Electrónico: 2676-0797 • Sitio web: https://revistas.uasd.edu.do/

La masacre haitiana de 1937 en las novelas Compay Chano, de Miguel Alberto Román, y Le peuple de Terres Mêlées, de René Philoctѐte

The 1937 Haitian massacre in the novels Compay Chano, by Miguel Alberto Román, and Le peuple de Terres Mêlées, by René Philoctète

DOI: https://doi.org/10.51274/ecos.v31i1.pp79-95

 Narradora, ensayista, docente e investigadora universitaria residente en Santo Domingo. Miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, posee un Doctorado en Estudios del Español, Lingüística y Literatura de la PUCMM. Ha publicado los libros de microrrelatos “Tierra de cocodrilos”, “Yerba mala” y “Tiempo de pecar”, además de antologías como “Mujer en pocas palabras”. [email protected]. Orcid: https://orcid.org/0000-0002-2896-5918

Recibido: Aprobado:

UASD Jurnals - Open Access

Cómo citar: Guzmán, I. 2024. «La masacre haitiana de 1937 en las novelas Compay Chano, de Miguel Alberto Román, y Le peuple de Terres Mêlées, de René Philoctѐte». Revista ECOSUASD 31 (27):79-95. https://doi.org/10.51274/ecos.v31i1.pp79-95

Resumen

Esta investigación se centra en dos novelas que, versando sobre un mismo asunto, manifiestan un diálogo cruzado desde diferentes contextos históricos e ideológicos. Para el estudio de las obras Compay Chano (1949), de Miguel Alberto Román, y Le peuple de Terres Mêlées (1989), de René Philoctѐte, se trabajará a partir de conceptos como la transtextualidad, la tematología y la novela histórica, con el propósito de realizar un análisis paralelo de dos visiones sobre un mismo hecho histórico que marca la historia de la isla de Santo Domingo. Se concluye que, al observar cómo los presupuestos ideológicos, así como el distanciamiento epocal sobre el hecho narrado, ambas novelas plantean versiones distintas que a su vez reflejan la revisión de los sucesos que marcan nuestra historia.


Palabras clave:

Transtextualidad, tematología, masacre haitiana de 1937, Miguel Alberto Román, René.

Abstract

This research focuses on two novels that, dealing with the same subject, manifest a cross-dialogue from different historical and ideological contexts. For the study of the works Compay Chano (1949), by Miguel Alberto Román, and Le peuple de Terres Mêlées (1989), by René Philoctѐte, concepts such as transtextuality, thematology and historical novel will be used, with the urpose of carrying out a parallel analysis of two visions on the same historical fact that marks the history of the island of Santo Domingo. It is concluded that, by observing how the ideological assumptions, as well as the epochal distance on the narrated fact, both novels pose different versions that in turn reflect the revision of the events that mark our history.


Keywords:

Transtextuality, thematology, Haitian massacre of 1937, Miguel Alberto Román, René Philoctѐte

Breve introducción

El relato es una fuente para comprender la conducta humana. En su estructura confluyen tiempo y espacio para testimoniar sobre las formas en la que se sostenía la vida en otras épocas. La literatura, como bien se sabe, se alimenta de la vida. Así, vida y palabra existen en una conexión rica y plural. Todo hecho humano es una potencia para la creación de un texto literario. A su vez, todo texto literario es una potencia para la creación de otro texto literario. Esta relación intertextual despierta el interés de los estudios literarios.

Las relaciones entre la República Dominicana y Haití han sido históricamente complejas. En 1937 sucedió un hecho horrendo: el presidente Rafael Leónidas Trujillo ordenó una masacre contra los habitantes haitianos o de origen haitiano residentes en la República Dominicana, especialmente en las franjas fronterizas. Este acto, generador de grandes conflictos y negociaciones entre las dos naciones, ha sido motivo para la creación de textos oficiales, periodísticos, historiográficos y testimoniales, entre otros, los que a su vez han servido de base para la creación de textos de ficción que enriquecen los corpus literarios dominicano y haitiano.

La masacre de 1937 ha sido tema de diversas novelas, las que tratan desde diversas ópticas este hecho histórico. En este estudio se ocupa del caso de esa tragedia vista en las novelas Compay Chano, de Miguel Alberto Román, y Le peuple de Terres Mêlées, de René Philoctѐte. La primera fue publicada en 1949. La segunda, cuarenta años después, en 1989. Las dos narraciones pertenecen a dos momentos históricos diferentes, por lo que invitan a observar la lectura del hecho original en una proyección diacrónica que nos permite revisar los puntos de vista que la literatura ha tenido sobre el mismo en momentos distintos.

Esta tragedia ha servido de diégesis para varias novelas. Las dos primeras que, cronológicamente hablando, se publicaron sobre el tema fueron Compay Chano, de Miguel Alberto Román, y Les semences de la colѐre, de Anthony Lespѐs, ambas publicadas en 1949. Sin embargo, en términos de la rigurosidad literaria, en el caso dominicano la crítica, con acierto, suele partir de la primera novela significativa acerca de este tópico, que fue El Masacre se pasa a pie, publicada en 1973 por Freddy Prestol Castillo. Compay Chano ha sido reconocida como un texto de propaganda que obedecía a los intereses de régimen de Trujillo, por lo que ha sido excluida del canon novelístico dominicano. De hecho, su mismo autor considera que no se trata en sí de un texto literario.

Resulta importante estudiar la producción literaria relacionada con la masacre haitiana con dos textos que presentan una lectura de los acontecimientos históricos desde dos épocas diferentes. Esto se debe al hecho de la resonancia de aquella matanza que ha marcado en el siglo XX el sistema de relaciones entre la República Dominicana y Haití, y, por ende, a la pertinencia de mantener al día los estudios relativos a este horrendo episodio de la historia contemporánea. En cuanto a los estudios literarios, las narraciones sobre la masacre de 1937 presentan una oportunidad de analizar el hecho histórico a partir de los aportes realizados desde la esfera estética.

Previamente a la realización de esta investigación, se elaboró un estudio de las novelas Les semences de la colère, de Anthony Lespès, y El Masacre se pasa a pie, de Freddy Prestol Castillo. Con el trabajo que se propone realizar en esta ocasión, cubre cuatro décadas de presencia de la masacre haitiana de 1937 en la novelística que recoge el tema en la isla. Las informaciones que presenta cada autor sobre el hecho histórico, ya sea a través del testimonio o de la reflexión autónoma, aportará una perspectiva de cuarenta años de un tema dentro de la literatura.

Ese segundo aspecto, el de la visión propia de cada autor, nos pondrá al pie de un problema que estará presente en el análisis que realicemos. Esto así porque dependiendo de la manera en que los hechos se reflejen en los narradores, es probable que en esa proporción difieran en la presentación de la masacre. Cada autor selecciona aquellos elementos de la realidad objetiva que cree especialmente pertinentes a la hora de plasmar los hechos en los acontecimientos narratológicos.

Aspectos metodológicos

El diseño de este estudio es transversal, con metodología comparatista-tematológica y hermenéutica-interpretativa convergiendo en un enfoque cualitativo. Para el estudio extratextual y estético de los textos se utilizará la Matriz de Dimensiones y Descriptores para el análisis de obras narrativas, suministrada por el Instituto de Investigación Lingüística y Literaria de la Facultad de Humanidades, con la que se sintetizarán aspectos como la dimensión semiótica estructural, la dimensión histórico-biográfica, la dimensión social, la dimensión lingüística y discursiva, la dimensión temática y la dimensión extraliteraria. Esta enumeración no excluye enfatizar otros aspectos que durante la elaboración del estudio pueden ser necesarios para completar el análisis.

Elementos teóricos

Ya en la primera fase fueron consultadas las fuentes de historia. En esta etapa fueron consultados distintos investigadores, quienes plantearon su manera de explicar la masacre haitiana de 1937. Para el análisis comparativo tematológico de estas novelas, se tomó como apoyo las teorías de investigaciones literarias comparatistas tematológicas y fueron visitadas las propuestas de Adriana Azucena Rodríguez y Anderson Imbert. También se incorporó la visión de la transtextualidad, mediante las teorías de Gérard Genette.

La transtextualidad: elementos teóricos

El concepto de transtextualidad fue desarrollado ampliamente por Gérard Genette en su libro Palimpsestos, de 1962, partiendo de reflexiones propias y de otros autores. La transtextualidad es el proceso mediante el que un texto se relaciona, directa o secretamente, con otros textos. Para Genette, el propósito de la poética “no es el texto considerado en su singularidad (esto es más bien asunto de la crítica), sino el architexto o, si se prefiere, la architextualidad del texto.”[1] Esto supone una dependencia del texto de un conjunto de categorías, como son modos de enunciación, géneros literarios o tipos de discurso. Genette identifica cinco tipos de transtextualidades: arquitextualidad, intertextualidad, hipertextualidad, paratextualidad y metatextualidad.

La arquitextualidad constituye la relación de un texto con el conjunto de categorías a las que pertenece y con las que mantiene una vinculación cercana. En cuanto a la hipertextualidad, conviene entender primero que en la vinculación entre textos existe un texto principal, anterior, conocido como hipotexto, y un texto derivado de este, que es el hipertexto. Aunque el hipotexto está presente en el derivado, lo que llega al lector en esta vinculación es el hipertexto. El hipertexto puede provenir por transformación o por imitación. Deriva por transformación cuando el hipertexto es el resultado de un hipotexto en el cual se inspira y transforma, como son los casos de la parodia, el travestismo y la trasposición. Asimismo, deriva por imitación cuando la transformación resulta más indirecta y compleja, para lo cual el autor debe tener un dominio de lo que desea imitar, de manera que, a mayor conocimiento, mayor garantía de éxito en el hipertexto. Entre los tipos de imitación se encuentran el pastiche, la caricatura y la continuación. La imitación, sobre todo la de continuación, suele ser un mecanismo muy utilizado en la literatura testimonial, ya que pretende realizar una réplica del hipotexto a que hace referencia.

La paratextualidad es la vinculación de un texto con su paratexto, es decir, con su propio continente. Como elementos paratextuales se pueden mencionar los títulos, prólogos, subtítulos, notas al pie de página y comentarios, los cuales funcionan como guía del texto base. En suma, la transtextualidad es útil para el presente estudio. Esto se debe a que en todo momento se ha estado trabajando, en un nivel primario, con textos que se basan en otros textos. Es decir, novelas cuyo contenido se vincula a documentos que hacen referencia a hechos de la cotidianidad. Por razones lógicas, el estudio a su vez genera una metatextualidad, de la que siempre se ha de tener consciencia.

La literatura comparada y la tematología:

principios teóricos para entender  el fenómeno literario

Literatura comparada es una de las disciplinas que permite analizar las relaciones que existen entre literaturas de países distintos, de autores diferentes e incluso de temas diferentes en un mismo autor. De acuerdo con Gnisci, fue a partir de los años 60, con las aportaciones fundamentales,

también desde el punto de vista metodológico, de Raymond Trousson y de Harry Levin, entre otros, que comenzó a afirmarse una nueva tematología comparatista, en una versión ya no solo erudita y documentario-genealógica, sino también en distintos niveles históricos, críticos y hermenéuticos.[2] En cuanto el análisis temático, Anderson Imbert explica:

El método temático, pues, debe vigilar el tema concreto de la obra, no un tema abstracto en la obra. No escinde la obra en forma y contenido, sino que ilumina, para verlos mejor, sus temas, sean reales o ideales: y los temas, así vistos, aparecen dinámicos y operantes a lo largo de la acción, dentro de escenas y situaciones, desplegados en alegorías, en forma de leitmotiv que regula toda una obra.[3]

En este sentido, Rodríguez puntualiza sobre el estudio tematológico: “el elemento temático es, al mismo tiempo, intertextual e intratextual; relaciona la obra con otras de distintos autores, pero también con el resto de la obra de un mismo autor”.[4]

De manera que esta investigación se auxilia de la literatura comparada, porque analiza dos literaturas de países diferentes. Y dentro del comparatismo, se enfoca en un análisis tematológico que permite iluminar la interpretación de varios autores de países distintos enfocados en un motivo literario que los unifica a todos.

La sociología de la literatura:  relación entre literatura y sociedad

En definitiva, se está frente a dos novelas que poseen una diégesis común. Por ello el análisis transtextual, comparatista-tematológico, de dimensiones estructurales de la obra y crítico hermenéutico nos permite abordarlas de manera exhaustiva.

¿Para qué la sociología de la literatura?

Porque es una de las fuentes de los estudios contextuales para profundizar las relaciones entre literatura y sociedad. Wellek y Warren sostienen que “tampoco se puede dudar que se pueda extraer de la literatura alguna especie de cuadro social”.[5] En este caso, se tomarán estas conceptualizaciones para organizar un corpus literario cronológico y temático sobre la masacre del 37. Aunque Bajtín, en su Estética de la creación verbal, nos habla de una tipología histórica de la novela, su objetivo es demostrar la importancia de la novela de educación en la historia del realismo. Es sin dudas Walter Scott el que instaura el arquetipo de la novela histórica. En este ámbito, para definir lo que es una novela histórica se va a recurrir a la clasificación de Robin Lefere en su libro La novela histórica: (re) definición, caracterización y tipología. En este libro, Lefere clasifica la novela histórica atendiendo a las variables de temporalidad, según la cual pueden ser: historia vivida o no vivida por el autor, de perspectiva histórica y de existencia o no de una historiografía que funciona como discurso verdadero; en función del número y la naturaleza de los rasgos históricos complementarios y su gradación; nivel de ficcionalidad e inclusión o no de testimonios.[6] De la clasificación del testimonio se toma los conceptos expuestos por Barnet, que explica que la novela testimonio debe “proponerse un desentrañamiento de la realidad, tomando los hechos principales, los que más han afectado la sensibilidad de un pueblo y describiéndolos por boca de uno de sus protagonistas más idóneos.”[7]

Para esta investigación es importante partir de estos presupuestos. Referirse a las novelas Compay Chano, de Miguel Alberto Román, y Le peuple de Terres Mêlées, de René Philoctѐte es hablar de hombres cuyas decisiones están relacionadas con las características de un espacio social concreto. Se cuenta con dos sucesos: por un lado, la masacre haitiana de 1937, acaecida en el marco de una cotidianidad específica, y, por el otro, la masacre que cuentan dos novelas escritas a ambos lados de la isla entre 1949 y 1973. Inicialmente, el primer suceso alimenta la trama del segundo que se cuenta en la narrativa, y en el presente, la matanza contada en las dos novelas nos ayuda a conocer con otros matices el primer suceso que les dio origen. Ambas novelas aterrizadas en la experiencia testimonial, a través del tiempo, nos llegan como un diálogo complementario.

La novela histórica y la novela testimonio

Lefere actualiza el concepto de novela histórica de Georg Lucaks y dice que la novela histórica: “Duda de los criterios que hasta el momento definían la novela histórica y reflexiona sobre la asunción de un enfoque (Poli) sistemático para su clasificación. Dice que la literatura histórica es una suerte de macro discurso en el que convergen los demás “subsume las diversas modalidades literarias de discurso histórico”.[8] Así, la novela histórica pude describirse: “como una novela en que la historia es una preocupación que estructura de manera más o menos (como objeto principal y/o como enfoque interpretativo) el texto, convirtiéndose en tema principal”.[9]

De aquí resulta que los modos: referencial, poético e ideológico, en función de “la combinación de un número reducido de rasgos hipotéticamente más significativos y diferenciadores”.[10] Según estos rasgos, se puede tipificar a Compay Chano como una del tipo ideológico, das sus claras referencias y vinculaciones con la versión oficial de los hechos, mientras que a Le peuple de Terres Mêlées sería del tipo referencial por las constantes apelaciones a cifras históricas y a recreación de documentaciones oficiales.

Sin olvidar que el rasgo testimonial, pues nos recuerda los planteamientos de Barnet: “novela testimonio, en esta denominación sintagmática, implica conjunción de estilos, conciliación de tendencias y fusión de objetivos: enfrentamiento a los problemas del contexto americano. Violencia, dependencia, neocoloniaje, falsificación de la historia, mediante esquemas repetidos y vueltos a repetir”.[11]

En Compay Chano y Le peuple de Terres Mêlées se tiene a dos autores que abordan el tema del genocidio de 1937. René Philoctéte, haitiano, poeta, narrador y profesor de literatura, nacido en 1937; Philoctéte relata la historia de un campesino dominicano y su esposa haitiana, que luchan por permanecer juntos en medio del temor de que ella fuera asesinada. Y Miguel Alberto Román, abogado y relacionista público del régimen, que escribe la historia de Compay Chano, un terrateniente de la frontera que, harto de los latrocinios perpetrados por los haitianos, encabeza una legión de macheteros campesinos que se enfrentan a muerte hasta que los dominicanos sacan de la frontera a los haitianos.

Son definitivamente dos novelas escritas en períodos dictatoriales, aunque cada una con matices políticos distintos. Compay Chano, publicada en 1949 bajo la dictadura de Rafael Trujillo, y Le peuple des Terres Mêlées en 1989, cuando en Haití estaba instaurado el gobierno militar que tenía como presidente a Prosper Avril, que gobernó de 1988 a 1990: “En septiembre de 1988, fue llevado al poder por suboficiales de la Guardia Presidencial” y su mandato estuvo caracterizado por violaciones a los derechos humanos. “Fue llevado ante el Tribunal federal de Miami por los cargos de torturas y violaciones de los derechos humanos ocurridas durante su mandato”.[12]

Hermenéutica literaria

Este estudio se apoya en la hermenéutica literaria, con base en las diferentes lecturas que ofrece un texto, sus “visiones esquematizadas” de Roman Ingarden, “Las funciones de la interpretación consisten en producir una comprensión capaz de establecer significaciones precisas, comunicables para otros lectores, desde el reconocimiento del tipo de intérprete que realiza tal práctica y la descripción objetiva de lo comprendido”[13] para armar críticamente las conclusiones que responden las preguntas de investigación.

Recorriendo el camino de las dos novelas

Compay Chano (1949). Esta novela relata la historia del protagonista homónimo a la novela. Un hombre de campo que se dedica a la ganadería justamente en la zona fronteriza entre la República Dominicana y Haití. Este ganadero decide tomar en sus manos la tarea de echar del lado dominicano de la isla a todos los haitianos. En este punto se mezcla el tono ensayístico con el novelesco y el autor pretende justificar con razones históricas, las motivaciones personales del protagonista, quien, a pesar de su actitud con los nacionales haitianos, vive una vida tranquila y próspera con su hijo Julián y la abuela materna del niño. Ella pasa a contar la historia donde su nieto se queda sin madre. Relata que una haitiana quería quitarle al niño y en esa lucha falleció. Luego vienen todas las luchas con los ladrones haitianos que circundaban el lugar. Compay Chano y Julián se la pasan luchando por conservar sus tierras y su ganado. En esta lucha los haitianos ganan la batalla hasta que se decreta el corte de 1937 y es en ese momento donde, en la frontera, donde se revierte la situación, vencen los dominicanos y se disfruta un poco de paz. La novela termina con la celebración de los dominicanos y dominicanas que se dirigían a la frontera contentos porque iban a respirar paz y prosperidad.

Por otro lado, en cuanto a Le peuple des Terres Mêlѐes, la primera vez que esta novela sale a la luz pública fue en 1989. El libro fue posteriormente traducido al inglés como Masacre River. En español fue editada con los títulos como Perejil y como Río Masacre. Esta novela relata la historia de un campesino dominicano y su esposa haitiana, que luchan por permanecer juntos en medio del temor de que ella fuera asesinada. Una tarde Pedro, el esposo dominicano, llega a la casa y encuentra a su esposa Ádele, que estando embarazada, había sido degollada.

El imaginario de la masacre de 1937 en la  narrativa dominicana y haitiana de la época

El tema de la masacre, por las implicaciones internacionales que tenía, no tuvo difusión regular en la República Dominicana en la época en que sucedió. El control del régimen trujillista era tal, que prácticamente solo se difundía, y de forma muy escueta, la versión oficial del hecho. Por esta razón no se localizaron muchos textos literarios que traten el tema. No es extraño que los primeros apuntes de El Masacre se pasa a pie, aunque recogidos en 1937, según el prólogo incluido en esa novela, fueran escondidos hasta más de una década después de la caída de Trujillo. En suma, se trataba de un tema oficial. Hacia 1949 aparece la novela Compay Chano, de Miguel Alberto Román, que plantea el conflicto desde el punto de vista de la historia oficial… justamente el mismo año en que se publica en Haití Les semences de la colère, de Anthony Lespès.

En esta investigación se parte de dos autores que abordan el tema de ese genocidio en dos novelas. Son ellos Miguel Alberto Román, escritor dominicano y publicista, y René Philocthѐte, poeta, novelista y dramaturgo haitiano. Estas dos obras narrativas poseen un elemento en común, lo cual permitió elegirlas como base de este estudio: se trata de dos novelas que versan sobre la masacre de 1937 desde dos puntos de vista, dos épocas y dos nacionalidades diferentes. Las dos

puedan leerse bajo los preceptos de la tematología


comparatista, puesto que la fuerza del hecho histórico gravita en ambas con una vitalidad irrefutable.

Presentación del análisis comparativo  entre las novelas

Las dos novelas sobre las que se realiza este análisis empiezan muy temprano en la narración, y como es de esperarse, inician focalizando a sus protagonistas. Los personajes principales de las dos historias son dominicanos, Pedro Álvarez Brito, de Le peuple de Terres Mêlées, descrito por Philoctète como: “El mulato dominicano, el obrero de la azucarera de San Pedro de Macorís, que no había cantado ni llorado ni hablado ni mirado siquiera al pájaro-señor”[14] y Compay Chano, homónimo al título de la novela, caracterizado por Román como: “aquel hombre de campo, robusto y alto, vestía chamarra de kaki, cerrada hasta el cuello por grandes botones de nácar y pantalón del mismo drill, aprisionado en sus piernas por zapatos botas de un fuerte cuero negro”.[15] Dos construcciones ubicadas exactamente en la oposición de los arquetipos del poder. Compay Chano es un hombre de campo, terrateniente que reúne las posibilidades de hacer cumplir su voluntad y Pedro, Brito, como lo llamara su esposa Adèle de cariño, un obrero cuyo espectro de voluntad apenas trascendía los límites de su corporeidad.

En el caudal de estas mentalidades se estará navegando para comprender las construcciones narrativas de la masacre de 1937. El primer elemento del que se debe analizar su representación es el de la matanza. En Le peuple de Terres Mêlées, se observa que muy temprano en la narración se le llama matanza: “Sus ojos no brillaron en la bonanza de la habitación. Adéle percibió el olor de la matanza. El frío le corrió por las venas”.[16] En Compay Chano se presenta en la primera página de la novela en un pie de página como una acotación del autor: “en octubre del año 1937, nativos de la República Dominicana, ganaderos y agricultores, desalojan de su frontera a vividores de la vecina República de Haití en la isla de Santo Domingo”.[17] Más adelante, se verán otras denominaciones para referirse a la matanza: en Le peuple de Terres Mêlées es denominada “operación Cabezas haitianas” y, en Compay Chano, “guerra”. La percepción de la muerte depende directamente de los ojos de la víctima. En Philoctète se puede ver de la siguiente forma: “Nunca se ha palpado la muerte de forma más tangible. La muerte se instala en nuestra vida como anuncio publicitario y la gente lo agasaja”.[18] Sin embargo, en Compay Chano la primera vez que se toca la palabra `mataron` fue porque el hecho fue perpetrado por haitianos, y al pie de página, rescata un hecho ocurrido años atrás: “el día 9 de agosto del año 1919, dos gendarmes haitianos, dados por delincuentes haitianos, ponen en el camino de Bois-Trombé, y agredieron a miembros de la Guardia Dominicana y mataron a dos oficiales y un guardia, quienes patrullaban desde Jimaní a Pedernales”.[19] Uno narra desde una distancia tangible y el otro, desde una cercanía hiriente. En ambos autores hay una diferencia clara de lo que fue la matanza del 1937. Compay Chano va estableciendo un crescendo de pequeños hechos violentos ejecutados por personajes haitianos diluidos en personaje colectivo, una sinécdoque aplicada a mortales.

El primer acontecimiento que un personaje haitiano ejecuta hacia uno dominicano fue el que provocó la muerte de la esposa de Compay Chano, revivido en la voz de doña Patricia, madre del protagonista:

—Una haitiana que tu madre había alquilado en los primeros días de tu nacimiento para que le lavara tus ropas y las de ella, —contaba dolorosamente doña Patricia—, y la que una tarde en que tu madre dormía acostada en su cama, entró a su aposento a llevar ropas limpias, y al encontrarte a ti en la cuna te envolvió entre una sábana para llevarte, robado, de la casa... Pero cuando la haitiana me vio llegar cerca se zafó con tanta violencia de tu madre, que al darle un empujón a ella, cayó rodando por los escalones y entonces la haitiana huyó por entre la finca.[20]

Se trata de tres muertes de personajes dominicanos narradas hasta el momento, y solo van diez páginas de la narración de esta novela. El de la madre de Julián es el que busca sensibilizar a este joven recién llegado de la ciudad para que comulgue con las ideas de su padre para defender su patrimonio. La conversación entre Julián y su papá se tensa producto de los robos que se estaban dando en la frontera:

“—Porque los haitianos,... se están metiendo de este lado de nuestra frontera, por la Peñita y Don Miguel, y nos están empobreciendo robándonos el ganado y los frutos”.21

Y sigue Compay Chano poniendo a Julián en contexto:

“Ya los haitianos tienen también muchas viviendas, villorrios y hasta campamentos militares de este lado de nuestra frontera, para aprovecharse de los cultivos y ganados de nosotros”.[21]

En ese mismo diálogo, la conversación gira hacia el elemento racial y busca imprimir tensión, misterio en la inactividad de los personajes haitianos:

“Y de esa gente de color, de costumbres y caras parecidas, es difícil saber cuál es la mala o la buena, qué piensa, qué quiere... Pues durante el día, los haitianos son tranquilos, pero de noche se dedican al voudou, y hasta comen carne humana en esas fiestas satánicas”.[22]

Los rituales del voudou tienen una presencia importante dentro de la novela. Se verá en personajes como Selín, haitiano que heredaba el reinado vudú, amante del hermano de Tomasina, quien, a pesar de las confrontaciones entre dominicanos y haitianos, logran hacer florecer su relación.

En Le peuple de Terres Mêlées, el vudú es la visión de que los personajes haitianos son fuente de todo lo malo, es refrenada posteriormente por el padre de Teresina, novia de Julián, quien también ha sido víctima del robo de sus animales: “Aquí en esta frontera, le tocará un destino igual al mío: trabajar como una bestia para que los haitianos le tengan siempre pobre de todo”.[23] Así cada personaje de los expuestos en el primer capítulo de Compay Chano ha sido víctima directa de acciones negativas que los personajes haitianos han ejecutado contra ellos.

Así continúa delineándose el odio de Compay Chano hacia los haitianos, hasta establecer la oposición conceptual de dominicanos y haitianos. Para acentuar las diferencias entre ambos países y el narrador presenta a Julián como el punto intermedio, racional y de equilibrio: “Pero aquel estado de cosas hubiera sido ideal si las dos razas, por necesidades de convivencia formaran un solo Estado, sin odios ni costumbres opuestas de religión”.[24] Justo un párrafo más adelante, el narrador explica:

Pero Julián comprendía que las divisiones geográficas entre las naciones eran también las causas incitantes de las guerras y que la Isla de Santo Domingo debió tener la misma tradición histórica de América, para haber sido una sola humanidad al servicio de Dios, de la cultura y del trabajo, si los Tratados de Nimega, Rijswijk, Aranjuez y Basilea, no hubieran sido pecados de las monarquías europeas.[25]

En Le peuple de Terres Mêlées se hace alusión al tratado de Aranjuez concluido en 1777 entre Francia y España, como un reclamo de los territorios haitianos fronterizos. Y a partir de ahora empiezan a plantearse ambos países en binarismos opuestos. Tanto entre los personajes, los países y la religión República Dominicana/cristianismo Haití/vudú:

Julián llegaba luego al camino que conducía a la casa de Teresina, y en un despejado recodo oía después una oración cristiana que rezaban en un bohío dominicano que se encontraba recostado a una barranca; mientras el tam-tam de vudú de Monronville se iba apagando en la

iglesia.[26]

Y así continúa con una que había que esperar, negro/blanco, haitiano/dominicano: “Antolín, un mestizo, hijo de las dos razas, que en él habían fundido sus sangres para producir una especie humana degenerada”.[27] Entre líneas se puede interpretar aquí una tendencia a resaltar el mestizaje como una degradación del blanco. Tanto Lespès como Philoctète lo abordan desde la idea del blanqueamiento racial de la frontera: “Matando varios pájaros de un tiro, el presidente describió... para inyectar en los muslos de la especie femenina dominicana con el propósito de blanquear la nación”[28]. Lespès señala: “—Mucho más. Luego Leonidas mantiene su creencia en la superioridad racial del pueblo dominicano. ¡Sobre todo, nada de mezcla! ¡Una sangre tan noble de hidalgo!”.[29]

Cuando se observa a Trujillo retratado por la novelística haitiana, se tiene un presidente racista, antihaitiano, sin límites para cristalizar un ideal nacional blanco. ¿Este afán por blanquear la frontera no era además de político, personal? ¿Negar al negro en la cultura dominicana era también negar su propia sangre negra? Eso no se puede afirmar, aunque Franklin Gutiérrez, en su libro La tumba de los Trujillo, demuestra que la abuela de Trujillo era haitiana y está enterrada en el cementerio Cristo Redentor. No se sugiere que la matanza estuviera motivada por asuntos personales del tirano; lo que sí es un secreto a voces es su tendencia a blanquearse en los retratos oficiales. Un autor como Manuel del Cabral, en la novela El presidente negro, caracteriza explícitamente al dictador como un racista a carta cabal. Mbembe interpreta el biopoder de Foucault como el racismo extremo que llega a determinar quién vive y quién no: “el biopoder parece funcionar segregando a las personas que deben morir de aquellas que deben vivir”.[30]

En Compay Chano se observan esos contantes planteamientos del haitiano como fuente de malignidad van tejiendo en los personajes dominicanos ira e impotencia, al punto de responsabilizarse por cualquier acto violento que ocurra entre nacionales de ambos países, las palabras de Compay Chano lo describe:

cuando los pueblos o los hombres se sienten invadidos y perjudicados en su tierra por otros, no apelan siempre a los tribunales, porque solo la satisfacción de la justicia se la pueden procurar ellos mismos castigando a los culpables de su desgracia.[31]

Estas palabras del personaje protagonista presagian catástrofe y exoneran al Estado de cualquier acontecimiento futuro, endilgando al enojo y a la ira la responsabilidad de lo que pueda ocurrir. Sin embargo, en Philoctète, la responsabilidad absoluta de la matanza recae en el presidente de la República Dominicana, aunque anuncia complicidad con el presidente haitiano: “A pesar del


pavor público, los jefes de Estado, el haitiano y el dominicano, se habían reunido en Thomazeau, en vistas... a reforzar los vínculos de amistad entre ambos países”.[32] El germen de la tragedia empieza a propagarse; tanto los terratenientes del Sur como los del Noroeste reiteran la posición de que han de hacerse cargo por sí mismos de los ladrones: “Pues ni las autoridades haitianas ni las dominicanas pueden ya hacerse cargo de la situación, porque ya ni pagando por el rescate de los animales que se pierden en manos de los haitianos se pueden encontrar”.[33]

Dentro de las estrategias de Miguel Alberto Román para justificar la matanza, está primero la acumulación de tensión por actos violentos de los personajes haitianos hacia los dominicanos y vender la idea de que se trata de una guerra, así la concibe, describe y plantea a lo largo de las 348 páginas de la narración. Dicho esto, entonces empieza la confabulación para la guerra, y aquí interviene otro terrateniente, Simón Vasquera, quien a través de su capataz Jenaro Villamarra apoya la decisión de Compay Chano de detener por la fuerza los robos constantes a sus tierras:

y vine a decirle que él quiere celebrar pronto, y con la presencia de usted, la otra reunión con los ganaderos y agricultores del sur para echar a los haitianos del territorio dominicano y acabar con los robos que están arruinando toda la región fronteriza dominicana.[34]

La guerra y la masacre, como macrotemas puentes entre ambas narraciones, se plantean en una y en otra desde la perspectiva de cada país. Cada autor esgrime una razón distinta para el exterminio de los haitianos. Por su parte, Philoctète la visualiza de esta manera:

Desde hace cuarenta y ocho horas, el pueblo haitiano de la frontera aprende a decir perejil. Una palabra banal. Un condimento. Que vale una vida. Según lo bien que lo pronuncias eres dominicano, blanco de la tierra, te rinden honores: ¡guardia, salúdelo! Pero si la r transita en la i, la j bebe la l, la p pisa la r, la e se atasca en la j o la p, la l y la r se desencajan, se incrustan, se agarran, se sueltan, se pelean, se huyen, eres haitiano, bueno para el paredón: ¡guardia, fusílelo![35]

La razón para morir dependía de la nacionalidad y de la voluntad de los terratenientes. Y la vehemencia de Compay Chano se despliega en las justificaciones de un odio personal a todos los haitianos. Mbembe diría que “la raza ha constituido la sombra siempre presente sobre el pensamiento y la práctica de las políticas occidentales, sobre todo cuando se trata de imaginar la inhumanidad de los pueblos extranjeros y la dominación que

debe ejercerse sobre ellos”.[36]Compay Chano comenta:

Y es ahora, cuando yo vivo y contemplo mi frontera invadida por los haitianos, que comprendo los grandes esfuerzos hechos por mis antepasados para libertarse de ellos después de 21 años de dominación en todo el territorio de la República Dominicana. Por eso, al querer yo dar mi corazón, mi brazo y hasta mi sangre por echar a esos mañeses de nuestra frontera, me parecerá siempre poco mi sacrificio y el de todos mis compañeros, porque los haitianos deben quedar abatidos más allá de nuestras fronteras y hasta de los límites de las playas de la isla.[37]

Sin embargo, la actitud de las autoridades haitianas es desalmada, según Philoctéte: “Sobre el asunto de las cabezas, Puerto Príncipe guarda un silencio de lo más recomendable. Los ciudadanos se ocupan de sus cosas. Las oficinas del gobierno funcionan con normalidad. El presidente Vincent come a su antojo”.[38]

En Compay Chano se narra la vehemente participación del Estado haitiano:

¡Zas! Fue un certero machetazo que asestaba Compay Chano en la cabeza del jefe de la guardia haitiana, quien al caer al suelo muerto, El Pingo avanzando lo pisoteaba después con sus cascos sobre el pecho”.[39]

Aquí se observan respuesta y enfrentamiento en los primeros dos asesinatos. El de Marelo, perpetrado por la milicia haitiana, y el del jefe de los militares haitianos, perpetrado por Compay Chano. El “zas” simula el encuentro entre la carne humana y el machete. De aquí en adelante, la novela concentra tres de sus capítulos a retratar los resultados de los enfrentamientos, donde hay caídas de haitianos, dominicanos negros y dominicanos blancos y mulatos.

Las víctimas en la novela haitiana son obreros, mujeres y niños. Además, contrario a este relato de Philoctète, a El Masacre se pasa a pie y a Semillas de la ira, donde subyace la acusación contra gobiernos dominicanos y haitianos como común denominador de las historias, en Compay Chano se absuelve a ambos Estados de la responsabilidad en el hecho. En ese sentido, se habla de los caídos dominicanos:

Los muertos dominicanos se sucedían con la misma prontitud que disparaba aquella terrible arma de fuego. Los demás soldados haitianos luchaban ahora más confiadamente. Pero Compay Chano con un grupo de compañeros abriéndose paso por un costado de los soldados haitianos…[40]

En Compay Chano, es el narrador la fuente de la información de las víctimas caídas, procurando siempre un equilibrio al relatar las ejecuciones como una equivalencia exacta en la balanza de las muertes haitianas y dominicanas: “Compay Chano volvía con su gente para reunirla con la de Villamara, quien había dispuesto el enterramiento de los muertos dominicanos y haitianos y el desayuno de los macheteros”.[41] En Le peuple de Terres Mêlées, es la radio, salvo en el asesinato de Adèle: “Novecientas ocho cabezas por minuto en la provincia de Azua... Ochocientas diecinueve en Santiago”.[42] Se presentan alternadas ejecuciones de niños con frases del tipo: “Las carnes de los niños es tan dulce que los machetes no muerden”.[43] Compay Chano mantiene la constante onomatopeya: “¡Zas! ¡Zas! ¡Zas!”. Esta onomatopeya, como encuentro entre el machete y la carne, está presente también en la novela haitiana: “¡Y zas!, ¡y zas!, la música de la extracción de los sesos”.[44]

En Las semillas de la ira se relata el destino de esas familias haitianas que fue el anhelo de regresar a los hogares que habían construido con el esfuerzo de todas sus vidas y de aquel lado, la tierra nunca fertilizó y del dinero de la multa al Estado dominicano le llegó al campesinado una mínima fracción.

El destino de los cadáveres en Compay Chano, aunque los difuntos dominicanos y haitianos discurrían en la corriente de una misma oración, en la tierra ambos cuerpos eran enterrados de manera separada. “—No quiero que entierren juntos a los dominicanos con los haitianos, porque nosotros jamás hemos podido vivir con ellos unidos”.[45] En Le peuple de Terres Mêlées, no se habla del destino de los cadáveres. Solo cabezas, muertes de todos los géneros y de todas las edades. Los muertos de Compay Chano son jóvenes dominicanos, como el caso de su hijo menor de 12 años y hombres en edad adulta. “Compay Chano había hecho pasar el río fronterizo del Masacre a muchas familias haitianas que habían huido de aquel villorro...”.[46]La logística de los enfrentamientos fue esta: “... te irás con la mitad de los macheteros, de las provisiones y del equipo para las excavaciones, para limpiar de haitianos todo el noroeste de nuestra frontera”.[47] El autor siempre busca el equilibrio al describir las bajas humanas, casi una representación por parte: “Zas! ¡zas! ¡zas! Sonaban después los machetes dominicanos entre la carne haitiana; mientras los cuchillos de algunos carniceros haitianos se hundían en los pechos y en los vientres de los macheteros”.[48]

Tratamientos puntuales

René Philoctète funda, junto a Frankétienne, el movimiento espiralista que inspiraría a generaciones de escritores haitianos. Por su parte, Miguel Alberto Román fue un juez dominicano cuyo vínculo con la comunidad literaria dominicana fue casi inexistente. Dos autores y una trayectoria literaria distinta.

Como ya se ha afirmado, en 1989, durante el gobierno de facto de Prosper Avril producto del derrocamiento de Henry Namphy tras un golpe militar, René Philoctète publicó su segunda novela Les peuples des terres mêlées. En 1949, el abogado dominicano Miguel Alberto Román publicó su primera novela: Compay Chano, mientras gobernaba el dictador Rafael Leonidas Trujillo. Y, en este mismo año, Anthony Lespès publicó Las semillas de la ira en la dictadura de François Duvalier.

Ahora bien, entre Compay Chano y Las semillas de la ira existen coincidencias temáticas y temporales. Ambas se publicaron en 1949 bajo regímenes dictatoriales y las dos retratan lo ocurrido en octubre de 1937. En el prólogo de la edición en español de 1990, Bernardo Vega afirma que Trujillo tenía una fuerte animadversión contra Lespès por la carta pública que ventiló en la prensa de Puerto Príncipe donde aconsejaba al novelista haitiano René Depestre para que no tuviera miedo de defender sus convicciones marxistas e instándolo a no temerle del dictador dominicano.

Donde se detiene el flujo de coincidencias es en la recepción de ambas novelas. Compay Chano es a todas vistas una novela de propaganda política que busca justificar las acciones de la dictadura y solidificar su ideología; mientras que Las semillas de la ira es una novela que se une al repertorio de Lespès como parte de su obra literaria sin regateársele su condición creativa.

Le peuple de Terres Mêlées, por su parte, es una novela importante dentro del repertorio de René Philoctète, pero no es su obra más socorrida. Su perfil es distinto al de Miguel Alberto Román, abogado y publicista de la dictadura; al de Anthony Lespès, funcionario en el periodo de Lescot y activista político, y al de Freddy Prestol Castillo, abogado y funcionario en la era de Trujillo. Philoctète fue un maestro de literatura en el Instituto de Puerto Príncipe y un escritor de sólida trayectoria en Haití.

Estimaciones del número de víctimas en ambas novelas

Cada autor considera una cifra diferente en el total de los haitianos asesinados. En Compay Chano no se hace referencia a número de víctimas, solo se habla de caídos dominicanos y caídos haitianos. En Le peuple de Terres Mêlées sí se plantea un estimado del número de víctimas y las va dosificando a lo largo de la trama para terminar en la cifra de entre 10 y 15 mil: “...cuatro mil setecientos ochenta y cuatro obreros agrícolas haitianos han sido liquidados”.[49]

El poder del dictador en Compay Chano es representado mediante la referencia a la raza de toros beff: “toro como a ese ganado de vacas que ha soltado el gobierno dominicano en la frontera, los haitianos le llaman la bef de Trujillo y como si éste tuviera inteligencia para conocer a los haitianos, donde quiera que vea uno lo ataca”.[50] En Le peuple de Terres Mêlées se alude a la figura del dictador con nombre y apellido, se describe siempre en relación con Haití o el haitiano.

Características del hecho real del que se generan las narraciones testimoniales en las dos novelas

Philoctète y Román conciben el hecho histórico de manera absolutamente opuesta. Para el primero la matanza es una tragedia mayúscula y su tipificación va incrementándose en la narración: “La bestia es sorda. No se sabe de dónde viene”[51] o “el día de la sangre”, para luego nombrarla como “La operación Cabezas haitianas”. Para el segundo, es una guerra, un juramento de defensa del patrimonio personal y la patria:

Por eso, al querer yo dar mi corazón, mi brazo y hasta mi sangre por echar a esos mañeses de nuestra frontera, me parecerá siempre poco mi sacrificio y el de todos mis compañeros, porque los haitianos deben quedar abatidos más allá de nuestras fronteras.[52]

Tratamiento de las funciones transtextuales

Según las cinco maneras que tienen los textos de vincularse que Gérard Genette propone en Palimpsestos podemos visualizar un mapa transtextual a la hora de leer la narrativa de la masacre haitiana de 1937. Entre Compay Chano y Le peuple de Terres Mêlées, la novela dominicana es hipertexto de la de René Philoctète, de acuerdo con la teoría de Genette: “Llamo, pues, hipertexto a todo texto derivado de un texto anterior por transformación simple o por transformación indirecta”,[53] y, si se observa el panorama más amplio, se puede decir que Las semillas de la ira de Anthony Lespès es el hipertexto de la de Prestol Castillo y de Philoctète.

En Le peuple de Terres Mêlées se puede notar una paratextualidad inminente en el título y en el discurrir de la diégesis narrativa: “Adèle frunce el entrecejo. Le ha parecido oír a los soldados gritar: ¡Perejil! ¡Perecer! ¡Percutir! ¡Per!”.[54] Y ahí la palabra “perejil” se erige en el poder de decidir entre la vida y la muerte. Ya el título más visible en la portada de esta novela, nos indica que esa palabra es determinante para el desarrollo de la historia.

En Compay Chano, también sucede lo mismo, esas dos palabras son decisivas para el curso de la narración, un elemento paratextual es el que protagoniza toda la novela. Es entonces donde se descubre que Genette revela una realidad diegética esencial.

Los presupuestos ideológicos de los que parten los autores de las dos novelas

Los motivos de la masacre tienen un origen distinto en ambos autores: Román lo atribuye al cúmulo de indignación generada por los constantes latrocinios “—Porque los haitianos, ...se están metiendo de este lado de nuestra frontera, por la Peñita y Don Miguel, y nos están empobreciendo robándonos el ganado y los frutos”.56 Philoctète sustenta que el prejuicio racial del dictador dominicano, su afán de “blanquear la raza”, fueron las principales motivaciones para la matanza: “Leónidas Rafael Trujillo y Molina... define la nación dominicana más que por su vida común o su proyecto colectivo, por su color de piel”.[55] A más de la mitad de Le peuple de Terres Mêlées, el autor acentúa el racismo de Trujillo: “265 depredadores de Grecia para inyectar en los muslos de la especie femenina dominicana con el propósito de blanquear la nación”.[56]

Ambos difieren en la idea de que el pueblo haitiano fue la víctima y el gobierno dominicano el victimario. Miguel Alberto Román amarra toda su diégesis narrativa sobre el relato bélico, mientras que en Le peuple de Terres Mêlées lo hace en el relato de la matanza. En este sentido, Philoctète la nombra desde la masacre: “La operación cabezas haitianas ha comenzado desde hace más de una hora”.[57]

La actitud de los personajes con relación a la masacre en las dos novelas

Bajtín sostiene que en la intención del hablante, su voluntad es la que delimita el alcance del enunciado, es decir, “la intención discursiva del hablante, con su individualidad y subjetividad, se aplica y se adapta al género escogido, se forma y se desarrolla dentro de una forma genérica determinada”.[58] Esto implica que el autor, al elegir cada palabra, frase u oración en boca de sus personajes, busca crear un efecto, revela una intención.

En la voz del protagonista Pedro Brito la reacción ante los eventos que están ocurriendo es de terror, miedo e impotencia. “Pedro, ¿qué te ha sucedido? ¡Das miedo, según parece!... Vi a los soldados, compañero Guillermo. A lo mejor se me ha quedado su marca en los ojos”.[59]

Adèle se muestra tensa, reflexiva y temerosa: “La muerte se instala en nuestra vida como un anuncio publicitario y la gente la agasaja. ¿No has oído las campanas? Doblan a sangre fresca, Pedro”.[60]

En cuanto a los otros personajes dominicanos la actitud no dista mucho de la de Pedro y Adèle: “Los obreros dominicanos pasan del pavor a la alarma. Comprenden que la situación ha empeorado. Presienten que la sangre correrá en serio”.[61]

En cuanto a la imagen del haitiano en los personajes dominicanos, Philoctéte señala: “Uno se compadece de un amigo haitiano. Otro se acuerda de un compadre haitiano. Otro se atormenta por un primo haitiano. Otro llora a una novia haitiana”.[62] Hay una tensión en tanto a lo que el haitiano entiende que el dominicano ve en él. Esto se refleja en la novela de Philoctéte: “Era la tónica general de los allegados al poder, en la República Dominicana. La extravagancia. A todo lo largo del país pintaban con grandes letras negras en los muros blancos de las casas consistoriales: ´¡El diablo haitiano!´”.[63]

En dirección contraria, hay otra tensión: la del dominicano que entiende que el haitiano ve en él debido a la confusión por la demarcación territorial. De acuerdo con Moya Pons, el dominicano entiende, con razón o sin ella, que el haitiano quiere arrebatarle un trozo de su territorialidad:

Por más esfuerzos que hicieron en el Siglo XIX por llegar a un acuerdo con Haití, nunca fue posible aclarar la cuestión de los límites fronterizos, pues el tratado de 1874 fue un instrumento defectuoso, y las negociaciones de Lilís poco antes de morir otorgaron derechos a los haitianos, entonces reclamados por los dominicanos. Durante muchos años, a principios del Siglo XX, se procuró llegar a un arreglo sobre los límites fronterizos, el cual solo pudo alcanzarse en 1929 durante el gobierno de Horacio Vásquez. Pero a pesar de haberse firmado el 21 de enero de ese año un Tratado sobre la Fijación de Límites, en el país quedaron viviendo varias decenas de miles de haitianos que trabajaban como obreros de la industria azucarera o como sirvientes en las casas de familia o como agricultores y pequeños comerciantes en el sur y la Línea Noroeste cerca de la frontera.[64]

En Compay Chano, la manera en que los personajes dominicanos asumen la tragedia es de enfrentamiento: “—¡Vamos a decidir ahora en nuestra frontera la suerte de los haitianos o la de nosotros los dominicanos! ¡Pa´lante! ¡Juramos! — Dijo Compay Chano, con voz que tenía estridencia de acero y coraje de lucha”.67 La actitud de los personajes de Le peuple de Terres Mêlées ante la matanza es de miedo, angustia y sorpresa, mientras que en los de Compay Chano es de sed de lucha.

Hay que destacar que los personajes haitianos más importantes en Compay Chano son Atiyón, jefe de la banda de ladrones de animales, y Selin, la joven haitiana novia de Tomás. Ante la masacre, Atiyón actúa en varios enfrentamientos asesinando a varios dominicanos para luego quedar abatido por Francisco. La actitud de Selín fue más la recibir el salvamento de Tomás y renunciar a su condición de diosa vudú.

Las visiones de la masacre presentadas en las dos novelas

Cuando se lee El masacre se pasa a pie frente a Las semillas de la ira, es como poder mirar lo que pasa del otro lado de cada una de las historias. La primera cuenta lo que pasa en la parte dominicana de la isla; y la segunda, la del haitiano. En la lectura espejo de Compay Chano frente a Le peuple de Terres Mêlées, se nos revelan también dos vertientes de una misma realidad. En uno, el lado del iniciador de la tragedia y en el otro, su recepción: “Agrupados y armados de machetes como los andulleros de aquel otro pasado heroico contra los mismos haitianos, se encontraba un enorme contingente de ganaderos y agricultores dominicanos frente a la casa de Compay Chano, preparado para marchar en contra de los campamentos militares, viviendas y villorrios haitianos que estaban esparcidos a todo lo largo de la frontera dominicana”.[65]

En Le peuple de Terres Mêlées, la matanza se presagia a través de un pájaro desconocido que sobrevuela la comunidad de Elías Piña, Roberto Pedrino, un estudiante de sociología, que estaba de visita, empezó a tocar la mandolina para apaciguar la desgracia que traía consigo aquella ave extraña. Los habitantes del pueblo siguen el ritmo de la cuerda con flauta y saxofón. Las campanas de la iglesia se agitan en vano para oponerse al bullicio. El ave regresa, es sorda y ciega. Se percatan de que viene por ellos: “La cosa vela por nosotros. ¿Quién tiene miedo entonces? Es un asunto dominicano. Una cabeza de tierra. ¡La primera cabeza de la tierra!, ¡La cabeza nuestra!”.[66] Sigue la música, el ritual de vigilia contra el mal que se aproxima, exclaman: “¡Santo, santo, santo Leónidas Rafael Trujillo y Molina tres veces santo!”.[67] Siguen cantando los habitantes de la aldea: “¡Señor Sangre Horrible!”

En Philoctéte, se cumple el presagio del pueblo en la voz de Pedro Agustín de Córdoba, jefe del gobierno, quien, al despertarse de su siesta del mediodía, canta al ritmo de Danubio Azul: “— Por una cabeza de hombre haitiano, el abrazo de Trujillo; por un cuerpo de niño haitiano, hembra o varón, la sonrisa de Trujillo; por una mujer haitiana cortada en dos, el agradecimiento de Rafael

Leonidas Trujillo”.[68]

Miguel Alberto Román y René Philoctète plantean dos visiones muy distintas de la Masacre del 37. El autor dominicano busca desde el inicio de la matanza plantearla como un enfrentamiento bélico entre ladrones y terratenientes. Un ajuste de cuentas motivado por el presente narrativo de la novela y por el pasado independentista del país. El escritor haitiano, al igual que Freddy Prestol Castillo y Anthony Lespès, cuentan el hecho como una matanza en condiciones de desigualdad estratégica y armamentística.

Lo que sí se observa en ambas narraciones es el in crescendo de la tensión interna de la trama al punto donde se avecinan los asesinatos. En Le peuple de Terres Mêlées, el ave y todo el presagio; en Compay Chano, las heridas en su memoria familiar y la impotencia ante los constantes robos de los que fue víctima.

La actitud de la prensa

La actitud de la prensa de la época en las narraciones de uno y otro autor. Sobre el manejo de la información por el periodismo. En este punto, refiere Philotéte:

Nadie puede permitirse comentar el error de La Guardia, un incidente de recorrido, una masacre marginal. Además, en las mismas orillas del Guayamuco, 4,784 obreros agrícolas haitianos han sido liquidados. Aparte de esto, Viaje con la Panamá Line. La Panamá Line hace el mundo más pequeño… Las noticias son cada vez más reconfortantes.[69]

Cada uno presenta un papel diferente de la prensa: en Compay Chano, la radio, ni el periódico se menciona. En Le peuple de Terres Mêlées, sí; la radio tiene una presencia importante, al punto de estar caracterizada con un tono de irónico: “ni siquiera las instituciones religiosas han tenido un pensamiento para el pueblo haitiano de la frontera ¡Cutex, señores, para unas manos nobles!”.[70]

Las autoridades dominicanas y haitianas

En Compay Chano se exonera en varios puntos de su historia a las autoridades tanto haitianas como dominicanas de la matanza: “...Pues ni las autoridades haitianas ni las dominicanas pueden ya hacerse cargo de la situación...”.[71] En Le peuple de Terres Mêlées persiste la idea de que las autoridades haitianas fueron indiferentes ante la masacre y aceptaron felizmente la indemnización de 700,000 dólares americanos a cambio del daño provocado a la nación con el exterminio de miles de ciudadanos haitianos. Esta idea también está latente en Las semillas de la ira y en El masacre de pasa a pie.

Conclusiones

René Philoctète y Miguel Alberto Román abordan estas dos novelas desde dos trayectorias literarias distintas. Philoctète, junto a Frankétienne, funda el movimiento espiralista, influyendo en generaciones de escritores haitianos. Por otro lado, Miguel Alberto Román, juez dominicano, mantiene un vínculo prácticamente inexistente con la comunidad literaria dominicana. Las novelas de René Philoctète y Miguel Alberto Román ofrecen perspectivas únicas sobre la masacre de 1937, destacando las diferencias en enfoques literarios, percepciones ideológicas y representaciones de los eventos históricos. Estas obras literarias no solo ofrecen un relato de la trágica realidad, sino que también revelan las complejidades de las relaciones entre dos naciones vecinas.

En lo referente al tratamiento de las funciones transtextuales que funciona como vínculo entra los dos relatos, la novela dominicana se erige como hipertexto de la haitiana, según la propuesta de Genette, revelando una relación transtextual significativa. En la novela haitiana, la paratextualidad se manifiesta en el título y la narrativa, donde la palabra “perejil” adquiere poder decisivo. En Compay Chano, elementos paratextuales también dirigen la trama, destacando la revelación de Genette sobre la realidad siempre presente ante los ojos del lector. Bajtín sostiene que la intención del hablante delimita el alcance del enunciado. En Compay Chano, la reacción ante la masacre es de enfrentamiento y sed de lucha, mientras que en Le peuple de Terres Mêlées, los personajes muestran miedo, angustia y sorpresa. La tensión racial entre dominicanos y haitianos se refleja en la obra de Philoctète, destacando la percepción mutua de amenaza territorial.

La recepción desde el interior de las novelas muestra diferencias significativas. Compay Chano es una obra de propaganda política que busca justificar las acciones dictatoriales, mientras que Le peuple de Terres Mêlées se destaca como una obra literaria autónoma. René Philoctète, distinto en perfil a autores dominicanos, es un maestro de literatura y un escritor reconocido en Haití, destacando como una novela importante en su repertorio. Desde el punto de vista de

los presupuestos ideológicos, Román atribuye la masacre a indignación por constantes robos, mientras Philoctète destaca el prejuicio racial y el deseo de “blanquear la raza” por parte de Trujillo como motivaciones principales. Ambos difieren en la victimización, con Román enfocándose en la defensa de la patria y Philoctète resaltando la masacre como un acto de exterminio racial. Al referirse a la base real e histórica, en ambas novelas se presentan estimaciones diferentes sobre el número de víctimas. Ambos autores ofrecen cifras diferentes sobre las víctimas de la masacre. Mientras Compay Chano no hace referencia a números, Le peuple de Terres Mêlées estima entre 10 y 15 mil muertos, detallando la tragedia a lo largo de la trama.

Román plantea la masacre como un enfrentamiento bélico, mientras Philoctète la presenta como un acto desigual en condiciones estratégicas y armamentísticas. Ambos autores crean una creciente tensión en la trama antes de los asesinatos, destacando en Compay Chano la memoria familiar herida y en Le peuple de Terres Mêlées, un presagio a través de un ave misteriosa.

Las narrativas divergen en la representación de la prensa y las autoridades. Philoctète critica la falta de atención de la prensa a la masacre, mientras que en Compay Chano ni la radio ni el periódico se mencionan. Las autoridades, tanto dominicanas como haitianas, reciben distintos tratamientos en ambas novelas, mostrando la complejidad del manejo de la información y la percepción gubernamental.


Notas al pie

[1] Gérard Genette, Palimpsestos (Madrid: Taurus, 1989), 9.

[2] Armando Gnisci, Introducción a la literatura comparada (Barcelona: Editorial Crítica, 2002).

[3] Enrique Anderson Imbert, Métodos de crítica literaria (Madrid: Ediciones Castilla, 1969), 120.

[4] Adriana Azucena Rodríguez, Las teorías literarias y el análisis de textos (Ciudad de México: UNAM-Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, 2021), 181.

[5] René Wellek y Austin Warren, Teoría literaria (Gredos, 2009), 122.

[6] Robin Lefere, La novela histórica no da una respuesta clara sobre tipología (Madrid: Visor Libros, 2013).

[7] Miguel Barnet, La fuente viva (La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1998), 20.

[8] Robin Lefere, La novela histórica no da una respuesta clara sobre tipología, 29.

[9] Lefere, La novela histórica…, 41.

[10] Lefere, La novela histórica…, 130.

[11] Miguel Barnet, La fuente viva, 13.

[12] Prosper Avril (Ecured, S. F. Recuperado el 15 de febrero de 2024 https://www.ecured.cu/Prosper_Avril).

[13] Adriana Azucena Rodríguez, Las teorías literarias y el análisis de textos, 286.

[14] René Philoctéte, Le peuple de Terres Mêlées (Barcelona: Ediciones Barataria, 2003), 16.

[15] Miguel Antonio Román, Compay Chano (Santo Domingo: Editorial El Caribe, 1949), 7.

[16] Philoctéte, Le peuple de Terres Mêlées, 17.

[17] Román, Compay Chano, 7.

[18] Philoctéte, Le peuple…, 17.

[19]                                                                                                       , 29.

[20] Román, Compay Chano, 30. 21 Román, Compay Chano, 11.

[21] , 12.

[22] Román, Compay Chano, 27.

[23] Philoctéte, Le peuple…, 24.

[24] Philoctéte, Le peuple…, 24.

[25] Philoctéte, Le peuple…, 24.

[26] Philoctéte, Le peuple…, 24.

[27] Philoctéte, Le peuple…, 25.

[28] Philoctéte, Le peuple…, 123.

[29] Anthony Lespès, Las semillas de la ira (Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana, 1990), 18.

[30] Achille Mbembe, Necropolítica (Santa Cruz de Tenerife: Melusina).

[31]                                                                                                          

[32] Philoctéte, Le peuple…, 35.

[33] Philoctéte, Le peuple…, 119.

[34] , 118.

[35] Philoctéte, Le peuple…, 104.

[36] Achille Mbembe, Necropolítica.

[37]                                                                                                      , 164.

[38] Philoctéte, Le peuple…, 106.

[39] Román, Compay Chano, 189.

[40] , 190.

[41] Román, Compay Chano, 191.

[42] Philoctéte, Le peuple…, 65.

[43] Philoctéte, Le peuple…, 66.

[44] Philoctéte, Le peuple…, 204.

[45] Román, Compay Chano, 191.

[46]                                                                                                      , 191.

[47] Román, Compay Chano, 192.

[48] , 194.

[49] Philoctéte, Le peuple…, 105.

[50]                                                                                                      , 299.

[51]  Philoctéte, Le peuple…, 12.

[52]  Román, Compay Chano, 164.

[53]  Gérard Genette, Palimpsestos, 17.

[54]  Philoctéte, Le peuple…, 66. 56 Román, Compay Chano, 11.

[55] Philoctéte, Le peuple…, 72.

[56] Philoctéte, Le peuple…, 122.

[57] Philoctéte, Le peuple…, 54.

[58] Mijail Bajtín, Teoría y estética de la novela (Madrid: Taurus, 2005), 267.

[59] Philoctéte, Le peuple…, 37.

[60] Philoctéte, Le peuple…, 117.

[61] Philoctéte, Le peuple…, 37.

[62] Philoctéte, Le peuple…, 37.

[63] Philoctéte, Le peuple…, 34.

[64] Frank Moya Pons, Manual de historia dominicana (Santo Domingo: Ediciones Librería La Trinitaria, 2013), 216. 67 Román, Compay Chano, 187.

[65] Román, Compay Chano, 186.

[66] Philoctéte, Le peuple…, 12.

[67] Philoctéte, Le peuple…, 12.

[68] Philoctéte, Le peuple…, 14.

[69] Philoctéte, Le peuple…, 105.

[70] Philoctéte, Le peuple…, 124.

[71] Román, Compay Chano, 119.



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