El acontecimiento histórico que desde hace un siglo gravita en la conciencia colectiva de los hombres y mujeres progresistas del planeta marcó una época de esperanza forjada por el heroísmo de los obreros y campesinos rusos que le pusieron nombre a la historia contemporánea.
El tema que nos convoca esta mañana en esta tierra colocada justamente en “el trayecto del sol” puede ser analizado desde diferentes perspectivas y ópticas. El resquebrajamiento que trajo consigo la Revolución rusa, revolución bolchevique fraguada en el seno de la primera guerra imperialista mundial, enfrentó los elementos ya definidos por Vladimir Ilich Lenin y otros teóricos del imperialismo con el hegemónico y despiadado sistema capitalista imperialista mundial. El sistema socialista, como expresión dialéctica del desarrollo ascendente de la historia, abrió la etapa de transición histórica de esa formación económica social a una nueva forma de organización de las relaciones de producción y de distribución de la riqueza producida por el trabajo del ser humano: el sistema socialista. Ya en la famosa carta a Joseph Weydemeyer escribía Marx: “…Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases solo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…” 2
Desde el punto de vista histórico este acontecimiento de la Revolución Socialista de Octubre de 1917, recreó las luchas centenarias de los oprimidos del mundo, situando a los obreros parisinos de las jornadas revolucionarias del París insurrecto de 1871, como los precursores del combate de proletariado por alcanzar el poder en el glorioso intento de los comuneros “tomar la gloria con sus manos.” La revolución de octubre de 1917 constituyó la expresión de la lucha y el debate ideológico más trascendente de los últimos decenios del siglo XIX y de las primeras décadas del siglo XX, protagonizado por los teóricos del marxismo y por la clase obrera y su destacamento político, el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (partido bolchevique).
Su trascendencia como herramienta ideológica alcanza nuestro tiempo porque su esencia profundamente trasformadora, su sentido ético y humanístico sigue hoy teniendo vigencia. Ella enseñó el camino y aun en las actuales circunstancias nos permite de una manera dialéctica aseverar que la experiencia acumulada por los obreros y campesinos del primer Estado socialista del mundo, sus aportes, sus aciertos y desaciertos históricos obligan a los revolucionarios del mundo, a los oprimidos y explotados del planeta, a incorporar esa experiencia en el espíritu de crear nuevas formas, nuevas estrategias, nuevos paradigmas que recreando la experiencia histórica posibiliten superar los errores para culminar la obra de la emancipación definitiva y sepultar el sistema capitalista y su vertiente más oprobiosa que es el imperialismo y el neocolonialismo.
Bajo el liderazgo de Vladimir Ilich Lenin, estratega e ideólogo la revolución, significó un jalón cualitativamente superior en el contexto de las luchas sociales y políticas conocidas hasta ese momento. Con el triunfo de la revolución rusa de 1917 el sistema capitalista entró en la crisis como totalidad histórica, iniciándose la periodización de la historia contemporánea.
“Toda revolución significa un brusco viraje en la vida de las grandes masas populares… y de la misma manera que todo viraje en la vida de un individuo le enseña y le hace conocer y sentir muchas cosas, la revolución brinda al pueblo entero, en poco tiempo, las más profundas y preciosas enseñanzas.
“Durante la revolución, millones y millones de hombres aprenden en una semana más que en un año de vida rutinaria y monótona. Pues en estos virajes bruscos de la vida de todo un pueblo se ve con especial claridad qué fines persiguen las diferentes clases sociales, de qué fuerzas disponen y con qué medios actúan.”3
Las etapas, el desarrollo, el reto, el triunfo de los proletarios rusos y su vanguardia el POSDR, dejaron la impronta de la teoría, la estrategia y la táctica políticas que analizadas en el tiempo sirvieron y sirven de referencia al movimiento socialista mundial.
La emergencia del primer Estado obrero-campesino vendría a plasmar los supuestos teóricos de la dictadura del proletariado como etapa previa a la desaparición del estado y la construcción del comunismo como etapa superior de la sociedad. Al identificar la lucha de los obreros en las sociedades capitalistas más desarrolladas como los protagonistas históricos de los cambios que demandaba la nueva época, se preveía que la ruptura del capitalismo debía ocurrir en las sociedades de mayor desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas. Sin embargo, el triunfo de la revolución obrera en un país semifeudal y con un capitalismo atrasado como era Rusia, fue una de las revelaciones más importantes que permiten entender el desarrollo desigual, las características específicas de cada sociedad y la condición dialéctica del desarrollo de la historia.
En las palabras del propio Lenin, líder y forjador del primer experimento socialista triunfante, al significar la importancia internacional de la revolución de octubre nos dice:
“…Hoy tenemos ya una experiencia internacional muy considerable, que demuestra con absoluta claridad que algunos de los rasgos fundamentales de nuestra revolución tienen una importancia internacional. Y no hablo de la importancia internacional en el sentido amplio de la palabra: no son solo algunos, sino todos los rasgos fundamentales, y muchos secundarios, de nuestra revolución los que tienen importancia internacional desde el punto de vista de la influencia de la misma sobre todos los países.
“No; hablo en el sentido más estrecho de la palabra, es decir, entendiendo por importancia internacional su trascendencia mundial o la inevitabilidad histórica de que se repita en escala universal lo ocurrido en nuestro país, importancia que debe ser reconocida a algunos rasgos fundamentales de nuestra revolución.
“Naturalmente, sería un tremendo error exagerar esta verdad, no limitarse a aplicarla a algunos rasgos fundamentales de nuestra revolución. Sería erróneo asimismo perder de vista que después de la victoria de nuestra revolución proletaria, aunque no sea más que uno de los países avanzados, se producirá seguramente un cambio radical, es decir: Rusia se convertirá poco después de esto no en un país modelo, sino de nuevo en un país atrasado (en el sentido “soviético”) y socialista.
“Pero en el presente momento histórico se trata precisamente de que el ejemplo ruso muestra a todos los países algo, y algo muy sustancial, de su futuro próximo e inevitable. Los obreros avanzados de todos los países ya tiempo que lo han comprendido y, más que comprenderlo, lo han percibido, lo han sentido con su instinto de clase revolucionaria De aquí la “importancia “i internacional (en el sentido estrecho de la palabra) del poder soviético y de los fundamentos de la teoría y de la táctica bolchevique”.
El contenido humanista de la Gran Revolución Socialista de octubre de 1917, el humanismo socialista, se expresa en la idea del internacionalismo proletario, en la solidaridad entre los pueblos del mundo y sus sectores oprimidos, en la moral socialista que sustentaba la equidad que desde el socialismo de “a cada quien según su trabajo” llevaría a una etapa superior de organización de la sociedad comunista de “a cada quien según sus necesidades”.4
Hoy, al cabo de cien años de ese acontecimiento que estremeciera la historia del mundo, está planteado como un aspecto nodal para la comprensión de su importancia el problema del humanismo socialista, que desde los trabajos de Marx y Engels se viene planteando como la problemática ideológica y de clase frente a los “humanismos” burgueses. El tema del humanismo socialista que se redimensiona en la actualidad ha provocado importantes debates en el seno de los marxistas posteriores a Marx, Engels y Lenin. Entre los filósofos de la escuela francesa y alemana marxistas se han abierto importantes debates concernientes a temas fundamentales del pensamiento y de la práctica marxistas, lo que confiere un carácter y un contenido didáctico y dialéctico a la problemática del pensamiento social marxista y lo confirma en su dimensión científica adogmática. El marxismo, en tanto debate y conflictividad con la ideología burguesa, es una fuente para renovarse en su aplicación teórica y práctica.
El humanismo socialista es un aspecto medular para la comprensión del problema teórico y ético del socialismo como concreción y aspiración emancipadora, el socialismo como aspiración legítima de liberación del proletariado y los nuevos actores sociales constructores de nuevos paradigmas. Su contenido humanístico postula un marxismo no atrapado en el círculo dogmático, sino, amplio en su dinámica social, histórica, filosófica y dialéctica. La discusión renovada de los aspectos esenciales del marxismo enriquece la problemática del mundo actual y plantea las posibles soluciones a la situación de opresión, miseria y exterminio que la clase dominante ha impuesto en su desesperada tarea de dominio mundial y en la equivocada tendencia de revertir el curso ascendente de la historia. La experiencia y el significado de la Revolución Socialista de octubre marca un antes y un después para la historia de la humanidad.
Al cuestionar y evaluar históricamente el contenido del concepto “humanismo socialista” los clásicos de la teoría marxista, desde Marx, Engels y Lenin, hacen aportes fundamentales desde la óptica de la historia y la filosofía. Otros teóricos contemporáneos formulan sus tesis filosóficas y políticas partiendo de sus predecesores, pero enriqueciendo con su praxis política los postulados clásicos esenciales. Algunos de los más notables intelectuales marxistas al cuestionar qué ocurre con el humanismo socialista actual plantean que el mismo comporta “rechazo y denuncia” de todas las discriminaciones humanas sean estas raciales, políticas, religiosas, u otras. Rechazo de toda explotación económica y esclavitud política. Rechazo de la guerra. Este rechazo no es solamente una proclama de victoria, una exhortación y un ejemplo dirigidos al exterior, a todos los hombres y mujeres que sufren el imperialismo, su explotación, su miseria, su esclavitud, sus discriminaciones y sus guerras. En su propuesta de análisis sobre el contenido del humanismo socialista en el debate abierto sobre el tema por los teóricos marxistas contemporáneos Louis Althusser sostiene que “el tema del humanismo es uno de los puntos sensibles de la interpretación del marxismo, por lo que sostiene que la polémica sobre el humanismo es un hecho sintomático de la coyuntura teórica e ideológica del marxismo contemporáneo”.5
La relación dialéctica pasado-presente hace del debate del humanismo socialista una cantera, por su contenido didáctico, dialectico, estratégico y crítico, una fuente vigente en la aplicación del internacionalismo proletario. En el epicentro del humanismo socialista está el ser humano como concreción, no como abstracción. El humanismo socialista plantea una ruptura con todas las “ideologías humanistas, precedentes.
El internacionalismo proletario como expresión del humanismo socialista se puede apreciar a partir de temas como el problema de las nacionalidades y el derecho a la autodeterminación, sostenido por Lenin como un aspecto estratégico del Estado obrero campesino del que fue gestor y líder. Veamos:
“…En mis obras acerca del problema nacional he escrito ya que el planteamiento abstracto del problema del nacionalismo en general no sirve para nada. Es necesario distinguir entre el nacionalismo de la nación opresora y el nacionalismo de la nación oprimida, entre el nacionalismo de la nación grande y el nacionalismo de la nación pequeña.
“Con relación al segundo nacionalismo, nosotros, los integrantes de una nación grande, casi siempre somos culpables en el terreno práctico histórico de infinitos actos de violencia; e incluso más todavía: sin darnos cuenta cometemos ofensas. No tengo más que evocar mis recuerdos de como en las regiones del Volga tratan despectivamente a los no rusos, de como la única manera de llamar a los polacos es “poliachishka”, de que para burlarse de los tártaros siempre los llaman “príncipes”, al ucraniano lo llaman “jojol”, y al georgiano y a los demás naturales del Cáucaso los llaman “hombres del Capcas”.
Por eso, el internacionalismo por parte de la nación opresora, o de la llamada nación “grande” (aunque solo sea grande por sus violencias, solo sea grande por lo que es un derzhimorda), no debe reducirse a observar una desigualdad que de parte de la nación opresora, de la nación grande, compense la desigualdad que prácticamente se produce en la vida. Quién no haya comprendido esto, no ha comprendido la posición verdaderamente proletaria frente al problema nacional; en el fondo sigue manteniendo el mismo punto de vista pequeñoburgués, y por ello no puede por menos que deslizarse a cada instante al punto de vista burgués. (…)
“¿Qué hace falta para el proletario? Para el proletario es no solo importante, sino una necesidad esencial, gozar, en la lucha proletaria de clase, del máximo de confianza por parte de los componentes de otras nacionalidades.
“¿Qué hace falta para eso? Para eso hace falta algo más que igualdad formal. Para eso hace falta compensar de una manera o de otra, con su trato o con sus concesiones a las otras nacionalidades, la desconfianza, el recelo, las ofensas que en el pasado histórico les produjo el gobierno de la nación dominante”.6
Podemos apreciar la esencia solidaria del internacionalismo proletario en la visión humanista de Lenin, frente al problema nacional y colonial de los pueblos oprimidos; dentro de esa óptica el sentido humanista está planteado en “compensar de una manera o de otra, con su trato o con sus concesiones a las otras nacionalidades, la desconfianza, el recelo, las ofensas que en el pasado histórico les produjo el gobierno de la nación dominante”. Hasta donde nos preguntamos ¿está en capacidad el capitalismo salvaje, el humanismo burgués, el maniqueo sentido de “hermandad “de las diferentes denominaciones religiosas empeñadas en trasladar a otros mundos extraterrenales el sentido de equidad, frente a los pueblos pequeños y explotados de hacer una realidad tangible y factible el humanismo humano? Los crímenes de lesa humanidad que a nombre del “humanismo” se cometen contra mujeres, niños, niñas, población anciana, son el desmentido de su preocupación por el ser humano y por “humanismo”.
Amigos y amigas, este es un espacio para reflexionar y nutrirnos, a la vez que congratularnos por ser hombres y mujeres de este tiempo histórico, de tener la lucidez de entender y sufrir el legado heroico de millones de seres humanos que han hecho de este tiempo la hazaña más hermosa, mostrando con su ejemplo la posibilidad de un mundo mejor donde el ser humano sea hermano del ser humano, experiencia que tuvimos la suerte de conocer y vivir y que fraguó en mi alma la esperanza de superar la utopía de un mundo diferente y hacer la utopía sobre la base de la fraternidad entre los pueblos.
¡Loor a los millones de seres humanos que con su ejemplo y su lucha, nos permiten levantar este 7 de noviembre la bandera roja de los obreros y de los oprimidos del mundo!
Notas
- Ponencia presentada en el “Seminario 100 años de la Revolución Socialista de Octubre y su incidencia en la sociedad dominicana”, organizado por el Instituto de Historia de la UASD, 7 de noviembre 2017
- C. Marx, F. Engels. Obras Escogidas, Moscú: Editorial Progreso, 1969.
- V. I. Lenin, “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”. Obras Escogidas, Tomo III, Moscú: Editorial Progreso, 1961.
- V. I. Lenin, “La enfermedad Infantil del “izquierdismo” en el comunismo”. Obras Escogidas, Tomo III. Editorial Progreso. Moscú, 1961.
- Louis Althusser, Jorge Semprún, Michel Simón y Michel Verret. Sobre Marxismo y Humanismo. Traducción de Martha Harnecker. México: Editorial Siglo XXI, 1998
- V. I. Lenin. “Carta a los obreros norteamericanos”. Obras Escogidas, Tomo III, Moscú: Editorial Progreso, 1961.
Referencias
V. I. Lenin, “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”. Obras Escogidas, Tomo III, Moscú: Editorial Progreso, 1961.
V. I. Lenin. “Carta a los obreros norteamericanos”. Obras Escogidas, Tomo III, Moscú: Editorial Progreso, 1961.
Louis Althusser, Jorge Semprún, Michel Simón y Michel Verret. Sobre Marxismo y Humanismo. Traducción de Martha Harnecker. México: Editorial Siglo XXI, 1998.
C Marx, F. Engels. Obras Escogidas, Moscú: Editorial Progreso., 1969.