Revista ECOS UASD, Año XXXI, Vol. 2, No. 28, julio-diciembre de 2024. ISSN Impreso: 2310-0680. ISSN Electrónico: 2676-0797 • Sitio web: https://revistas.uasd.edu.do/

RESEÑA DE LIBROS

Emilio José Luque Azcona (ed.), Globalización y ciudad en el Caribe (1750-1870)  

DOI: https://doi.org/10.51274/ecos.v29i2.pp149-151

 Doctora en Historia por la Universitat Pompeu Fabra. Profesora del departamento de Historia de América de la Universidad de Sevilla. Miembro del grupo de investigación Dinámicas sociales e identitarias en la historia de América Latina y el Caribe (DISIHALC) y del proyecto Más allá de la esclavitud: sistemas de trabajo forzado y Sociedades post-esclavistas en el mundo hispánico. Email: lchavianos.es. Orcid: https://orcid.org/0000-0002-5934-0195

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Cómo citar: Chaviano Pérez, Lizbeth J. 2024. «RESEÑA DE LIBROS. Emilio José Luque Azcona (ed.), Globalización y ciudad en el Caribe (1750-1870)». Revista ECOSUASD 31 (28):149-151. https://doi.org/10.51274/ecosuasd.v31i28.pp149-151

La bibliografía que existe sobre la globalización es abundante y variada, como lo son los aspectos y espacios que afectan a  este proceso. Sin duda, entre los segundos destacan las ciudades como importantes centros en los que reside el poder político y económico de los territorios. Es precisamente en las ciudades donde pone el foco el libro editado por Emilio J. Luque Azcona para analizar el impacto de la primera globalización en el período comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y finales del XIX. Se trata de un logrado esfuerzo por reunir en una monografía miradas diversas sobre ciudades y regiones de la región del Caribe en el contexto de la globalización temprana. A través de los siete capítulos que la componen los autores reflexionan sobre el cosmopolitismo y las contribuciones de los actores sociales, el impacto de las revoluciones, del conocimiento y de la ciencia de policía, de la modernidad y de las conexiones de ciudades y de espacios marginales. De una u otra forma todos coinciden en que la circulación de ideas, conceptos y conocimientos fue un fenómeno que estuvo presente en el desarrollo de cada una de las ciudades y territorios analizados, con mayor o menor retraso, aunque con diferentes grados de intensidad.

El libro comienza con el capítulo José Luis Belmonte, quien reflexiona sobre el cosmopolitismo de las ciudades caribeñas. Considera que se trata de una serie de interdependencias articuladas; definición que le permite al autor poner el foco en los que considera los principales actores sociales del contexto caribeño: los africanos esclavizados, trasladados de manera masiva y forzada desde sus tierras de origen. Para Belmonte la diversidad de patrones culturales de los que fueron portadores, unida a la experiencia de la esclavización —incluida la de la travesía— a la que fueron sometidos, crearon identidades culturales fluidas que terminaron configurando unas sociedades americanas que superaban los estrechos patrones de los territorios que habitaron.

La idea de un Caribe interconectado en el que estuvieron presentes las rivalidades entre los


* Santa Marta, Editorial Unimagdalena, 2023, 322 pp.  DOI: https://doi.org/10.21676/9789587466249

                             


imperios subyace en la propuesta de Johanna von Grafenstein. Centrándose en los procesos revolucionarios de finales del siglo XVIII, la autora analiza el impacto que tuvieron en las islas y territorios del Caribe francés, inglés e hispano. Mientras que en los primeros significó terror y destrucción, el resto de los territorios se convirtió en espacios de acogida y asilo para los importantes flujos de refugiados que huían de la violencia. Para la autora, su presencia no resultó igual de beneficiosa en todos los casos, por ejemplo, en ciudades de Jamaica como Kingston o Spanish Town, provocó un incremento notable del precio de la vivienda y de los alimentos; en cambio en ciudades cubanas como Santiago, Baracoa, La Habana, Matanzas, Trinidad y muchas otras fueron un incentivo para sus economías.

La Habana y Matanzas son dos ciudades

presentes en el análisis que nos ofrece Leida Fernández Prieto, centrado en el papel que jugaron como centros de conocimiento dentro del desarrollo azucarero del siglo XIX cubano. A través de ejemplos concretos demuestra como los espacios fundados para generar conocimiento y encontrar soluciones a los problemas creados por la plantación, y que afectaban a las ciudades, atrajeron a importantes agentes públicos y privados. Este fue el caso del naturalista español Ramón de La Sagra y la botánica e ilustradora estadounidense Nancy Anne Kingsbury Wollstonecraft, ambos fueron capaces de articular diversas redes conectadas a diferentes escalas. Se trataba de intereses compartidos que, como señala la autora, generaron tensiones entre las ciudades y la industria azucarera por la necesidad de captar recursos tecnológicos y laborales. Tampoco el conocimiento que generaron las ciudades impidió que se reprodujeran en ellas los usos y divisiones entre recursos tecnológicos y laborales del mundo de la plantación. Para la autora, el proyecto del acueducto de Albear es un buen ejemplo que lo demuestra, al mismo tiempo que visibiliza la participación de africanos esclavizados y sus descendientes en las labores de modernización y crecimiento urbano.

Hablar de modernidad en la arquitectura de ciudades bajo diferente soberanía, aun cuando pertenezcan a una misma área geográfica, no resulta sencillo. Pedro Manuel Luengo reflexiona sobre diferentes formas de comprender la imagen de modernidad en las ciudades del Caribe inglés, francés e hispano. Para el autor esta imagen está estrechamente ligada al desarrollo de la identidad de estos territorios, así como a las redes de globalización de cada imperio. Sin embargo, cree que no por ello dejaron de existir otras corrientes que reinterpretaron, emularon o rechazaron la modernidad europea como es el caso de Jamaica, el Haití independiente o de las ciudades hispanas en las que se dio un “movimiento de monumentalización”, especialmente en La Habana, considerada la “capital de la modernidad”.

La mejora de los centros urbanos siguiendo la ciencia de policía fue una constante en el contexto de la España ilustrada de los Borbones tal como demuestran los análisis de Emilio Luque y Eduardo Azorín. El primero, coincide con Luengo en señalar la importancia que tuvieron los ingenieros militares en los procesos transformadores de las ciudades, especialmente en la aplicación de reglamentos y la creación de nuevas infraestructuras adecuadas al pensamiento ilustrado, muy centrado en la ciencia de policía. Sin embargo, como bien señala Luque el lugar que ocuparon las ciudades dentro de las estrategias del imperio, el crecimiento que experimentaron sus economías, así como los desacuerdos entre las instituciones por la gestión —especialmente significativo en el caso de Puerto Rico— son algunos de los factores que explican la diferencia entre los ritmos de desarrollo de la ciencia de policía y de los proyectos de mejora urbanística en los distintos territorios. Por su parte, Azorín centra su análisis en tres proyectos concretos de mejora de la infraestructura urbana habanera —la pavimentación de calles, el alumbrado público y la canalización para el abastecimiento de agua— durante los gobiernos del marqués de la Torre (1771-1777) y de Miguel Tacón (1834-1838). Gracias a la circulación de ideas y conocimientos fue posible adaptar e



incorporar técnicas y métodos científicos conocidos en ciudades europeas, de Norteamérica, incluso en aquellas ubicadas en el propio entorno del Caribe. Cada uno de los proyectos analizados, acabó convirtiéndose en un laboratorio donde se buscaron y perfeccionaron soluciones sobre la base del conocimiento científico, tecnológico e industrial más avanzado. Sin embargo, el conocimiento ilustrado que velaba por el mejoramiento de la habitabilidad, la higiene y la salud de los vecinos de La Habana, fue incapaz de prescindir de la mano de obra coactiva.

Cierra la monografía el capítulo de Antonio Vidal Ortega dedicado a la región de Centroamérica conocida como la Mosquitia. Con su cuidadoso análisis Vidal demuestra que no solo las ciudades lograron conectarse a las redes y dinámicas globales. También fue posible hacerlo en territorios apartados de la influencia y el control de las ciudades hispanas, gracias a la capacidad de negociación que tuvieron las comunidades nativas con los nuevos agentes europeos y africanos, así como a su saber adaptarse a las nuevas circunstancias políticas y sociales. Para el autor, se trataba de territorios que rompieron las formas tradicionales de soberanía y lealtad, lo que les permitió convertirse en lugares de innovación más allá de las rivalidades existentes entre los imperios.

En resumen, se trata de un libro que, aunque toca temas más o menos conocidos, las diversas perspectivas que ofrecen sus capítulos representan un notable aporte para el conocimiento de las ciudades y territorios caribeños como espacios de recepción y adaptación de las dinámicas que generaron la circulación de personas, técnicas y conocimientos. En definitiva, de espacios que supieron ajustarse a los adelantos científico-técnicos. Pero cabe destacar que aquellos que controlaban o llevaron a cabo estos avances continuaron valiéndose del trabajo coactivo, especialmente de los africanos emancipados, sector de la población que no vio mejorada su situación.