Revista ECOS UASD, Año XXXI, Vol. 2, No. 28, julio-diciembre de 2024. ISSN Impreso: 2310-0680. ISSN Electrónico: 2676-0797 • Sitio web: https://revistas.uasd.edu.do/

Santo Domingo: La trayectoria del desarrollo urbano  y la expansión metropolitana (1970-2022)

Santo Domingo: Urbanization path  and metropolitan growth (1970-2022)

DOI: https://doi.org/10.51274/ecosuasd.v31i28.pp111-127

  Director de investigación emérito en Centre National de la Recherche Scientifique (France) – Centre de Recherche et de Documentation sur les Amériques CREDA – IHEAL) Paris. Estudió geografía en la Sorbona y ciencias políticas en el Institut d’Études Politiques de Paris (Sciences Po). Ph. D. Geografía McGill University (Montréal). Miembro asociado de Latin American Centre (LAC) – St Antony’s College – Oxford. Investigador asociado de Centre d’Études et de Recherches Internationales (CERI) – Sciences Po – Paris. [email protected]. Orcid: https://orcid.org/0009-0001-3060-3916

Recibido: Aprobado:

UASD Jurnals - Open Access

Cómo citar: Girault, C. 2024. «Santo Domingo: La trayectoria del desarrollo urbano  y la expansión metropolitana (1970-2022)». Revista ECOSUASD 31 (28):111-127. https://doi.org/10.51274/ecosuasd.v31i28.pp111-127

Para Maritza in memoriam

Resumen

El análisis de la expansión metropolitana de Santo Domingo, la capital de la República Dominicana, parte del proceso de urbanización, desde su fundación en 1496. A pesar del largo letargo económico y de una historia política agitada, la ciudad ha mantenido y reforzado una estrecha relación de identificación con la vida nacional. El artículo enfoca sobre el periodo que empieza en los años 1960 – después del régimen dictatorial de Trujillo y de la intervención militar norteamericana del 1965. La explosión demográfica tiene por consecuencia una urbanización “dependiente” y “desordenada”. A partir del fin del siglo 20, se afirma la etapa de la metropolización. Santo Domingo se beneficia del crecimiento económico del país, de flujos regulares de inversión extranjera y de cuantiosas remesas. La gran metrópoli caribeña combina con éxito el prestigio de su patrimonio histórico –la ciudad colonial– y una función favorable de centralidad en la nueva competición internacional. El artículo se apoya en fotografías e imagenes satelite.


Palabras clave:

Santo Domingo – República Dominicana – Metropolización – Primacía - Patrimonio histórico

Abstract

The analysis of the metropolitan expansion of Santo Domingo, the capital of the Dominican Republic, starts with the urbanisation process from the foundation of the city in 1496. In spite of a long economic lethargy and of a particularly agitated political life, the city has maintained and reinforced a close identification with the nation. The article focuses on the period which begins in the 1960’s with the demise of the Trujillo dictatorship and the United States intervention in 1965. The demographic explosion results in a “dependent” and disorderly urbanisation. From the end of the 20th century, the “metropolisation” is a new stage in this process. Santo Domingo benefits from the substantial national economic growth, from consistent sums of foreign investment and from large transfers from the diaspora. The huge Caribbean metropolis combines with success the prestige of its patrimonial legacy –the “ciudad colonial”– and a favourable function of centrality in the new international competition. The article includes photographs and satellite imagery.


Keywords:

Santo Domingo – Dominican Republic – Metropolization – Primate city - Patrimonial legacy

El análisis de la expansión metropolitana de Santo Domingo, capital de la República Dominicana, parte del proceso de urbanización, desde su fundación en 1496. Después de la Conquista y de la colonización en Tierra Firme por el Reino de España, la colonia de Santo Domingo perdió su rango y sufrió muchos ataques y grandes destrucciones. Luego, la nueva República, frágil desde su independencia en 1844, tuvo una vida política muy agitada. Esta historia, a la vez prestigiosa y convulsa, sirve de fondo a nuestro análisis que se enfoca en los últimos decenios de la vida urbana, marcados por distintas etapas. Aunque este proceso se denomina “urbanización” tanto para épocas remotas como para el período contemporáneo, los modelos son bien diferentes. En épocas anteriores, los Poderes (Estado, Iglesia, Fuerzas Armadas) limitaban y controlaban el proceso de construcción urbana. En épocas recientes, la expansión ha tomado un carácter masivo, raramente planificado: la gran metrópolis es fruto tanto del crecimiento demográfico, como de los movimientos de capital. El rol del Estado en el proceso es muy limitado.

El arquitecto urbanista Jorge Hardoy consideraba la urbanización en América Latina como un proceso con aspectos modernizantes, pero lleno de contradicciones[1]. En el caso de la República Dominicana, un país que ha atraido relativamente poca atención en la Academia, la urbanización de Santo Domingo acelera a partir de la década de los sesenta. Este proceso culmina con una nueva etapa hacia el final del siglo veinte: la “metropolización” de la urbe, que incluye momentos críticos y fases de transición. La primera parte de este artículo resume el proceso histórico de urbanización en los años sesenta, marcados por una guerra civil y una intervención extranjera, y seguidos por un régimen autoritario. La segunda parte corresponde a una reflexión acerca del significado de la metropolización, sobre la base de observaciones geográficas. La tercera parte presenta las características principales del complejo conjunto urbano de Santo Domingo.

1- Santo Domingo en la segunda mitad del siglo[2]0

Una historia agitada

Santo Domingo fue la primera fundación urbana de los europeos en América. Como tal, la capital de la “Española” goza del título de “ciudad primada”. Su sede histórica, conocida comúnmente como la “ciudad colonial” reúne los vestigios de las instituciones fundacionales del Imperio español en América: la primera catedral, el primer palacio de gobierno (Alcázar de Colón), el primer hospital, la primera universidad (1538)… A pesar del casi abandono de la ciudad durante la colonia, de la decadencia económica desde el siglo dieciseis al diecinueve y de las grandes destrucciones causadas por las guerras, las invasiones y los ciclones, la ciudad de Santo Domingo siempre conservó una estrecha identificación con la vida de la colonia y, después de la Independencia (1844), con la vida de la República Dominicana – a tal punto que todavía, en el lenguaje común, se usa el nombre de la ciudad como sinónimo del nombre del Estado -, una metonimia significativa. No es aquí el lugar para resumir la secuencia de cinco siglos de vida urbana, sino sólo para evocar la situación de marginalidad de una ciudad pobre frente a los embates de la historia.2

Desde el inicio de su vida independiente la República Dominicana sufre de gran fragilidad. Su población es pequeña comparada con la de los países vecinos del continente (Venezuela, Colombia, México). El primer censo de población realizado en 1920 enumera 895 000 residentes en todo el territorio nacional. La población censada en la capital es de apenas 31 000 habitantes. Después de episodios políticos violentos (asesinatos políticos y golpes de Estado), una primera ocupación militar norteamericana occurre entre los años 1916 y 1924, seguida de un gobierno dictatorial que se extiende de 1930 a 1961. Este gobierno del tirano Rafael L. Trujillo tiene el apoyo de los Estados Unidos pero se caracteriza por matices especiales: Trujillo se inspira del fascismo italiano y español y toma iniciativas empresariales en muchos sectores para su propio provecho. El dictador tiene incluso la osadía de dar su nombre a la capital (Ciudad Trujillo).

El cambio de los años 1960

La caída de Trujillo en 1961 da inicio a una gran inestabilidad política ; el gobierno del presidente Juan Bosch, democraticamente electo en 1962, es derribado por un golpe de Estado en 1963. La segunda ocupación militar norteamericana, en 1965, ocurre en respuesta a una lucha civil y militar en el interior del país y a la guerra fría en el exterior. En la contienda provocada por el desembarco de los marines de los Estados Unidos, el casco urbano de Santo Domingo surge como escenario principal del conflicto armado, con un saldo de aproximadamente 10 000 muertes. Las elecciones presidenciales del año siguiente favorecen a Joaquín Balaguer, hombre clave en el régimen dictatorial anterior, pero acceptable por los Estados Unidos. El “reformismo” autoritario implantado por el Presidente Balaguer durante tres mandatos (1966-1970, 1970-1974 y 1974-1978) se caracteriza por una fuerte represión. La política de Balaguer en cuanto a la urbanización y modernización de la economía del país contiene aspectos nuevos como el lanzmiento de grandes obras (carreteras, aeropuertos…) y algunos programas de vivienda social tanto en la capital como en las provincias. Gracias a su alineamiento con los Estados Unidos, las instituciones financieras internacionales le facilitan numerosos empréstitos[3].

Los cambios demográficos y las migraciones

En estos años, la población dominicana crece de manera casi explosiva. Los datos demográficos, proporcionados por los censos realizados por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) y complementados por algunas encuestas, así lo demuestran. En los decenios 1960-1970 y 1970-1980, las tasas de natalidad se mantienen altas, con una tasa de 50 nacimientos por mil habitantes, bajando a 35 por mil en los años 1970.[4] Por otra parte, las tasas brutas de mortalidad se desploman (de 20 muertes por mil habitantes a 10 por mil entre 1950 y 1975). Esta disminución se debe principalmente al control de la malaria en las zonas húmedas e insalubres y a las campañas de inmunización contra la tuberculosis y la viruela. En consecuencia, la esperanza de vida al nacer crece rápidamente, de 46 años a 60 años en el lapso indicado. Mientras tanto la tasa global de fecundidad se mantiene elevada. Los métodos antconceptivos no habían llegado todavía a Santo Domingo. Los sociólogos A. Corten y A. Corten, autores del primer estudio científico sobre la capital, hablan de “comportamiento natalista”.[5] La planificación familiar es introducida en 1967 y desde esta fecha el uso de medios anticonceptivos se extiende rápidamente.

El explosivo crecimiento urbano también se debe a la migración interna. Después de la dictadura las condiciones de la migración interior cambian radicalmente. En la era de Trujillo se había prohibido por decreto los desplazamientos de campesinos por vías terrestres o carreteras ; la policía mantenía un control estricto. También se restringía la obtención de pasaportes para viajar al exterior del país. Existía cierta migración rural-urbana, desde la primera ocupación norteamericana, pero muy limitada indica Frank Moya Pons, citando a Domitila García Ramos[6]. Se registra entonces una aceleración de la migración a partir de los años 1965-1975. El demógrafo Francisco Cáceres Ureña menciona las provincias

“expulsoras” de población entre los decenios 1960 – 2000. Se distinguen en este aspecto las provincias del norte (que pertenecen a la región del Cibao, nombre geográfico comúnmente utilizado en la toponimia local). En su estudio, Cáceres Ureña también presenta “diagramas” (mapas) de las corrientes migratorias y observa que, a finales del siglo veinte los flujos de migración se dirigen esencialmente hacia el Distrito Nacional (Santo Domingo y la zona suburbana). La capital atrae flujos de población a partir de provincias que experimentan un gran crecimiento poblacional en estos años (sobre todo en el Cibao), así como provincias más alejadas, como San Juan y Barahona, que tienen una población netamente rural. Cáceres Ureña señala que: “el Gran Santo Domingo era el contexto geográfico donde se había asentado el mayor número de migrantes”, que representaban cerca de 50 % del volumen total de migración rural-urbana.[7]

Otro componente del crecimiento acelerado es el aporte de las migraciones internacionales. A partir de los años setenta, los estudios sociológicos se concentran sobre la inmigración haitiana que se dirige básicamente hacia las zonas rurales y no a Santo Domingo. Inicialmente, esta migración era circular y temporal de trabajadores contratados (cortadores de caña de azúcar). Después de la caída de la dictadura de los Duvalier y de los distintos golpes de Estado registrados en Haití (1986-1994) se dan notables cambios en el modelo migratorio de los haitianos: se produce un fuerte incremento de la migración, la cual se efectúa por lo general de manera irregular. Se incrementa la migración femenina y se diversifican los estratos sociales, a medida que van llegando obreros, artesanos, miembros de la clase media y alta (empresarios, estudiantes…) y que fijan su residencia en las zonas urbanas, y especialmente en Santo Domingo. Comparada con la mmigración haitiana, la población inmigrante de otros países es mucho menor. Existe una tradición de migración antillana (proveniente de las islas anglófonas), de migración europea (española, italiana y francesa) y siriaco-libanesa desde los inicios del siglo veinte. Algunos de estos inmigrantes aportaron un pequeño capital y trabajan en sectores del comercio, la artesanía o los servicios. Significativos también son los contingentes de migración cubana y desde 2014-2017, la migración venezolana que surge a partir de las grandes crisis de este país.[8]

Al hacer el balance demográfico de la urbanización es necesario tener en cuenta la emigración de los dominicanos, un tema poco analizado en este campo de investigación. El movimiento migratorio dominicano hacia Puerto Rico y Nueva York tomó un fuerte impulso entre los años 19651990. El conocido proceso de “stepwise migration” (migración por etapas) presenta a las ciudades del Cibao (Santiago, La Vega…) y a Santo Domingo también, como etapas previas a las salidas hacia Puerto Rico y Nueva York. Estos flujos de emigración se deben a la gran probreza rural así como las fecuentes crisis en el sector agrícola campesino del Cibao, que se basa en productos de exportación tradicional como el café, el cacao y el tabaco.[9] En estos mismos años, también se dio una fuerte emigración a partir de Santo Domingo hacia Venezuela, fenómeno que ha sido poco documentado. Los flujos de la emigración dominicana no superaron nunca a la migración interior pero redujeron la expansión urbana y, a lo largo de estos decenios, formaron los núcleos estables de la gran diáspora dominicana en Estados Unidos, estimada en cerca de 2.4 millones de personas, según un documento oficial de 2023.

Observaciones sobre el proceso de  “urbanización desordenada” del siglo veinte

La expansión urbana de América Latina en la segunda mitad del siglo veinte ha sido descrita e analizada como un fenómeno rápido, brutal, que desemboca en malestar, crisis y revueltas.[10] El modelo definido para las grandes capitales (Santiago, Lima, México, San Pablo…) se aplica bastante bien a Santo Domingo, capital de un país pequeño, pero con un desfase de dos o tres décadas en el tiempo histórico. El desarrollo industrial, que, según las teorías del momento, debía permitir el despegue de la economía, resultó reducido en este país insular, limitado por la estrechez de su mercado y su aislamiento político. Durante la dictadura se habían establecido en la capital varias fábricas (una fábrica de cementos, dos molinos de harina, una fábrica metálica, una cervecería…). Tras la dictadura, un pequeño sector de industrialización substitutiva de importación toma cierta expansión al oeste de la capital (zona de Herrera), donde surgen fábricas textiles, químicas y farmacéuticas. Por otra parte, existen en la ciudad unidades de acopio y de transformación de productos agrícolas (café, cacao, sisal), imprentas y pequeños talleres de cartón y de cuero... Pero, pronto, se produce una desindustrialización precoz, cuando el gobierno cede ante las presiones del sector importador y empieza a reducir las barreras fiscales[11]. Esta industrialización parcial no aporta suficientes empleos para los inmigrantes. Entonces son los puestos en la administración pública y privada (policía, agentes de seguridad) y en los servicios que reúnen el grueso del empleo formal urbano. Al lado del sector formal prolifera el empleo informal. Según datos recientes, el sector informal es todavía mayoritario en el país, con 58 % del empleo total.[12]

Dos «sociedades contrapuestas»

Para el historiador José Luis Romero, se trata de dos “sociedades contrapuestas”: la “sociedad normalizada” y los “rancheríos de la socieda anémica”. Romero sostiene que estos dos grupos «no podrían vivir el uno sin el otro».[13] André Corten y Andrée Corten enfatizan en su estudio del cambio social el gran contraste que existe entre la ciudad formal, que comprende la ciudad colonial y algunas zonas modernas (como Gazcue, La Julia y el Malecón), donde residen las «élites» por un lado, y, por el otro, los «barrios marginales».[14]

Los migrantes no pueden encontrar trabajo y no tienen los recursos para pagar alquileres ; entonces ocupan zonas marginales. Corten y Corten notan que 80 % de la población de los barrios marginales es inmigrante. En el casco antiguo en y en los barrios cercanos de San Carlos y de Ciudad Nueva, la destrucción de muchos edificios durante los combates de la Revolución del 65 agudece el problema de la vivienda. Como en la Ciudad de México o en Santiago de Chile, en esa época se observa una «tugurización» de la zona central donde abundan «cuarterías» sobrepobladas, equivalentes a las «casas de vecindad» de México y a los «conventillos» de Santiago. Se construyen “casuchas” a la orilla del río Ozama y en las laderas de los ríos (barrios de La Zurza, Guachupita…).

De hecho, la población activa de esas áreas urbanas centrales o marginales está excluida de la modernización; los moradores tratan de insertarse en actividades informales (vendedores tricicleros de frutas, artesanos de la calle…). También se nota la proliferación de mercados improvisados, de pequeños comercios (los famosos «colmados») y la expansión del sector de servicios para las personas (servicio doméstico, salones de belleza…). En el sector formal, la respuesta espontánea fue el modelo de los supermercados, importado de los Estados Unidos.[15] El tema de la integración-complementaridad o de la separación-exclusión de las “dos sociedades” que conviven en la misma ciudad es un punto de discusión vehemente entre los sociólogos en estos años.

Las grandes crisis urbanas

La urbanización excluyente de Santo Domingo desemboca en una serie de crisis económicas y políticas de gran envergadura que afectan profundamente la vida urbana. Las dificultades económicas (recesión, devaluación de la moneda y crisis de endeudamiento) recurrentes, a causa de la quiebra de los sectores tradicionales (los ingenios de azúcar de caña cierran uno tras otro) y del aumento en los precios de hidrocarburos, tienen por consecuencia una desindustrialización temprana y el aumento de la pobreza. Las encuestas del IICA muestran que para los sectores medios la compra de alimentos representa 40 % del gasto familiar y hasta 60 % para los sectores marginales, con la situación inflacionaria de los años 1983 y 1984[16]. La estrategia de sobrevivencia de los pobres y de las capas medias empobrecidas, que no pueden insertarse en el sector formal, o que están desempleadas, resulta muchas veces en una emigración silenciosa hacia Caracas, Puerto Rico y Nueva York.

La polarización extrema de estos años llega a un punto culminante con el estallido de revueltas en abril de 1984 cuando unos “Comités de Lucha Popular” se levantan contra el alza brutal de los precios de alimentos, tras un “acuerdo de ajuste” del gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Los observadores concuerdan que los motines callejeros se dieron de manera fundamentalmente espontánea y que los dichos Comités controlaban poco la situación. Según el trabajo doctoral de Laura Faxas existe una fuerte correlación entre la localización de los motines durante los tres días y noches de esta “revuelta de hambre” y las características de los barrios marginales ubicados en el Norte de la aglomeración.[17] El gobierno de turno, presidido por Salvador Jorge Blanco, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), afiliado a la Internacional Socialista y teóricamente orientado a la izquierda, ejerció una brutal represión: 55 muertos en la capital y alrededor de 300 en todo el país, porque las revueltas se extendieron a zonas suburbanas de Santo Domingo y a quince ciudades del interior.

2- Hacia la metropolización

La transición de fin de siglo (1986-1996)

El retorno al poder del viejo Balaguer después de dos mandatos del PRD (1978-1982 y 1982-1986) se produce a raíz de una fuerte crisis económica, acompañada por la devaluación de la moneda y la suspensión del servicio de la deuda con los bancos comerciales en 1989 (insolvencia que afecta el crédito del país), además de una crisis energética que dio lugar al colapso del servicio eléctrico y numerosos apagones. Esta situación provocó grandes protestas. Con la Iglesia sirviendo de garante, Balaguer entabla negociaciones con el empresariado y los sindicatos. Pero, cada vez más, Balaguer toma solo las decisiones. En 1991, el despacho presidencial administra 60 % del presupuesto público nacional, en gran parte para realizar un programa de infraestructuras y obras suntuarias, a pesar de la frágil situación financiera del país.[18]

La celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América en 1992 sirve de ocasión y Balaguer utiliza su vieja receta de política del “hormigón y de la varilla”. En la parte alta de la ciudad, se construye un eje de transporte nuevo, que permite acceso directo al puente Duarte, principal vía para cruzar el río Ozama. La construcción del “Expreso Quinto Centenario” forma parte del remozamiento de esta zona arrabalizada. Se producen muchos desalojos (a veces brutales) mientras el gobierno construye también edificios “multifamiliares” (alojamiento social con bajo alquiler) acorde con su política populista. Por otra parte, se restauran los monumentos y las calles principales de la zona colonial. En la ribera izquierda del río Ozama, frente a la zona colonial, se realizan los trabajos de construcción del enorme “Faro a Colón”, proyecto planeado desde la época de Trujillo, en el estilo grandilocuente característico de los regimenes autoritarios, y a un costo muy elevado.

El final de la era de Balaguer se caracteriza por una gran cantidad de paros y huelgas que manifiestan el descontento popular ante la corrupción y el fraude. Tanto en 1970 como en 1974 y 1990, Balaguer infringe las reglas electorales para imponer su reelección. A raíz de los comicios de 1994, surge una nueva crisis que se resuelve a través del “pacto democrático”, que le permite a Balaguer gobernar dos años más (en vez de cuatro) y llamar a nuevas elecciones en 1996. En estas nuevas elecciones, Balaguer apoya, en la segunda vuelta, a un nuevo líder político, Leonel Fernández, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Sin embargo, la crisis permanente incrementa la polarización social y favorece el desencanto dentro de la “ciudad empobrecida”, llevando a muchos capitalinos a emigrar. Al mismo tiempo, la urbanización desordenada y excluyente de las últimas décadas del siglo veinte propicia una transformación hacia una metrópolis nueva, el Gran Santo Domingo, que incluye el Distrito Nacional y zonas suburbanas en vía de integración.

La “nueva” metrópoli de Santo Domingo  dentro de la “globalización”

La frase “metropolización” ya está presente en la sección del informe del IICA, redactada por la geógrafa Amparo Chantada: “la ciudad capital conoce los mecanismos que van transformándola de ciudad provinciana en capital cosmopolita”[19]. Pero, con todo rigor, es importante precisar que el concepto de metrópoli sólo toma su verdadera significación, en el caso de la República Dominicana, en el marco de la “globalización” de finales del siglo veinte y de la adopción del Consenso de Washington en casi toda América Latina y el Caribe. La llegada al poder de un presidente joven, apoyado por Balaguer, propicia esta transición. Este análisis, crítico, informado por observaciones geográficas, trata de discernir los puntos fuertes de este concepto y de destacar las formas simbólicas que toma, en el caso de una ciudad que había tenido, hasta la fecha, un rango modesto en el panorama de las capitales latinoamericanas y caribeñas.

El gobierno de Leonel Fernández (nacido en Santo Domingo, pero radicado en Nueva York en su juventud), es el actor principal de esta “globalización urbana” que se produce durante sus tres mandatos que cubren los años 1996-2000, 20042008 y 2008-2012, seguidos de dos mandatos de Danilo Medina, también del PLD (2012-2016 y 2016-2020). El Consenso de Washington, para resumir, privilegia el mercado, favorece el capital internacional y nacional a través de la privatización de empresas de Estado y de proyectos modernizantes en los sectores del turismo, minería, transportes, telecomunicaciones principalmente. El rol del Estado es de acompañar esta evolución. En el sector urbano su traducción es la metrópoli neoliberal que debe ser analizada con objetividad como lo hace a nivel teórico el politólogo Gilles

Pinson en el caso de los países industrializados.[20]

 En efecto, los gobiernos de Fernández y Medina aplicaron esta política económica en estrecha colaboración con Washington. Los gobiernos de Hipólito Mejía (2000-2004) y Luis Abinader (20202024), aunque funcionaran en nombre de otros partidos (PRD y PRM respectivamente), practicalop anu norٕítica similar. Todos estos gobiernos también obtuvieron el apoyo de la Comisión Europea y de los países europeos (España y Francia en particular). En el marco de una cooperación técnica y financiera estable, los gobiernos europeos aportaron considerables préstamos. Por ejemplo, en el sector de la renovación urbana, la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) otorgó préstamos para la construcción del complejo residencial de la Nueva Barquita donde se reubicó familias provenientes de La Barquita, barrio precario ubicado en la ribera del río Ozama y a menudo afectado por inundaciones.

Las condiciones económicas facilitaron esta transición. El crecimiento sostenido del PIB dominicano (superior a 5 % anual en las dos primeras décadas del siglo veintiuno) es señalado en los círculos financieros y monetarios porque se sitúa netamente por encima de los países latinoamericanos. Por otra parte, las remesas transferidas desde los Estados Unidos por los miembros de la diásposra dominicana, aumentan considrablemente durante este periodo considerado, en consonancia con la inserción progresiva de la comunidad en el tejido social norteamericano. “The Dialogue”, un centro de investigación ubicado en Washington, calcula 7 mil millones de dólares en transferencias hacia la República Dominicana en 2019 y más de 10.4 mil millones de dólares en 2021. Considerando que aproximadamente la mitad de estas transferencias son destinadas a familias del Gran Santo Domingo, se trata de sumas importantes.

El país suele mencionarse como ejemplo de éxito en Latinoamérica. Los organismos financieros internacionales le otorgan numerosos préstamos.

La moneda, el peso dominicano, se estabiliza en relación al dólar americano y crece notablemente el nivel de reservas en el Banco Central. En el Informe Nacional de Desarrollo Humano publicado en 2005, el economista Miguel Ceara Hatton relativiza los logros de Fernández y critica “una globalizacón incompleta que muestra grandes desbalances”.[21] Sin embargo, durante este periodo de euforia neoliberal, el sector turístico crece rapidamente y llega a ser para todos los gobiernos, sin diferencia partidaria, la base estratégica del desarrollo del país.

¿Qué significa la metropolización?  ¿Cuáles son los criterios?

Los datos demográficos generalmente sirven para confirmar el efecto de metropolización. La referencia a la ciudad “millonaria” indica ciertos umbrales de crecimiento, dos millones, tres millones…

Cuadro N°1 

La población de Santo Domingo. El peso urbano

Censos Población nacional Santo Domingo Porcentaje

4,009,458

668,507

16.7

5,545,741

1,297,892

23.4

7,293,390

1,609,966

22.1

8,562,541

2,148,261

25.1

2010

9,445,281

2,989,691

31.7

2022

10,773,983

3,290,108

30.5

Fuente: Censos Oficina Nacional de Estadística

En el censo de 2002, Santo Domingo excede los dos millones y con el censo de 2010 llega a los tres millones de habitantes. La expansión territorial sirve también de criterio: Santo Domingo da un salto, con una extensión territorial pasando de 113 km2 en 1988 a 308 km2 en 2010[22]. Pero la metropolización significa más porque otorga un status a la ciudad ; la “califica” para pertenecer a un grupo restringido de capitales políticas y económicas. Simbólicamente, Santo Domingo “sube de categoría” e integra un “club” selecto en la zona del Caribe, que incluye a Ciudad de Panamá y Miami.[23]

En resumen, una metrópoli debe reunir los criterios siguientes: a) una extensión territorial importante y un espacio urbano organizado ; b) una población, con cierta diversificación de los sectores de actividad ; c) funciones de decisión o de mando (como en el caso de una capital política) y funciones económicas o financieras, y d) símbolos de influencia, de proyección (como el prestigio cultural, implícito en el cosmopolitanismo de las metrópolis europeas).[24]

Hay evidencia de que Santo Domingo está progresando en esta dirección. La plataforma Tripadvisor menciona “una metrópoli en el Caribe, una ciudad moderna con muchos edificios”. Esta descripción banal, que aparece en un comentario en línea, presenta como ilustración, fotografías de imponentes centros comerciales, el Blue Mall y el Acropolis Mall25. Efectivamente el “skyline” [perfil arquitectónico] de la metrópoli ha cambiado con la construcción de edificios más altos, llamados aquí torres cuando se trata de edificios de apartamentos, de oficinas y de grandes hoteles, que contrastan con la zona colonial y las zonas tradicionales de casas y monumentos bajos. El modelo urbano, en este caso, sería el Central Business District (CBD) norteamericano. Las torres benefician de servicios de seguridad y de generadores para paliar los cortes de electricidad (apagones), todavía frecuentes.

El metro, las infraestructuras de transporte  y de comunicación

La construcción del metro de Santo Domingo toma un relieve particular en esta evolución urbana a principios del siglo veintiuno. Fue una decisión del presidente Fernández, quien lo consideraba como un proyecto prioritario. En 2008 se inaugura el primer tramo de la línea 1 del metro y, en 2013, se completa esta línea. El proyecto, muy criticado en sus inicios por su costo elevado, gana más aceptación durante la pandemia (20202022), cuando siguió funcionando, con todas las medidas de higiene y de seguridad requeridas. La realización de una segunda línea y la conexión establecida con el transporte de cable (Teleférico de Santo Domingo) crean un verdadero sistema de transporte público, necesario en una ciudad muy congestionada.[25] Hay que subrayar que los transportes públicos de la época de transición eran obsoletos (carros colectivos de “concho” y autobuses en mal estado). El sistema tiene ahora una ampliación con nuevos tramos y nuevas conexiones en vía de construcción.

Mapa – Metro Santo Domingo y Teleférico Santo Domingo.

Fotografía N° 1 - Estación Charles de Gaulle del Teleférico – Sabana Perdida, Santo Domingo Norte. C. Girault.

El transporte público es utilizado principalmente por las clases populares. La clase media y alta viaja esencialmente en vehículos privados, muchas veces en jipetas - Sport Utility Vehicles (SUV) -. Además, no es raro que estas familias sean propietarias de dos o tres carros. El gran número de vehículos en circulación provoca atascos de tránsito fenomenales. Hoy, el uso selectivo del transporte público refleja prejuicios de clase. Sin embargo, en el futuro, la adopción del transporte público por las clases medias tiene que aumentar. El gobierno de Abinader convoca a licitación nuevos proyectos de transporte público, en particular un “tren urbano” Santo Domingo – Aeropuerto Las Américas.

Santo Domingo cumple con los requisitos de una ciudad abierta y bien conectada al comercio internacional y al turismo y ofrece infraestructuras de calidad. Los tres puertos del Gran Santo Domingo sirven de puntos de entrada y salida del transporte marítimo. El puerto histórico de Santo Domingo, en la desembocadura del río Ozama, se ha modernizado y es dragado de manera rutinaria para obtener un calado de nueve metros. Sirve para el transporte de carga comercial y tiene también dos muelles para cruceros turísticos y servicios de cabotaje (“ferry”) a San Juan de Puerto Rico. El puerto de Haina, en la desembocadura del río Haina, tiene varios muelles con un calado de doce metros. Sirvió al inicio para la exportación de azúcar a granel y ahora sirve para importación de petróleo crudo y carga general. El puerto “multimodal” de Caucedo, cerca de Andrés - Boca Chica, fue inaugurado en 2003 y recibe buques grandes con hasta catorce metros de calado (contenedores sobre todo). También en Punta Caucedo, el aeropuerto internacional Las Américas – José Francisco Peña Gómez, cuya pista tiene unos 3 400 metros es considerado el más seguro del Caribe. Una segunda terminal aérea está en construcción en 2024. El sector del transporte y de comunicaciones representa 22,3 % del empleo del Gran Santo Domingo, mientras que el sector del comercio (en sentido amplio) representa 22,7 % del total del empleo metropolitano total. Hay que notar también la buena cobertura de telecomunicaciones en la capital (Internet y red móvil) proporcionada por tres compañías en casi todo el territorio metropolitano.

A nivel institucional y social, la estabilidad política, el funcionamiento democrático del país, con elecciones regulares, aunque fragilizado por años de corrupción imperante, son puntos fuertes en la evaluación de la resiliencia metropolitana. También se han multiplicado las “universidades”, que atraen estudiantes del interior del país y de Haití, en grandes contingentes (alrededor de cuarenta universidades privadas, poco supervisadas por el Ministerio responsable) y un gran número de “centros de salud” (clínicas privadas). Funciona también una bolsa de valores que solidifica el estatus de la ciudad como plaza financiera para los inversionistas locales y extranjeros.

3 La organización espacial  de la metrópoli de Santo Domingo

La metrópoli vista desde el satélite Sentinel-2  (Imagen global).

El examen de las imágenes satélite de Santo Domingo permite presentar los aspectos más salientes de la geografía urbana actual de la metrópoli. La imagen global de la región metropolitana, bañada por el Mar Caribe, sorprende por la extensión de la “mancha” urbana y la importancia de sus infraestructuras (aeropuertos, puertos, puentes, autopistas), en un entorno muy verde –las imágenes fueron tomadas el 10 de octubre de 2019, cerca del fin de la temporada de lluvias (CNES – Proyecto Copernicus, satélite Sentinel 2). Desde su órbita a 786 kilómetros de altitud, el satélite muestra dos elementos esenciales de la metrópoli: una localización muy favorable y una compleja organización espacial.

Imagen satellite global – Santo Domingo (CNES, 2019)

Al oeste la imagen incluye la ciudad de San Cristóbal (278 000 habitantes en 2022). Al este, después de Punta Caucedo, donde se encuentran el aeropuerto internacional Las Américas (lado oeste) y el puerto mutimodal (lado este) se observan zonas litorales con agua color turquesa, una playa extensa, situada detrás de una barrera arrecifal y la población de Boca Chica (167 000 habitantes en 2022).

Una planicie extensa cerca del Mar Caribe – aspectos favorables y riesgos

El Gran Santo Domingo se extiende sobre 60 kilómetros de este a oeste, a lo largo del litoral y mide entre 20 y 30 kilómetros de ancho desde la costa hacia el interior. Es importante señalar que la expansión urbana encuentra pocos obstáculos porque la geomorfología de esta zona litoral está compuesta de una serie de terrazas suavemente escalonadas de poco relieve (hasta 60 metros). Al sur del Parque Mirador existe un farallón de 2025 metros de desnivel. En el centro de la imagen se observan claramente la desembocadura del río Ozama y río arriba los cauces bastante extensos del Ozama y de su afluyente, el río Isabela. La desembocadura del río Ozama en el Mar Caribe es el sitio histórico de la fundación urbana y la referencia geográfica esencial para la ciudad y el país. La numeración de las careterras nacionales tiene por kilómetro cero la Catedral.

La planicie de Santo Domingo ofrece un espacio amplio y favorable para la urbanización en varios aspectos. La presencia de una plataforma de roca caliza muy dura, a lo largo de esta costa, aporta solidez para las construcciones y permite la instalación de infraestructuras necesarias como autopistas, calles, puentes, etc. En la provincia vecina de San Cristóbal existe una gran cantidad de canteras para abastecer las obras en material de construcción (arena…). La proximidad de las estribaciones de la Cordillera Central, en la provincia de San Cristóbal, inmediatemente al oeste de la aglomeración, es también un elemento favorable porque estas montañas, expuestas a los vientos alisios, reciben anualmente precipitaciones de 2 a 3 metros. Este factor facilita el suministro de gran cantidad de agua potable para la capital a través de tuberías, desde dos grandes embalses en la montaña. Además, la imagen, tomada a las diez de la mañana, muestra mucho sol y pocas nubes, lo cual sugiere espléndidas vistas al mar o desde el mar, en un ambiente tropical (latitud de 18° 25’ Norte) con un clima cálido (20° – 30 ° C).

Esta ubicación costeña presenta graves riesgos que forman parte del destino histórico de los países del Caribe. En la estación de huracanes (junio a noviembre), los vientos pueden provocar fuertes embates sobre edificios, parques y estructuras aéreas. Es menester notar que la presencia de una banqueta rocosa de unos 5-9 metros de desnivel a lo largo de la costa puede evitar o limitar la submersión marina.[26] Por otra parte, el riesgo sísmico, muy alto, procede de la geotectónica misma de la isla, caracterizada por grandes fallas transversales. La existencia del surco de Muertos, al sur, frente a la aglomeración de Santo Domingo, provoca preocupación. Sin embargo los expertos opinan que “en términos generales, se puede afirmar que la mayor parte del litoral del Gran Santo Domingo puede definirse como seguro” [en materia de tsunamis]. Y añaden que “los puertos y las desembocaduras de los ríos serían las zonas en donde habría más posibilidades de que se concentraran los daños”.28

Una organización urbana compleja

El trazado de la nueva autopista de circunvalación, en forma de arco, y todavía en construcción cuando se tomó la imagen –fue terminada en 2021– permite establecer el lindero exterior de lo que sería una expansión futura de la metrópoli. La intención para la construcción de esta vía era limitar el tránsito de camiones pesados en el interior de la ciudad, y facilitar el contorno de la metrópoli. Este nuevo elemento complementa la forma metropolitana y le da una terminación provisional. En contraste con la zona periférica, que aún se mantiene muy verde este denso conjunto urbano ofrece pocas áreas naturales. Entre las excepciones se encuentra el Jardín Botánico. Estas observaciones conducen al análisis de la estructura urbana, de su organización espacial y a la pregunta: ¿cuál es el centro de la ciudad? y ¿hacia donde se está desplazando?

El movimiento hacia afuera del casco antiguo empezó con la construcción al oeste de las murallas, en el sector colindante de Gazcue. Ya en el tiempo de Trujillo, la construcción del Palacio Nacional, el Palacio de Bellas Artes y, hacia el final de la dictadura, el conjunto de edificios de la “Feria

en República Dominicana (Santo Domingo: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Sección Nacional de República Dominicana, 2014).

28 Comisión Oceanográfica Intergubernamental, “Fuentes de tsunamis en el Caribe que pueden afctar la costa meridional de la República Dominicana”, Informe de reuniones de trabajo de la COI N° 276 (Paris: UNESCO, 2016), 3.

de La Paz” cerca del Malecón, indicaban la nueva orientación. Después de los acontecimientos de los años sesenta –que conllevaron destrucciones en la zona colonial y la llegada de un régimen autoritario amigable a la nueva burguesía–, se nota un claro desplazamiento del centro hacia el oeste y el noroeste. Los ensanches se extienden rápidamente sobre terrenos adquiridos o expropriados. Una nueva centralidad aparece con la urbanización a lo largo de tres ejes este-oeste: las avenidas Simón Bolívar, 27 de Febrero y John Kennedy, que cruzan varios ejes norte-sur (avenidas Máximo Gómez, Alma Mater, Abraham Lincoln y Winston Churchill), con lo que constituyen cuadriláteros para la construcción de apartamentos de confort o de lujo. Estos apartamentos siempre contienen “cuartos de servicio” para las empleadas domésticas. Estos cuartos de servicio sirven de índice de la estratificación social en la construcción inmobiliaria.

Con la llegada de la ciudad neoliberal se construyen torres más altas, más lujosas, con servicios sofisticados (seguridad 24 horas, gimnasio…) o mansiones en las afueras de la ciudad (Arroyo Hondo). La presencia de hoteles internacionales (Hilton, Sheraton, Marriott…) confirma el estatus de la ciudad. En algunos de los malls, aparecen tiendas que venden productos de lujo (Cartier, Chanel…); la clientela dominicana o extranjera puede ahora adquirir joyas o prendas aquí en vez de hacer el tradicional viaje a San Juan de Puerto Rico o a Miami. Tiendas como Carrefour o Ikea, ubicadas en avenidas estratégicas abastecen a clientes de clase alta y media. Ahora la capital puede servir de sede a eventos internacionales como la Cumbre de las Américas programada por la Organización de Estados Americanos en 2025. En cambio, las nuevas avenidas, grandes tiendas (La Sirena, Supermercados Bravo…) y estaciones de metro y de teleférico estructuran los barrios populares.

La metropóli de Santo Domingo contiene de manera simultánea los testimonios de un pasado antiguo rehabilitado, una etapa autoritaria (fascista) de primera mitad del siglo veinte y una época de modernización como en las zonas residenciales de Gazcue y del Malecón. La metrópoli post-moderna incorpora también íconos de la sociedad de consumo como los hoteles internacionales, los casinos y los malls. Es notorio que no se hayan destruido los símbolos de la era de Trujillo ; han sido reincorporado para nuevos usos o los dominicanos, en su picardía, han bautizado ciertos monumentos con nombres cómicos para burlarse. Hasta ahora la benevolencia ha superado la revancha ideológica.[27]

Imagen Santo-Domingo Centro y Este-GEOIMAGE CNES.

La “ciudad colonial”, emblema de Santo Domingo

La “ciudad colonial”, que fue la cuna del imperio español de América, representa un pequeño cuadrilátero de 106 hectáreas a nivel de la desembocadura del río Ozama y frente a la rada de Santo Domingo. Este sitio histórico tiene un gran significado, porque reúne los monumentos principales de los inicios de la colonización. La catedral, construida entre 1512 y 1534 y bien restaurada, y el Altar de la Patria en la Plaza Independencia son los elemento más simbólicos: constituyen el punto cero del kilometraje de las carreteras nacionales que se dirigen hacia las provincias: la carretera N° 1 (Duarte) hacia el norte), la carretera N° 2 (Sánchez) hacia el sur), la carretera N° 3 (Mella) hacia el este. El casco colonial está inscrito en la lista del Patrimonio de la Humanidad desde 1990 por la UNESCO. Las obras de rehabilitación de las partes más arrabalizadas han progresado mucho y la ciudad colonial se convierte poco a poco en ciudad-museo, en punto de atracción para los turistas y los visitantes de cruceros. La actividad comercial de la calle El Conde, eje de atracción tradicional desde los años 1920, ha bajado mucho: pocas tiendas por departamentos se mantienen activas. Ahora El Conde es una vía solamente peatonal ; la presencia de tiendas de souvenirs, de bares y restaurantes refuerza el carácter turístico de esta zona. La población residente disminuye fuertemente, pasando de 16 340 habitantes en 1981 a 7 750 habitantes en 2015[28]. Con préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo se están realizando trabajos de remozamiento de varios monumentos y mejoramiento de viviendas en la parte norte (barrios de San Lázaro y Santa Bárbara).

El tejido urbano al Oeste del río Ozama

La ciudad se ha extendido al norte y al oeste según un plan cuadricular aproximado, con avenidas paralelas al mar y otras ortogonales. Aquí se siente la influencia norteamericana y la del dictador Trujillo. Los barrios de clase media y acomodada se encuentran de preferencia cerca del mar (Malecón), en la parte plana céntrica (Naco, Piantini) y en la zona de Arroyo Hondo, cerca del cauce del río Isabela. Los barrios populares tienen una gran extensión en la curva, río abajo de la confluencia del río Ozama con el río Isabela. Aquí la mancha urbana mostra más densidad y un aspecto mineral marcado –las áreas verdes presentes en el oeste están notoriamente ausentes–. Los cauces de los ríos son zonas no construibles porque se pueden inundar durante las estaciones de lluvias y temporales. Sin embargo, se encuentran numerosas construcciones y en el barrio de Los Tres Brazos hemos observado terraplenes y rellenos de tierra para futuro uso.

Fotografía N° 2 – Barrio Los Tres Brazos – Desde el Teleférico de Santo Domingo.

Al este del río Ozama

Cruzar el río Ozama fue durante años un reto para la circulación urbana. El Puente Duarte, el más importante, ofrece vías rápidas en doble carril. Tres otros puentes han sido construidos para facilitar el acceso a la zona este que constituye el eje principal de desarrollo. Aquí se constata una urbanización rápida que abarca la “Ciudad Juan Bosch”, diseñada para recibir 40 000 apartamentos, a lo largo de la nueva Avenida Ecológica. En esta dirección el frente de urbanización se desplaza rápidamente hacia el aeropuerto Las Américas. En este movimiento la urbe absorbe el núcleo suburbano de San Isidro, rodeado de una zona militar, de dos zonas francas industriales y de varias zonas de vocación agropecuaria. La mancha urbana se acerca cada vez más al núcleo heterogéneo de Andrés – Boca Chica, compuesto de instalaciones turísticas y zonas de vivienda marginales en la costa, cerca de playas expuestas a la submersión marina en temporadas de huracán.

Al inicio de la década 2020, Santo Domingo registra una expansión espectacular. La población del Gran Santo Domingo aproxima los 4 millones de habitantes[29]. En sus conversaciones, tanto residentes como visitantes insisten en el cambio de escala y en la transformación del espacio urbano. El paisaje se caracteriza por la gran extensión del damero urbano (organización cuadricular) densamente construido. En algunas zonas, se nota un desarrollo vertical, tanto para edificios de apartamentos de clase media como para “torres” de apartamentos de lujo, oficinas, centros comerciales (malls) y grandes hoteles. Se puede identificar en la metrópoli en ciernes un perfil urbano (skyline) original, donde se equilibran las referencias a centros comerciales (postmodernidad) y a monumentos de la ciudad colonial (patrimonio histórico). Sin embargo, en varias direcciones hacia el norte, hacia el oeste, en los suburbios próximos a los ríos Ozama e Isabela y en el interior de los ensanches acomodados aparece otro arreglo urbano: barrios extensos y densamente poblados y “bolsones” de vivienda precaria (muchas de ellas construidas por los propios habitantes) que dibujan un paisaje horizontal de pobreza, en zonas de riesgo de inundación o de deslizamiento de tierra.

Conclusiones y perspectivas

El proceso de metropolización resulta de la concentración creciente de la actividad económica en la capital que acapara alrededor de 60 % del PIB nacional y domina la red urbana nacional. En esta evolución, Santo Domingo, dotada de puntos fuertes para su expansión, como la comodidad y la belleza del entorno físico en la costa caribeña, conserva también el prestigio de su primacía entre las capitales americanas, a pesar de siglos de letargo y de pobreza. La capital dominicana ha seguido el modelo de las grandes metrópolis de América Latina, pero con un desfase histórico notable. La “modernización dependiente” no llegó a Santo Domingo antes de los años 1970-1980, cuando estaba ya bien avanzada en la Ciudad de México o en Caracas.

Posteriormente, la conversión en una ciudad terciarizada, donde dominan la administración pública, los servicios financieros, el comercio, las actividades de turismo y de diversión, se manifiesta a partir de las crisis de la “ciudad pobre”, deprimida de los años 1980, y es facilitada por grandes inversiones de capital nacional y extranjero. Ha surgido una nueva metrópoli en el Caribe, que pone en la sombra a La Habana y San Juan de Puerto Rico, ciudades que comparten su historia colonial. Santo Domingo se distingue por la calidad de sus infraestructuras y su proyección regional. En fin se trata de una transformación con pocos equivalentes en América Latina y el Caribe, como por ejemplo, la Ciudad de Panamá.

El nuevo estatus de metrópoli no impide una situación de fragilidad en muchos renglones. Muchos comentarios, en la prensa y otros medios, contienen quejas por la congestión del tráfico, el ruido, la contaminación ambiental y los abundantes desechos en los ríos y el mar[30]. Los “apagones” también reflejan la debilidad de las infraestructuras de producción y transmisión de electricidad y los fracasos de la política energética de los sucesivos gobiernos. La situación ambiental es preocupante ; la contaminación de las aguas, tanto de los acuíferos, como de los ríos Ozama e Isabela y el Mar Caribe tiene incidencia sobre la salud y el bienestar de millones de residentes. Las deficiencias de la recolección de residuos sólidos es otro tema alarmante, muy ligado al primero.

A nivel social, es importante recordar que la tasa de pobreza, que se mantiene alrededor de 20%, está relacionada con el desempleo o el subempleo en el sector informal – la tasa de pobreza era de 30 % en los años 2005-2010 -. Por otra parte, la extensión de viviendas precarias y muchas veces insalubres, en gran parte de la urbe, manifiesta la desigualidad social. Informes recientes subrayan, con datos actualizados y pertinentes, el alto déficit habitacional en la capital.[31] Estos informes documentan el impacto de la degradación ambiental sobre el sector turístico, clave en el desarrollo económico. Los asesores del Banco Mundial hacen recomendaciones en este sentido ; para ellos el estatus de metrópoli requiere más atención a la situación de los residentes, a sus necesidades y a su bienestar. En este aspecto, los análisis resaltan la necesidad de una participación más activa de los ciudadanos capitalinos en las decisiones que



Notas al pie


[1] Jorge Hardoy “El proceso de urbanización” in Roberto Segre (Relator) América Latina en su arquitectura, (México: Siglo XXI Editores, 1983), 41-62.

[2] Ana Maritza De La Mota “Las etapas del desarrollo de una capital antillana” in Maurice Birckel et alii Villes et nations en Amérique Latine (Paris: Éditions du CNRS, 1983), 133-154 ; Haroldo Dilla Alfonso Ciudades en el Caribe. Un estudio comparado de La Habana, San Juan, Santo Domingo y Miami (México: Facultad Latinoamericna de Ciencias Sociales, 2014), 314 p.

[3] Roberto Cassá (Coordinador) Historia General del Pueblo Dominicano, Tomo VI Las últimas décadas del Siglo XX (1961-2000), (Santo Domingo: Academia Dominicana de la Historia, Volumen CXLVII, 2018).

[4] Francisco Cáceres Ureña “Dinámica de la población dominicana” in Roberto Cassá (Coordinador), op. cit. 587-643.

[5] André Corten y Andrée Corten Cambio social en Santo Domingo (Río Piedras: Instituto de Estudios del Caribe, Estudio especial N° 5, Universidad de Puerto Rico, 1968).

[6] Frank Moya Pons, Geografía Historica Dominicana, (Santo Domingo: Editora Búho, 2019), 93.

[7] Francisco Cáceres Ureña “Dinámica de la población dominicana” in Roberto Cassá (Coordinador), op. cit., 630.

[8] Fondo de Población de las Naciones Unidas Aporte al valor agregado de la pôblación de origen extranjero en la República Dominicana, Estudios complementarios ENI2017, Segunda encuesta nacional de inmigrantes (Santo Domingo: 2018).

[9] Pedro Juan del Rosario, Julio Morrobel y César Martínez, “Crisis y pobreza rural en República Dominicana”, RIMISP, 2009, 8 p.

[10] Richard M. Morse La investigación urbana latinoamericana: tendencias y planteos (Buenos Aires: Ediciones de la Sociedad Intermaericana de Planificación, 1971) ; Roberto Segre (Relator), América Latina en su arquitectura, quinta edición (México: Siglo Veintinuno y UNESCO Editores, 1983); José Luis Romero Latinoamérica, las ciudades y las ideas (Buenos Aires: Siglo XXI, 2001).

[11] Wilfredo Lozano La urbanización de la pobreza. Urbanización, Trabajo y Desigualidad Social en Santo Domingo, colaboración de Isis Duarte y Otto Fernández (Santo Domingo: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 1997).

[12] Banco Interamericano de Desarrollo “El mercado laboral de la República Dominicana antes y después de la pandemia: nuevas tendencias y viejos desafíos”, Nota técnica N° 2868 (Washington, 2023) 42 p.

[13] José Luis Romero Latinoamérica, las ciudades y las ideas (Buenos Aires: Siglo XXI), 362-363.

[14] Sobre este concepto de “marginalidad urbana”, el análisis del arquitecto peruano Diego Robles Rivas sirve de referencia en América Latina (Diego Robles Rivas in Roberto Segre, op. cit.), 87-104.

[15] Jerry La Gra (Editor) “Estudio geopoblacional y los hábitos de consumo en Santo Domingo” (Santo Domingo: Instituto Interamericano de Cooperación par la Agricultura y Ayuntamiento del Distrito Nacional, 1985), 69.

[16] Jerry La Gra (Editor) Idem.

[17] Laura Faxas El Mito Roto. Sistema politico y movimiento popular en la República Dominicana, 1961-1990 (Santo Domingo: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, 2007), 160-182.

[18] Leopoldo Artiles Gil “Los diez años de gobierno del Dr.

Joaquín Balaguer” in Roberto Cassá, op. cit. 455-498

[19] Jerry La Gra (Editor) op. cit., 14.

[20] Gilles Pinson La ville néolibérale (Paris: Presses Universitaires de France, 2020).

[21] Miguel Ceara Hatton, “Prólogo” in PNUD Informe

Nacional de Desarrollo Humano – República Dominicana (Santo Domingo: 2005), vi

[22] Oficina Nacional de Estadísica “Expansión urbana de las ciudades provinciales de República Dominicana” (Santo Domingo: 2015).

[23] Christian Girault “La métropole de Miami. Dynamiques de croissance et projection régionale et mondiale”. Problèmes d’Amérique Latine, N° 96 (2015) 39-62.

[24] Florence Dinh Les métropoles. Nouveaux défis des villes européennes (Paris: Éditions Autrement, Collection Monde d’aujourd’hui, 2009). 25 Tripadvisor, 2020.

[25] Carmen Ortega González “Teleférico de Santo Domingo”, Arquitexto, Vol. 12, N° 103 (Octubre de 2018), 86-109.

[26] Elías Ramírez, Carlos García Hernández y Raúl Martell Dubois Geomorfología costera y regeneración de playas

[27] Robert Alexander González “Unresolved Public Expressions of Anti-Trujilloism in Santo Domingo” in Clara Irazábal (Editor) Ordinary Places, Extraordinary Events. Citizenship, Democracy and Public Space in Latin America (London: Routledge, 2015), 221-247.

[28] Ministerio de Turismo “Censo de la Ciudad Colonial de Santo Domingo” (Santo Domingo: Centro de Estudios Sociales y Demográficos, 2015).

[29] Oficina Nacional de Estadística “X Censo Nacional de Población y Vivienda. Informe General” (Santo Domingo, 2024)

[30] David J. Edelman “Managing the Urban Environment in Santo Domingo” Current Urban Studies N° 7 (2019), 76-142.

[31] Paula Restrepo Cadavid y Diana Tello Medina (Editores) “Habilitar el camino para el desarrollo de ciudades y territorios prósperos: estudio de urbanización y de desarrollo territorial de la República Dominicana” (Washington: Banco Mundial, 2022).

[32] William Dillinger “Empoderar los gobiernos locales” in P. Restrepo Cadavid y D. Tello Medina (Ed.) op. cit., 178-220.



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