Revista ECOS UASD, Año XXXI, Vol. 2, No. 28, julio-diciembre de 2024. ISSN Impreso: 2310-0680. ISSN Electrónico: 2676-0797 • Sitio web: https://revistas.uasd.edu.do/

Riohacha, el ocaso de la Fénix del Caribe

Riohacha the decline of the Caribbean Phoenix

DOI: https://doi.org/10.51274/ecosuasd.v31i28.pp75-91

 Arquitecta y doctora en Historia de América Latina por la Universidad Pablo de Olavide. Pertenece al equipo de investigación sobre Historia Empresarial y Desarrollo Regional, Universidad del Magdalena, Santa Marta-Colombia. Ha participado en diversos proyectos de investigación nacionales e internacionales como: Defensa y Fortificaciones en las islas del Atlántico medio durante el largo siglo XVIII. (PID2020-115792GB-I00) R/AEI/10.13039/501100011033.

Recibido: Aprobado:

UASD Jurnals - Open Access

Cómo citar: Gutiérrez Montoya, N. 2024. «Riohacha, el ocaso de la Fénix del Caribe». Revista ECOSUASD 31 (28):75-91. https://doi.org/10.51274/ecosuasd.v31i28.pp75-91

Resumen

Los cambios que supuso la caída del antiguo régimen y la ascensión de los nuevos sistemas de gobierno difícilmente produjeron modificaciones en el paisaje urbano de las ciudades, especialmente si estas no eran capitales o puertos principales. Para Riohacha su posición estratégica en el Caribe, puerta de entrada a un territorio poco explorado, conectado con el lago Maracaibo y con el río Magdalena, que servía de bisagra entre Europa y los mundos indígenas de la Guajira y de la Sierra Nevada de Santa Marta, poco le sirvió para abrirse un espacio en el nuevo escenario mundial. Ubicada en el extremo norte de la Nueva Granada, en la provincia de la Guajira, Riohacha fue protagonista desde inicios de la colonización del continente. Sufriría los embates, más o menos violentos, de invasores de todas las naciones, incluyendo los colombianos patriotas que, llegados por tierra y desde el mar, se establecieron para tomar parte en el escenario del comercio atlántico. Producto de la búsqueda de recursos naturales, principalmente las perlas, la ciudad de Riohacha fue una ciudad clave en el proceso de poblamiento de una región que, aunque ocupada por una aguerrida población de indígenas wayúu, supo negociar y adaptarse, hasta conseguir desarrollar una exitosa estructura económica; su ruina, a finales del siglo XIX significó también el ocaso de la ciudad.


Palabras clave:

Ciudad histórica, indios del Caribe, indios americanos, crisis económica

Abstract

The changes brought about by the fall of the old regime and the rise of the new systems of government hardly produced changes in the urban landscape of the cities, especially if they were not capitals or major ports. For Riohacha, its strategic position in the Caribbean, gateway to a little explored territory, connected to Lake Maracaibo and the Magdalena River, which served as a hinge between Europe and the indigenous worlds of the Guajira and the Sierra Nevada de Santa Marta, did little to open a space in the new world scenario. Located in the extreme north of New Granada, in the province of La Guajira, Riohacha was a protagonist from the beginning of the colonization of the continent. It would suffer the onslaught, more or less violent, of invaders from all nations, including the patriotic Colombians, who, arriving by land and from the sea, established themselves to take part in the Atlantic trade scenario. As a result of the search for natural resources, mainly pearls, the city of Riohacha was a key city in the process of populating a region that, although occupied by a hardy population of wayúu Indians, knew how to negotiate and adapt, until it managed to develop a successful economic structure; its ruin at the end of the 19th century also meant the decline of the city.


Keywords:

Historic city, Caribbean Indians, American Indians, economic crisis

Introducción

Entre los motivos de la desaparición de una ciudad se encuentra su destrucción por la fuerza de un enemigo, por el efecto de algún desastre natural, por la ocupación violenta por parte de otra cultura o porque sufra de un duradero evento de amnesia colectiva. Todos estos padecimientos llevaron a que la ciudad de la que vamos a hablar a continuación entrara en un aparente letargo que propició que cayera en un olvido de décadas, luego de haber sido partícipe de grandes gestas y enclave de importantes rutas comerciales.

Riohacha, como la llamamos hoy en día, o Nuestra Señora de los Remedios de Riohacha, según su nombre original, sufrió todos los posibles eventos que pudieron contribuir a su desaparición, fue objeto de diversos ataques de piratas, desastres naturales y también violentas entradas indígenas que quemaron la ciudad, casi hasta sus cimientos; no obstante, fue el letargo de los caminos no transitados y de los comerciantes que no llegaron, los que sumieron la ciudad en el olvido.

En este artículo queremos hacer un repaso por aquellos eventos que desde finales del siglo XVIII hasta los albores del siglo XX supusieron los más importantes retos para la sobrevivencia de la ciudad de Riohacha y sus habitantes, y que condujeron a que la ciudad y parte de la península de la Guajira, se constituyera en salvaguarda del movimiento realista, en refugio del mercado ilegal y en el abrigo para un sinnúmero de extranjeros que encontraron allí una tierra prometedora. El objetivo de este estudio es ahondar en las posibles estrategias puestas en marcha: tratos, proyectos, fortificaciones, productos, rutas de mercado, entre otros; que, si bien lograron mantener, durante al menos dos siglos, la ilusión de la construcción de una próspera sociedad mercantil, no consiguieron respuestas acertadas a los desafíos que trajo el siglo XIX.

Las ocupaciones iniciales en la  región norte de Colombia

Las primeras ocupaciones en la región norte de la actual Colombia, en la Península de La Guajira, aparecieron tempranamente, gracias al hallazgo de los yacimientos de perlas que fueron explotados a fuerza de indios, en su mayoría esclavizados.[1] La región estaba poblada con un gran número de comunidades indígenas que fueron desapareciendo progresivamente, bien porque fueron asesinadas o víctimas de enfermedades, o porque fueron desplazadas. Otros grupos desarrollaron formas de resistencia como la negociación que, aunque en condiciones desiguales, les posibilitó conservar parte de sus tierras y entrar en el nuevo orden colonial; entre estas comunidades están pueblos Arawak, principalmente las comunidades wayúu, y otras comunidades que ocupaban las laderas de la Sierra, como los indígenas kogui, arhuacos, wiwas, entre otros.

“La región ha sido rica en otro tiempo por la pesquería de las perlas, se obtenía una perla de excelente oriente, pero pequeñas, que se hacía en los Placeres de la Costa Guajira”.[2] Sin embargo, los ostrales fueron expoliados a una gran velocidad y los colonos se vieron obligados a buscar otros recursos. Cerca de 1525 se llevaron a cabo varias expediciones al interior guajiro y se ensayaron nuevas formas de reducción de la población indígena. Las incursiones se intensificaron al constituirse la gobernación de Venezuela y Cabo de la Vela en 1528 mediante capitulación otorgada por la Corona a la casa comercial alemana de los

Welser.[3]

La costa de la península Guajira es árida y estéril, sin embargo, en las tierras llanas del interior y los valles de las sierras se producen buenos pastos. Los indígenas que pueblan la región “no son como los demás, pues tienen alguna agricultura, industria y comercio”,[4] criaban gallinas y ganado vacuno, caballar y mular; cultivaban algodón, caña de azúcar, maíz, tubérculos y frutas. También extraían palos de tinte. Visitaban esta costa, piratas, corsarios y comerciantes de todas las nacionalidades,[5] pero eran los ingleses y holandeses, antillanos, los más asiduos de la región, atraídos por las perlas, pero además por el “ganado vacuno, mulas, cueros y algunos palos de tinte a cambio de fusiles, pólvora, lienzo llamado Coleta, Listados y Quincallería, aguardiente y tabaco. Con respecto a fusiles y a la pólvora no son tan dados a facilitárselos como los otros efectos, porque en diferentes tiempos han experimentado el rigor de las mismas armas que les han franqueado”.[6]

Fue Nicolás de Federmann en su calidad de gobernador quien fundó Nuestra Señora de las Nieves en 1535, en un intento por consolidar el poblamiento de la región. Otras tentativas, como Santa Cruz, levantada en bahía Honda, en el extremo norte de la Península, por iniciativa de Alonso de Ojeda en 1502 no pasaron de ser meros campamentos. Y si Santa Cruz sucumbió a la ferocidad de los indígenas,[7] Nuestra señora de las Nieves lo hiso a la falta de agua[8] y al agotamiento de los bancales perlíferos en la región, por lo cual fue trasladada en 1537 al Cabo de la Vela y renombrada Nuestra Señora de Santa María de los Remedios. Santa María fue el destino de pescadores de perlas provenientes de Cubagua y de otros yacimientos agotados,9 que venían a instalar sus explotaciones. Cada explotación comprendía “canoas, indios y barcos, y casas movedizas, y toda la gente, esclavos naborias y bastimentos”.10

Durante una década los Remedios fue centro de extracción de perlas y centro administrativo de su comercio,11 aunque según las descripciones era una ranchería como otras que había en la región:

“…la ranchería de Nuestra Señora Santa María de los Remedios del Cabo de la Vela aparecía como un caserío costero formado por ranchos de varios tamaños, todos construidos de bahareque y cubiertos de paja y cactos. Una serie de enramadas en donde colgaban unas cuantas hamacas completaba el cuadro de sus construcciones. Los ranchos más grandes eran utilizados como dormitorio-prisión de los indios buzos; otros servían para guardar perlas y agua o como habitación de mayordomos y canoeros. Ciertos ranchos y enramadas correspondían a viviendas de indios de perlas privilegiados o hacían las veces de cocina. La ranchería estaba cercada con palos y tablas, lo cual acentuaba su carácter de enclave en medio de un territorio indígena hostil...”.12

Aquejada por los mismos padecimientos que los asentamientos anteriores, Los Remedios fue definitivamente trasladado a la desembocadura

Antonio B., Cuervo. Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia, 33.

9      Weildler Guerra Curvelo. “La Ranchería de las Perlas del Cabo de La Vela 1538-1550”. Huellas: 35.

10    Manuel Luengo Muñoz, “Noticias sobre la fundación de Nuestra Señora de Los Remedios del Cabo de la Vela”. Anuario de Estudios Americanos de Sevilla, (1949): 772.

11    Weilder Guerra Curvelo. “El poblamiento del territorio guajiro”, Revista Pueblos Indígenas, territorios y demarcación, 2007, 53.

12    Barrera, M. Eduardo. 2002. “Los esclavos de las perlas. Voces y rostros indígenas en la granjería de perlas del Cabo de la Vela (1540-1570)”. Boletín Cultural y Bibliográfico: 4-5.

del río Ranchería, a más de 120 kilómetros al sur. Su traslado fue inevitable, en palabras de Pedro Simón: “lo primero por no tener agua para beber, piedra ni madera para edificar, casas, ni aún leña para el servicio, lo segundo verse tan infestados de los goajiros y cocinas que los perseguían”.[9]

La ciudad nace en una localización estratégica para el comercio, enmarcada entre el mar Caribe, el río Ranchería y las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. El río también era conocido como “del hacha”, y aunque no está muy claro el origen de este nombre,[10] la ciudad heredó esta marca, conservando la devoción que ya se tenía a esta virgen en el Cabo de la Vela, para dar nombre a la nueva ciudad, Santa María de los Remedios del Río del hacha, Riohacha, que celebra su gran día el dos de febrero. El traslado se llevó a cabo entre 1544 y 1545,[11] y en los años posteriores la ciudad creció con el aporte de la población de las rancherías que durante décadas se habían instalado a lo largo de la costa Guajira, y que fueron desapareciendo progresivamente.[12]

La ciudad de Riohacha se consolidó como capital de la provincia de Riohacha y sede de gobierno, su localización estratégica permitía el acceso a una mayor diversidad de recursos, permitiendo también mantener los tratos comerciales con los guajiros, el intercambio con las ciudades de Dibulla, Valle de Upar y Santa Marta, al mismo tiempo que con los comerciantes antillanos.[13] La región estaba ocupada por diversos grupos indígenas, principalmente de la cultura wayúu, que se caracterizaba, y aún lo hace, por su resistencia, pero también por su capacidad de adaptación, que los llevó a entablar negociaciones muy tempranamente con los colonizadores españoles, y con comerciantes, piratas y corsarios de todas las nacionalidades.

A mediados del siglo XVI la población de la ciudad de Riohacha alcanzaba las “dos mil almas de confesión”,[14] y aunque este censo considera la población blanca y/o bien mestiza, vecinos de la ciudad, debemos tener en cuenta que hay una población indígena que reside de manera permanente o no, en Riohacha, proveniente de diversas comunidades que habitaban la región, que no está considerada en este cálculo. Las sequías, que de manera cíclica sufre la región, serán las responsables del limitado crecimiento de la ciudad. Es posible que también la ferocidad de los indígenas desanimara a algunos buscadores de fortuna. En 1769 los indígenas wayúu se sublevaron, entraron en la ciudad y la incendiaron hasta dejarla casi en sus cimientos, según documentos de la época en la rebelión participaron cerca de 20.000 indígenas.[15]

En el mapa de Antonio de Arévalo[16] de 1776 quedaron reflejados los nuevos pueblos fundados para la reducción de los indígenas guajiros de esta sublevación, que comenzó en la Sierra de Macuyra donde se encontraba la ciudad de Fundación, la cual fue destruida y posteriormente abandonada. En el mencionado mapa y el expediente que le acompaña, se pone en consideración del Virrey don Manuel Antonio Flórez, un plan de pacificación de la región, que consiste en ofrecer las condiciones necesarias para brindar el mantenimiento y la seguridad necesarias a las poblaciones existentes, señaladas en el mapa como: A. capital de la provincia, B: Seis poblaciones de indios que deben subsistir; C. Cinco poblaciones de indios de las que se han hecho que deben subsistir. También señala Arévalo las nuevas fundaciones que se deben llevar a cabo y las poblaciones que se deben abandonar.[17] En palabras de Eliseo Reclus: Riohacha, “puesto avanzado de la civilización granadina, está separada de las tribus salvajes apenas por la desembocadura de un río”.[18] y más adelante aclara: “la ciudad de Riohacha está a merced de los indios guajiros. Estos, si quisieren, podrían arrasarla fácilmente, y si la respetan, es debido a que el interés es en ellos más poderoso que el espíritu de venganza: no podrían pasarse sin los productos y las mercaderías que encuentran en Riohacha y que el hábito les ha hecho necesarias; pero si el comercio cesara por una causa cualquiera, al día siguiente la ciudad sería incendiada, y tanto granadinos como extranjeros serían exterminados por los indomables guajiros”.[19]

No es de extrañar entonces que en 1786 el gobernador de la provincia de Santa Marta y Riohacha, Don José de Astigarraga, mandara que la ciudad fuera protegida por el frente de tierra con una estacada a forma de muralla “desde el Castillo de San Jorge a oriente hasta la mar a occidente para defensa con los indios Guajiros”. A principio del siglo XIX de esta muralla no quedaba sino el recuerdo, sin embargo, los vecinos blancos seguían temerosos de sus vecinos indígenas,

“son sumamente insolentes e intratables, entrando armados en la ciudad y aún en las casas con pesadumbre de sus moradores, que diariamente están expuestos a sus insultos; a que se agrega que, siendo la embriaguez vicio general en los indios, andan en tal estado por la ciudad, y se dejan inferir sus consecuencias: los gobernadores tienen con ellos continuos disgustos y suelen darles más que hacer que todas las demás dependencias de su cargo. Así mismo ocurre (aunque con frecuencia) darse combates o escaramuzas entre diversas parcialidades, en el terreno llano que media entre el río de el hacha y la ciudad…”.[20]

Aunque era usual que no saliera nadie herido en estas refriegas, lo cual hacía pensar que eran meras demostraciones de valentía, fiereza y destreza.

Planta y alzado del Castillo  de San Jorge de Riohacha

Imagen 1. Planta y alzado del Castillo de San Jorge de Riohacha. Elaboración propia con base en A.G.I. Mapa general de la Provincia de el Hacha. Ingeniero Antonio de Arévalo. 1776. ES.41091.AGI//MP-PANAMA,118.

Plano de Riohacha y su costa[21]

Imagen 2. Plano de Riohacha y su costa. Plano de la costa del Rio de la Hacha desde Bayahonda hasta el Rio que nombran la Enea. A.G.I. MP Panamá,138. Explicación Cartela: A: Pueblos menores. B: Boronâta Pueblo. C: Caminos de guasara. D: Camino de arenal. E: Río de la Hacha. F: La quebrada. G: Moreno población de libres. H: Guarda de monte, soldados.  Y: Ojo de caro situado en las montañas de soledad. K: Camino para el Valle. L: Cuesta de Pinto y el Rosario. M: Serranías y puente de Aguas Blancas. N: Haciendas de campo. O: Camino de Maracaibo.

Según la descripción de la expedición Fidalgo, la ciudad no había prosperado como se pensaba y a inicios del siglo XIX seguía siendo un pequeño pueblo:

“… sus casas bajas y chicas construidas con bahareque y barro, y cubierta de palma… Tenía buena Iglesia parroquial, que por no haberla reparado oportunamente se arruinó, y los cortos recursos del vecindario no han permitido la reedificación, y solo han podido edificar en 1802 una ermita que suple la falta de la iglesia arruinada con la advocación de Nuestra Señora de los Remedios. Tiene para su defensa, sobre el ribacito bajo de la orilla de la mar, e inmediato a la boca del rio de la Hacha a oriente de la ciudad, al castillo de San Jorge, que es un pequeño cuadrado sin baluartes, foso ni estacada; y en 1802 se construyó una pequeña batería a barbeta[22] al frente de la ciudad próximamente en la medianía para defensa del fondeadero”.[23]Ampliación Plano MP Panamá 138.

Imagen 3. Ampliación, plano de Riohacha y su costa. Plano de la costa del Rio de la Hacha desde Bayahonda hasta el Rio que nombran la Enea. A.G.I. MP Panamá, 138.

En el mapa anterior podemos ver la ciudad de Riohacha contorneada por lo que parecen ser huertas o campos de cultivo y jardines. También se reconoce el pequeño núcleo urbano que al parecer estaba circundado por algún tipo de empalizada, y se señala la localización del castillo de San Jorge.

Los grupos sociales eran fácilmente reconocibles en la recién nacida ciudad, y los vecinos del centro, y las autoridades se diferenciaban en mucho de la población que ocupaba las rancherías periféricas donde moraban “los señores de las canoas (dueños), mayordomos (administradores de las granjas de perlas) y canoeros europeos (capitán de canoa)”.[24] Indias, pajes de servicio, esclavos africanos e indígenas buceadores, también en régimen de trabajo esclavo, constituían la base de la pirámide social; los indígenas fueron reemplazados progresivamente por esclavos negros.[25] Las comunidades indígenas seguían siendo los principales proveedores de la ciudad, suministraban carnes, aves, frutas y otros alimentos. Y aunque las inmediaciones de las sierras “las tierras son muy fértiles, en la zona más próxima de Riohacha, la falta de agua dulce y la naturaleza arenosa del terreno hacen muy precaria toda tentativa de agricultura, excepto en las riberas del río, en las cuales nadie osa establecerse a causa de la terrible vecindad de los indios”.[26] El mercado de las perlas, otrora base de la economía de la región era pobre “… sólo se recogen las pocas -perlas- que los indios Guajiros conducen a la ciudad para sus cambios, y son de la clase de Mostacilla”.[27]

Los mapas de la época dejan patente una importante red de rutas de comunicación e intercambio que recorren la provincia de la Guajira y alcanzan las estribaciones de la Sierra Nevada, el lago Maracaibo, el Valle del Cesar y hasta Valledupar. En el mencionado mapa de Antonio de Arévalo, podemos reconocer los poblados y rancherías de indios, mestizos y de blancos, que se establecieron en las proximidades de Riohacha, entre los que se encuentran: en la margen izquierda del río, los sitios de: Camarones, Sitio Viejo, Mancornado, Moreno; y en la margen derecha del río: La Cruz, Marbella, Boquerón, el Rincón, La Cruz Vieja, Orino, La Soledad[28] (ver imagen 6). Según el censo de 1835 los indígenas avecindados en estas poblaciones se encontraban en un número cercano a las 1.100 personas, y se calculaba que había en torno a otros 900 individuos que habitaban la región pero que no tenían vecindad fija, y al menos unos 6.000 indígenas “independientes y divididos en varias tribus y parcialidades, que habitan la península entre la cordillera y la costa del mar”.[29]

Posibles vistas del callejero de Riohacha

Imagen 4. Posible vista de callejero de la ciudad de Río hacha a principio del siglo XIX. Elaboración: Arquitecto Enrique Salazar con base en descripciones de la época e imagen satelital.

La provincia del Magdalena se caracterizó por su fuerte resistencia a los embates independentistas, y en 1820 las fuerzas patriotas, decididos a terminar con las facciones realistas que se alzaban en la zona, llevaron a cabo un ataque contra la ciudad de Riohacha. El 11 de marzo arribó al puerto de la ciudad una escuadra procedente de Margarita. Dicha escuadra estaba conformada por 14 naves menores con cerca de 1200 hombres, la mitad de los cuales eran miembros de la brigada irlandesa; todos estaban comandados por el coronel Marino Montilla y el almirante Luis Brión, que siguiendo órdenes de Simón Bolívar debían sofocar de una vez por todas los ánimos realistas en la región.[30]

Fragmento mapa de la provincia  de la Hacha y de la costa

Imagen 5. Fragmento mapa de la provincia de la Hacha y de la costa desde río Carrizal hasta cabo de San Agustín y Peña Serrada, con la posición de las fuerzas en guerra, 1819. A.G.I. MP Panamá 325.

Durante el día entero la escuadra estuvo cañoneando la ciudad, mientras se intercambiaba comunicación con el gobernador de la plaza, Sr. José Solís, para la rendición de la misma. El desembarco comenzó la mañana del día 12 encontrando la ciudad desierta, lo cual facilitó que la ciudad fuera convertida en cuartel general para organizar entradas en dirección del río Cesar, Valle de Upar y las serranías vecinas. El gobernador de Santa Marta, Pedro Ruiz de Porras reunió un ejército, al mando de Vicente Sánchez Lima. Según las fuentes, esta compañía que rondaba entre los 1200 y los 2000 hombres,[31] debía hacer frente a los patriotas, cuyos efectivos menguaban por falta de bastimentos, enfermedades y por causa de las deserciones, principalmente de los extranjeros. Según las fuentes, cerca de 52 oficiales irlandeses junto con sus hombres se amotinaron y se negaron a combatir por causa de los retrasos en los sueldos.[32]

El mes de abril siguiente las fuerzas patriotas y realistas se enfrentarían en la llamada Laguna Salada, en inmediaciones de la ciudad de Riohacha. En el combate cuerpo a cuerpo que duró poco más de tres horas, participaron activamente los vecinos de la ciudad y de las sierras próximas, liderados por los riohacheros, el almirante José Prudencio Padilla y el capitán Trinidad Pinto. Esta es considerada una batalla clave para el éxito patriota en la región norte de Colombia.[33]

No sería la primera vez que la ciudad se reconstruía sobre sus cenizas. La ciudad también era propensa a sufrir los embates de las mareas y las crecidas del río, granjeándose el apodo de La Fénix del Caribe,[34] “once veces se levantó de sus ruinas”.[35]

Según la descripción que nos deja Eliseo Reclus, luego de su paso por Riohacha a finales del siglo XIX: “…allí se encuentran y se unen con los lazos de un comercio activo muchas sociedades completamente diferentes por su origen y por sus hábitos: los hombres de sangres mezcladas, que conforman la mayoría de la población, los guajiros nómades, los aruacos industriosos y tímidos, y algunos grupos esparcidos de europeos…”.[36] Durante los primeros años de la República la ciudad fue el destino de una importante cantidad de extranjeros vinculados fundamentalmente a actividades comerciales y al contrabando.[37] Pero también había un número, aunque más modesto de foráneos ingenieros, artesanos y funcionarios, todos, en algún u otro momento probaban suerte como comerciantes, y todos pertenecían a algún, club o asociación, constituyendo una elite comercial, pero también administrativa e intelectual, “…la colonia francesa se reunía todas las noches, bien en casa del ingeniero Rameau, o en la del vicecónsul, ambos llevaban

gran parte de sus vidas en la ciudad”.[38]

 

Mapa General de la Provincia de el Hacha[39]

Imagen 6. Mapa General de la Provincia de el Hacha: situada entre la de Santa Marta y Maracaibo para la inteligencia de su extensión y límites, de la situación de los nuevos pueblos a que se redujeron en principios del año 1773 los indios guajiros sublevados en el de 69, y la de otros -pueblos- que se han inundado e igualmente las nuevas fundaciones de españoles. Ingeniero Antonio de Arévalo. 1776. AGI. MP Panamá 190.

Según Reclus entre los cerca de cinco mil habitantes que había en la ciudad se encontraban italianos, españoles, ingleses, griegos, alemanes y antillanos de diversas procedencias. También había estadounidenses, que según nos cuenta este viajero, “se apresuran a reclamar el título de ciudadanos granadinos… se hacen naturalizar antes de saber hablar el español”.44 En la ciudad podían vivir tranquilamente sin que su tranquilidad o sus negocios fueran perturbados por agentes de policía, cobradores de impuestos u otros. También menciona Reclus, la importante presencia de los judíos, “que se han adueñado de la mayor parte del comercio, -de Riohacha- y en donde la tasa de interés se eleva de dos a cuatro por ciento mensual”. 45 Muchos de estos extranjeros terminaron invirtiendo en los fértiles terrenos que se encontraban en los valles del sur de la Sierra Nevada, más próximos de Valledupar y del río Magdalena, donde proliferarán cultivos de frutales y café, entre otros.46

Reclus describe la ciudad como la menos insalubre de toda la región, aunque a su alrededor abundaban las lagunas infectas, y el paisaje empeoraba si visitábamos los lugares de cría o sacrificio de animales. Al oeste de la ciudad se

 que deben subsistir. C. Cinco poblaciones de indios de las que se han hecho que deben subsistir. D. Ocho poblaciones de indios existentes que se deben abandonar. E. Cuatro poblaciones de indios que se deben fundar. F, H, Y, K, L, M: Fondeaderos que llaman puertos de la costa Cojoro, Apiesi, y Macuyra, de los cuales los más seguros son los marcados F, H, Y, J. El puerto F es bueno y con buen fondo para barcos como balandras y bergantines, pero no para fragatas. Las líneas N, N, N, denotan los rumbos de entradas y salidas del valle J. Las Tucacas es un puerto que tiene un canal y una gran laguna adentro, con manglares en las orillas y se da fondo en el mismo canal. Las tucaquitas es como las Tucacas, pero no hay fondo dentro. En Sabana del Calle hay los bajos que marca el mapa, lo demás hacia el este es hondo limpio”. La transcripción es nuestra.

44    Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 80.

45    Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 89.

46    Una de las iniciativas del Estado colombiano para el poblamiento de territorios poco poblados de la Sierra Nevada, fue la concesión de miles de hectáreas a todo colono nacional o extranjero, que además podían recibir préstamos de dinero para poner en marcha explotaciones agrarias. Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 67.


encontraba la carnicería, estructura delimitada simplemente con estacas y aunque se tuvo en cuenta los vientos predominantes en la zona “se escapa un olor pestilencial de sangre cuajada mezclada con yerbas marinas y restos de armazones en putrefacción, pelos, jirones de carne y huesos esparcidos por todas partes; la espuma del mar se enrojece al correr sobre la arena”;[40] gallinazos, perros hambrientos complementan la escena. Al este se encontraba el cobertizo donde se guardaban las tortugas capturadas y que esperaban el momento de su sacrificio, “a veces se cuentan bajo estos techos de ramas y de hojas más de cien... Innumerables conchas a las cuales están adheridos restos de carnes corrompidas yacen esparcidas a montones… en aquel sitio se encuentra la arena enrojecida a muchos pies de profundidad”.[41]

La explanada donde se encuentra la ciudad sufre la erosión de las aguas de lluvia que crea barrancas que se agrandan a medida que se aproximan al mar, las cuales hacen muy difícil circular por la región, y “Aunque la legislatura vota cada año subsidios para mejorar los caminos arenosos que se dirigen a los pueblos del interior, sin embargo, no se pueden recorrer sino a pie o a caballo”.[42] Todo esto limitaba los paseos de los vecinos a ir de un lado a otro de la playa, o bien a recorrer de un extremo a otro el muelle, lo cual podía resultar en un paseo muy entretenido gracias a la riqueza de fauna y la flora que se daba lugar en la rada de la ciudad: aves, moluscos, tortugas, peces, tiburones y largas praderas de algas marinas.

La ciudad parecía haber cedido tierra al mar, y algunas de las calles más próximas a la bahía estaban todo el tiempo anegadas, y algunos cimientos de construcciones antiguas completamente sumergidos, “las arenas parecen arrojadas allí la víspera, y los pantanos formados en los terrenos bajos, están aún tan salados como el día en que los sepultó el mar”.[43] Cuando Reclus visitó la ciudad, sólo quedaban las ruinas de uno de los tres fuertes que tuvo la ciudad, el mar había tomado cuenta de los otros dos, que terminaron por convertirse en pequeños arrecifes.

En los suelos arenosos y arcillosos que rodean la ciudad sólo había árboles espinosos y algunas malezas que crecían en las dunas, aunque el mayor problema de la ciudad era la falta de agua dulce. “Los raros huertos alrededor de la ciudad deben su existencia a los ricos propietarios que los plantaron con el objeto de que sirvieran como lugares de recreo”.[44] “En «las cercanías de la población todo es agreste i salvaje», es decir, por un lado, Riohacha no había superado el plano urbano colonial y por el otro, la ciudad aún consideraba el río ranchería como la línea fronteriza entre la «ciudad-Fuerte» y el Territorio wayúu”[45]. Según Henri Candelier que visitó la ciudad a finales del siglo XIX, la falta de comunicación y los peligros de los pocos caminos amenazados por los bandidos wayúu estimulaba la relación de Riohacha con Curazao y Aruba. Los vínculos históricos de Riohacha con el Caribe insular le dieron cierto aire urbano a la sociedad riohachera.[46]

Las descripciones de la segunda mitad del siglo XIX nos dejan una imagen de una ciudad modesta, según Candelier “las casas con piso no pasan de una docena”,[47] cubiertas con techo de paja y con ventanas sin vidrios, que le dan una apariencia triste y primitiva. Aunque menos regular que otras ciudades de la región, dice Reclus que Riohacha “tiene la inmensa ventaja de no estar arruinada, sus calles con aceras de ladrillo a ambos lados, aunque muy llenas de polvo y muy mal alineadas, avanzan cada año más hacia el campo.[48]“casi todas las casas -están- cubiertas con hojas de palma, se componen de maderos verticales, cruzados con listones de cañas silvestres o bambú; las paredes forman de este modo una especie de zarzos, cuyos intervalos se llenan de barro amarillo endurecido al sol; así, las fachadas de las casas que miran al norte y el este, esto es, expuestas a los vientos alisios, se conservan completamente húmedas por espacio de algunos meses. Los únicos edificios de piedra son la aduana, las ruinas que sirven de palacio al cuerpo legislativo de la provincia; dos o tres casas particulares, y la iglesia, monumento demasiado grande, y en el cual se trabajó durante cuarenta años; ésta se halla coronada por un faro erigido en 1856, el primero que se haya levantado a costa de una ciudad neogranadina. Cuando este faro brilló por la primera vez, fue una fiesta nacional: todos los riohacheros, hombres y mujeres, se transportaron al muelle para ver brillar su luz; les parecía que no tenían cosa alguna que envidiar a las grandes ciudades del mundo”.[49]

Aunque según nos cuenta Reclus el farolero parece no ser muy asiduo de su trabajo y la luz del faro sólo brilla de tiempo en tiempo.

Según otras fuentes de finales del siglo XIX, citadas por Daza Villa, la paja y el barro le dan a la ciudad un aspecto “triste y primitivo”, sólo algunos edificios estaban techados con teja de barro, entre ellos estaban la iglesia de la Virgen de los Remedios, la patrona de la ciudad, la cárcel y un local donde funcionaba la escuela de niños y niñas.[50]

Según los informes del ministerio de Hacienda “Esta ciudad es importante por su comercio exterior, e interior con el Valle-Dupar”,[51] junto con Santa Marta el puerto de Riohacha eran los puertos más importantes del Estado Soberano del Magdalena y mantenían un activo intercambio con puertos de Inglaterra, Países Bajos, con las islas del Caribe, Panamá y Nueva York.[52] Según el Manifiesto de buques que entraron y salieron de los puertos de la Nueva Granada, en 1835, a Riohacha entraron 42 buques con bandera nacional cargados con 1.784 toneladas de mercancías, y 62 con otras banderas trayendo 7.290 toneladas, para un total de 9.074 toneladas de productos. Las mismas embarcaciones salieron de Riohacha, más dos navíos extranjeros, llevando en conjunto un total de 9.236 toneladas.[53] El reporte de importaciones realizadas a través del puerto de Riohacha entre 1841-1842, registra que llegaban navíos procedentes de: Jamaica, Liverpool, Londres, Trinidad, Tobago, Monte-gobay, Barcelona, Santiago de Cuba, La Habana, Málaga, Cádiz, Manzanillo, Habre, Dunkerque, Ruan, Burdeos, Marsella, La

Guadalupe, Génova, Nueva York, Nueva Orleans, Santómas, Curazao, Maracaibo, Paita, Callao, Guayaquil, Valparaíso, Punta Arenas, Unión, Costa Rica.[54] El documento incluye también el valor los productos importados, los cuales recogemos en la tabla que se presenta a continuación. Tabla 1.[55]Y todo esto sucedía aún a pesar de que el puerto de Riohacha no era sino una rada abierta y los buques mayores se veían obligados a anclar a una o dos millas de la costa[56]. Sucursales de casas comerciales se habían radicado en la ciudad de Riohacha, especialmente de compañías holandesas con sede en Curazao, “la mayor parte del comercio ya está en sus manos”.[57][58]

Durante la segunda mitad de siglo XIX se fueron incorporando nuevos géneros a este mercado. La perla seguía estando presente entre los géneros más demandados, sin embargo, el mercado giraba en torno de plantas tintoreas como el palo Brasil,[59] el palo de Nicaragua, los granos de dividivi.[60] Según Vladimir Daza, “a mediados del siglo XIX, se calculaba en 6 mil toneladas la exportación de palo de Brasil”.[61]

Gewnero

Valor

Cueros de Chivo D/nas.

2.242" 1/2

Cameros

8"

Caballos y Yeguas

48"

Dividivi (quintales)

12.628.61"

Cuernos (unidad)

800"

Novillos

382"

Palo Brasil (quintales)

37.535"

Pesuñas de res

12"

Tortugas (unidad)

267"

Panelas (quintales)

120"

Tabla 1. Reporte de importaciones de productos realizados a través del puerto de Riohacha en 1841-1842, y sus precios. Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios registro del número de habitantes en la Republica de la Nueva Granada 1835-1874. Biblioteca DANE, 228-243

El tasajo, carey y los cueros y pieles (chivo, res, carnero, becerro y venado) generaban también importantes beneficios. Según informes del ministerio de hacienda en 1920 las principales rutas para la exportación de los cueros y pieles que salían de Riohacha eran los puertos de Santa Marta y Curazao, en este orden de importancia, que se llevaban, en conjunto, más de 300 mil kilos de mercancía.[62]

Otros productos exportados por la aduana de Riohacha eran café, cacao, tabaco, algodón, azúcar y plátanos, entre otros alimentos cuyos cultivos ya proliferaban en las márgenes de los ríos Ranchería, del Río Cesar, y también de las estribaciones de la Sierra Nevada y Valledupar.[63] Entre los productos que entraban por Riohacha se contaba género que resultaba difícil encontrar hasta en las capitales, es el caso de: aceitunas, alcaparras, aceite de almendras, pianos, perfumería o rones del Caribe.[64] También entraban productos industriales como bombas hidráulicas, balanzas de hierro, ejes para carro, máquinas de coser, papel de imprenta, entre otros bienes.

Los indígenas seguían siendo importantes proveedores, tanto de productos para la exportación como mantenimientos para la ciudad[65]. “tienen estos indios grandes campos de cultivo próximos de los ríos”;[66] y según anota Reclus, los guajiros exportan por su cuenta a Jamaica y Santo Domingo, entre otros productos, caballos, “los más bellos de formas, los más sobrios de toda Colombia... Las necesidades del tráfico les han hecho aprender el papiamento”.[67][68]

Según Reclus, para finales del siglo “el total de los cambios ha ido en aumento, y el movimiento anual de buques se eleva hoy a más de treinta


mil toneladas. Los armadores riohacheros poseen cerca de una veintena de bergantines y goletas: es decir, las dos terceras partes poco más o menos, de toda la marina mercante de la Nueva Granada”.[69]

Y aún a pesar de su potencial comercial, el puerto de Riohacha fue perdiendo importancia en beneficio de otros puertos de la región, principalmente Barranquilla y Santa Marta. El contrabando que históricamente se había practicado en la región, un mercado informal difícilmente regulable y las características del puerto riohachero que carecía de bahía profunda y protegida, que obligaba a que las embarcaciones arribasen a varias leguas de la orilla,[70] eran poco estimulantes para el mercado. El Estado colombiano no había conseguido poner en marcha claras políticas administrativas e impositivas que satisficieran a los gobiernos locales, lo cual propició el incumplimiento de las obligaciones que venían mandadas del gobierno central, que además se encontraba muy lejos, bien en Santa Marta o bien en Santa Fe. En palabras de Reclus: “…allí no hay soldados, ni agentes de policía, ni guardas uniformados, ni colectores de impuestos… Los gastos municipales se hacen con el producto único del derecho de toneladas y de faro impuesto por los buques mercantes…”.[71]

Además, como bien señala Vladimir Daza, en la Guajira se daban todas las condiciones para que se establecieran redes clientelares que en muchos casos eran claves para el funcionamiento del sistema económico, “en la Comisaría de la Guajira la situación era más grave… tenía muy poco personal en relación con el resto de las aduanas del país y sin guardacostas, como escribía el Administrador de la Aduana, no se podía evitar «los compadrazgos y componendas» entre los empleados y las personas particulares”. [72] Costaría mucho que los funcionarios no estuvieran relacionados, incluso familiarmente con los funcionarios del Estado, durante la estancia de Reclus en la Guajira, el gobernador que, además ejercía también de juez, secretario, archivero, entre otros cargos públicos, era un comerciante de especiería y de conchas de tortuga.[73]

Informes de 1923 indican que en un intento por controlar el contrabando que llegaba a la península, vía marítima y también terrestre, fueron entregadas armas a grupos de indígenas wayúu, aunque en general “los resguardos eran incapaces de detener el contrabando en las fronteras del país”,[74] probablemente esa dificultad venga dada porque en buena medida estás mismas comunidades son participantes activos en el contrabando, igual que la población urbana, incluyendo su elite. La inestabilidad del mercado se veía agravada porque, como indican los informes del Ministerio de Hacienda, los comerciantes tenían grandes problemas para ampliar sus negocios, no contaban con instituciones crediticias locales, y la falta de liquidez les obliga a depender de intermediarios para importar sus productos con el agravante de estar sometidos a un régimen arancelario similar a otros puertos de la Republica.[75] Por todo esto la aduana de Riohacha era una de las menos productivas del país.

El ocaso de la ciudad de Riohacha viene sucedido de la crisis del modelo de mercado, agravada por el intento del Estado nacional, en sus diferentes fórmulas (Provincias Unidas, Gran Colombia, Nueva Granada, Confederación Granadina, Estados Unidos de Colombia y por fin Republica de Colombia), afanosos por establecer mecanismos de control fiscal que terminaron sometiendo a la Guajira, y a otras regiones, a base de regulaciones leoninas que poco se adaptaban a las condiciones locales, terminaron provocando, malestar e inestabilidad, “si las decisiones de la administración federal, dadas a una gran distancia y sin un perfecto conocimiento de causa, no hirieren frecuentemente los intereses locales, toda revolución, todo trastorno político vendría a ser imposible allí”,[76] dice Eliseo Reclus refiriéndose a Riohacha.

Si estudiamos el comportamiento de la población en Riohacha y sus alrededores, según el primer censo elaborado por la Republica de la Nueva Granada en 1825, en Riohacha había 11.925 personas, que estaban discriminados así: hombres y mujeres casados 1.342 y 1.360, respectivamente; varones menores de 16 años 2.637, hombres solteros de 16 a 50 años 1.157, mujeres y niñas 4.786. Y de los esclavos señala que eran 12 hombres y 14 mujeres, casados; 284 varones y 324 mujeres, solteros.[77] Este censo también incluye la población eclesiástica que en Riohacha eran solo 9 personas, y la población de indígenas independientes y no civilizados que alcanzaban las 2.937 almas.[78]

Diez años después ya se podía percibir un importante descenso. Según el censo de 1835 en el cantón de Riohacha, conformado por los pueblos de Riohacha, Barrancas, Dibulla, Fonseca, Moreno, San Antonio, San Miguel, Soldado y Tomarazón, tenían en total 9.232 personas[79]. Este censo nos ofrece cifras generales que demuestran el mismo comportamiento en el descenso de la población de la provincia, que habría alcanzado los 16.737 habitantes; además, también nos permite concluir que la región carece de algunas infraestructuras básicas. Y es que para 1935 la provincia de Riohacha no tiene ningún colegio, universidad o casa pública de educación,85 tampoco tiene ningún hospital,86 probablemente sus habitantes tendrían que acudir a Valledupar, Santa Marta, Maracaibo o incluso viajar a las Antillas para satisfacer aspectos como la educación o la salud. Ambos, salud y educación, son servicios claves para la consolidación de una ciudad próspera.

Diversos informes sobre el comportamiento de la población en la provincia de Riohacha entre 1834 y 1854, registran un lento, aunque progresivo crecimiento. Llama poderosamente la atención la cifra de nacimientos registrada en 1843. Sin la información sobre la movilidad de la población entre las provincias, no podemos suponer que la ciudad de Riohacha este consolidando este aumento.87

Año

Nacimientos

Defunciones

Aumento de la  población

699

345

354

743

485

258

819

390

429

806

330

476

1843

1.672

933

739

1845

674

324

350

1854

884

596

288

Tabla 2: Elaboración propia con base en los informes. Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios registro del número de habitantes en la Republica de la Nueva Granada 1835-1874. Biblioteca DANE, 151-175.

los censo de 1825 y 1835. Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios…, 85.

85    Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios…, 161.

86    Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios…, 171.

87    Fondo Quijano n. 222 Bogotá 1º de febrero de 1854. Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios…, 151-175.

Si confiamos en el cálculo de Reclus, que señala que en 1855 había en la ciudad de Riohacha en torno a las cinco mil personas,[80] quiere decir que en unos treinta años la ciudad perdió el 60 % de su población, y que siguió en descenso para alcanzar la cifra de 3.081 habitantes a finales del siglo XIX, como nos indica Vladimir Daza en su artículo “La ciudad Portuaria de Riohacha”.[81]

El siglo XX no vino acompañado del mejoramiento de las condiciones en la provincia de la Guajira ni en Riohacha, las guerras civiles propiciaron el desplazamiento de la población, y crisis de los puertos del Caribe. Más tarde la aparición de las compañías bananeras, la construcción del ferrocarril, el crecimiento de nuevas terminales de transporte como los puertos de Barranquilla y Santa Marta, y la aparición de nuevos sistemas de transporte como fue la aviación, aislaron y deshabitaron aún más un territorio que con la desaparición de la Gran Colombia se había convertido, al menos aparentemente, en región fronteriza del Estado, camino a ninguna parte y que no ofrecía nuevas expectativas de negocios. Sin contar que era una región que seguía padeciendo sequías incesantes. Riohacha fue perdiendo población progresivamente,[82] mientras que en otros pueblos el número de habitantes se desplomó, es el caso del pueblo de San Antonio, una aldea fundada por los misioneros capuchinos a la orilla del río Calancala, que llegó a tener cerca de 22.652 habitantes en 1918, en 1928 había perdido el 70% de su población.[83]

La región necesitó décadas para advertir un atisbo de recuperación.[84] Sería a partir de 1965, cuando la ciudad de Riohacha se convirtió en capital del Nuevo Departamento de la Guajira y, especialmente tras la instalación de la industria carbonífera en la región, que se produjeron cambios notables en la fisionomía de la ciudad.[85] El crecimiento de la población trajo consigo la construcción de nuevos barrios y la modernización de las infraestructuras, aunque aún hoy Riohacha sigue dando la apariencia de una ciudad poco desarrollada, carente de un aspecto urbano y sigue siendo deficitaria de servicios básicos.[86][87]

A modo de conclusión

A modo de conclusión podríamos decir que, los vientos de cambio que trajo consigo el siglo XIX jugaron un papel decisivo para el ascenso, consolidación o, determinaron el ocaso, de ciudades y puertos en el Caribe. Tanto como si participaron del mercado transatlántico durante el período colonial o no, las ciudades portuarias tuvieron la oportunidad de convertirse en importantes centros del comercio de los nuevos estados nacionales, o quedaron reducidas a pequeñas ciudades donde ya nadie guardaba la memoria de la bonanza pasada. Este último es el caso de Riohacha, que en el teatro del mundo de inicios del siglo XIX cumplía todas las condiciones para alcanzar la prosperidad comercial, política, social y hasta cultural. Sería una sumatoria de factores, una combinación de intereses, desaciertos, carencias y mala suerte, la que terminó por sumergir a esta ciudad, otrora Fénix del Caribe, en el sueño de los justos, por más de un siglo.



Notas al pie


[1] Antonio Julián. La Perla de América, Provincia de Santa Marta, reconocida, observada y expuesta en discursos históricos (Madrid: don Antonio de Sancha, 1787) 1ª III, 12.

[2] Antonio B., Cuervo. Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia, 48.

[3] Weildler, Guerra Curvelo, “El traslado de Nuestra Señora de Los Remedios del Cabo de la Vela al Río de el hacha (1544-1545)”, Aguaita: 2.

[4] Antonio B., Cuervo. Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia, 41.

[5] Anónimo, Descripción Costa de Tierra Firme, Colección Muñoz, en Antonio B., Cuervo. Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia, 514.

[6] Antonio B., Cuervo. Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia, 29.

[7] Según la descripción geográfica de la Guajira las parcialidades de indios, no reducidos, en el extremo norte de la Guajira podían alcanzar los cerca de quince mil personas. Antonio B., Cuervo. Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia, 39.

[8] Es difícil encontrar un puerto con agua dulce en la Guajira. Durante la colonia los tratantes cavaban pozas en las proximidades de los campamentos donde recogían el agua lluvia, para aprovechar la estación lluviosa, pero esta agua, que en ocasiones era abundante, no se conservaba más de 4 o 5 meses porque se volvía salobre.

[9] Fray Pedro Simón. Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias occidentales (1882-92), (Bogotá: Medardo Rivas, 1892) Quinta noticia.

[10] Al menos conocemos tres explicaciones para el origen del nombre del “río del hacha”, dos versiones del siglo XVI de López de Velazco y de Juan de Castellanos, y la versión de Lucas Fernández de Piedrahita de la segunda mitad del siglo XVII, ésta última que es la más afianzada en nuestros días señala que un hacha fue ofrecida a un indígena que salvó a unos españoles de morir de sed orientándolos hacia el río.

[11] Sourdis Nájera, Adelaida, 2005. “Santa María de los Remedios del Cabo de la Vela. Aproximación a los orígenes de la provincia del Río de la Hacha”.

[12] Según Otte la ranchería es una unidad espacial básica que cumple funciones “técnicas, económicas y sociales de los pescadores de perlas”, y que puede constituir el embrión de un pueblo o ciudad. Enrique Otte. Las perlas del Caribe. Nueva Cádiz de Cubagua, 45.

[13] Weilder Guerra Curvelo. El poblamiento del territorio, 62.

[14] Guillermo Morón. Historia de Venezuela (Caracas, Italgráfica Editores 1971), 324.

[15] Eduardo Fonseca. “La rebelión Guajira de 1769: algunas constantes de la cultura Wayúu y razones de su supervivencia”. Credencial.

[16] Antonio de Arévalo y Porras fue matemático e ingeniero militar español. Fue comandante general e ingeniero director de la Corona, uno de los principales constructores de la ciudad de Cartagena de Indias en el siglo XVIII. Manuel Lucena Giraldo. “Una obra digna de romanos. El Canal del dique” Credencial Historia.

[17] Ver Imagen 4. Mapa general de la Provincia de el Hacha los Ingeniero Antonio de Arévalo. 1776. AGI.

[18] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta (Bogotá: Foción Mantilla, 1869) 74.

[19] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 89.

[20] Antonio B., Cuervo. Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia, 48.

[21] No tenemos claro la fecha de este mapa, pero podría ser de finales del siglo XVIII, ya que a pesar de que la ciudad de Riohacha está apenas esbozada, parece que presenta una suerte de amurallamiento que podría corresponder con la estacada que fue construida durante la gobernación de Don José de Astigarraga, en 1786. Esta teoría puede estar apoyada por el número de haciendas que se encuentran en las inmediaciones de la ciudad y que en el mapa están señaladas con la letra N.

[22] En una fortificación recibe el nombre de barbeta el parapeto sin troneras ni merlones, destinado a que tire la artillería a descubierto. RAE.

[23] Antonio B., Cuervo. Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia, 48.

[24] Barrera, M. Eduardo. 2002. “Los esclavos de las perlas. Voces y rostros indígenas en la granjería de perlas del Cabo de la Vela (1540-1570)”. Boletín Cultural y Bibliográfico: 3-33.

[25] Vásquez, Socorro. “Relaciones de contacto en La Guajiras. XVI: wayúu y arijunas (blancos y negros) en las pesquerías de perlas del Cabo de la Vela, 1540-1570”. Colección Informes Finales. Pontificia Universidad Javeriana y Colciencias, Bogotá. 1989.

[26] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta (Bogotá: Foción Mantilla, 1869), 82.

[27] Antonio B., Cuervo. Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia, 48.

[28] Mapa General de la Provincia de el Hacha. Ingeniero Antonio de Arévalo. 1776. A.G.I. MP Panamá 190.

[29] Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios registro del número de habitantes en la Republica de la Nueva Granada 1835-1874. Biblioteca DANE, 56.

[30] Álvaro Valencia Tovar y José Manuel Villalobos. Historia de las fuerzas militares de Colombia: Armada Nacional IV (Barcelona: Planeta, 1993), 210.

[31] Jesús Clodoaldo, Torres Almeida. El almirante José Padilla: epopeya y martirio, 60.

[32] Restrepo, José Manuel. Historia de la Revolución de la República de Colombia III, 26-27. Luego de la victoria la brigada irlandesa recibió licencias para pasar a las colonias británicas, por considerarlos poco fiables. Edgar Esteves González, “Batallas de Venezuela, 1810-1824”, 153.

[33] Edgar Esteves González, “Batallas de Venezuela, 18101824”, 154. El 30 de octubre Padilla vencerá nuevamente a Sánchez Lima en la batalla de Río Frío, forzándolo a retirarse a San Juan Bautista de la Ciénaga, las fuerzas patriotas incluían 300 reclutas de las sierras de Riohacha. Jesús Clodoaldo, Torres Almeida. El almirante José Padilla: epopeya y martirio, 60.

[34] Diago Julio Lázaro. Riohacha, Fénix del Caribe (Riohacha: Dirección de Cultura y Juventud Departamental, 2005 y 2007) parte I y II.

[35] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta (Bogotá: Foción Mantilla, 1869), 84.

[36] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 74.

[37] Dirección de Desarrollo Urbano, Observatorio del Sistema de Ciudades. Atlas de las ciudades de Riohacha y Maicao (Bogotá: Departamento Nacional de Planeación, 2019), 5.

[38] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta (Bogotá: Foción Mantilla, 1869), 75.

[39] A.G.I. MP Panamá 190. “Explicación: Cartela derecha. A: Capital de la provincia. B: Seis poblaciones de indios

[40] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 83.

[41] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 84.

[42] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 83.

[43] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 82.

[44]  Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 82.

[45]  Diccionario Geográfico de La Guajira, Bogotá, Estado Mayor General de las Fuerzas Militares, 1944, Vol. 19, p. 34. Citado por Vladimir Daza Villa. “La ciudad Portuaria de Riohacha”. Credencial Historia. No. 223, (septiembre 2011)

[46]  Steinar A. Sæther. Identidades e independencia en Santa Marta y Riohacha, 1750-1850, 52.

[47]  Candelier, Henri, Riohacha y los indios guajiros, Gobernación de La Guajira, 48.

[48]  Eliseo Reclus.  (Bogotá: Foción Mantilla, 1869), 81.

[49] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 81.

[50] Vladimir Daza Villa. “La ciudad Portuaria de Riohacha”. Credencial Historia.

[51] Estadística de Colombia. Territorio, divisiones gubernativas i renovación de los poderes públicos, primera parte, 74.

[52] Estadística de Colombia. Territorio…., 75.

[53] “Manifiesto de buques que han entrado y salido de los puertos de la Nueva Granada”, 1835. En Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios registro del número de habitantes en la Republica de la Nueva Granada 1835-1874. Biblioteca DANE, 212.

[54] Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios…, 223-225

[55] Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios…, 226-238.

[56] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta (Bogotá: Foción Mantilla, 1869), 85.

[57] 4 Eliseo Reclus.                                                                                         …,

[58] .

[59] Según los informes de hacienda de 1835 el palo brasil, bresil o brasilete componían la mayor parte de los montes de Santamarta, Riohacha y Valedupar. Anibal Galindo. Historia económica y estadística de la hacienda Nacional, desde la colonia hasta nuestros días, 200.

[60] Su nombre científico Caesalpinia Coriaria, es una leguminosa originaria de las Antillas, norte de Suramérica, Centroamérica y sur de México, la goma de la semilla se utiliza principalmente para producir taninos para curtir cueros. También se usa para producir tinturas y en la fabricación de jabones y pasta dental. Howard, R. A. Flora of the Lesser Antilles, 335.

[61] Vladimir Daza Villa. “La ciudad Portuaria de Riohacha”. Credencial Historia.

[62] Informe del ministro de Hacienda al Congreso de 1920, (Bogotá: Imprenta de “La Luz”, 1920), 74. En: Vladimir Daza Villa. “La ciudad Portuaria de Riohacha”. Credencial Historia.

[63] Informe del ministro de Hacienda al Congreso de 1920.

[64] Anuario Estadístico de Colombia, (Bogotá, Imprenta de Medardo Rivas, 1875), 192.

[65] Virginia Gutiérrez de Pineda. Organización social de La Guajira, 258.

[66] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta (Bogotá: Foción Mantilla, 1869), 97.

[67] 3 Eliseo Reclus.                                                                                         …,

[68] .

[69] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta…, 85.

[70] Informe del ministro de Hacienda al Congreso de 1920, 78.

[71] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta… , 86.

[72] Vladimir Daza Villa. “La ciudad Portuaria de Riohacha”. Credencial Historia. No. 223, (septiembre 2011).

[73] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta…, 86.

[74] Informe del ministro de Hacienda al Congreso de 1919, (Bogotá, Imprenta Nacional, 1919), 35.

[75] Informe del ministro de Hacienda al Congreso…, 78.

[76] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta (Bogotá: Foción Mantilla, 1869), 86.

[77] Fondo Pineda 943, En Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios registro del número de habitantes en la Republica de la Nueva Granada 1835-1874. Biblioteca DANE. El documento en sus notas finales señala que la población de Colombia debía ser mayor, sin embargo, los habitantes se negaban a ser censados ya que se consideraba que este control obedecía a un nuevo sistema para sacar reclutas. Considerando esta situación el Estado calculaba que el censo real de todo el territorio debía ser 2.800.000 habitantes, sin contar los indígenas no civilizados e independientes que son 203.835.

[78] Contabilizar la población es clave para la correcta aplicación de las políticas impositivas. “…considerando que es un deber indispensable de todos los colombianos contribuir al sostenimiento de las cargas del Estado, bien sea de modo directo o indirecto, de cuya obligación no están exentos los indígenas…” Firmado por el mismo Simón Bolívar el 15 de octubre de 1828. Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios…, 201.

[79] Compendio documentos asociados a los primeros ejercicios…, 56. según señala el mismo documento, la población en Nueva Granada se duplica cada 42/44 años, aunque son datos que se basan en información parcial que arrojaron

[80] Eliseo Reclus. Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, 80.

[81] Vladimir Daza Villa. “La ciudad Portuaria de Riohacha”. Credencial Historia.

[82] Vladimir Daza Villa. “La ciudad Portuaria de Riohacha”.

[83] Vladimir Daza Villa. “La ciudad Portuaria de Riohacha”.

[84] Comportamiento de la población 1951 en la Nueva Granada, (A.G.N), Sección República, Fondo Mingobierno, Sección 1, tomo 719, f.121.

[85] Alcaldía de Riohacha. Plan de Ordenamiento Territorial municipio de Riohacha. Diagnostico por Atributos y dimensiones y Diagnostico Estratégico del Territorio (Riohacha, 2015).

[86] Comportamiento de la población 1965. (A.G.N), Sección República, Fondo Mingobierno, Sección 1, tomo

[87] , f .119.



Bibliografía

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Candelier, Henri, Riohacha y los indios guajiros, Gobernación de La Guajira, Bogotá: ECOE Ediciones, 1994.

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Comportamiento de la población 1965, Archivo General de la Nación (A.G.N), Sección República, Fondo Mingobierno, Sección 1, tomo 719, f .119.

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